Ronda (Málaga)
Pocas ciudades gozan de un emplazamiento tan soberbio como esta, partida por la cicatriz de un tajo en la roca y cosida después por dos puentes del mismo color que la montaña, como grapas de piedra que evitan que la ciudad nueva y la vieja se separen. Pero si hay un momento sublime en Ronda es el del atardecer, visto desde el fondo del tajo, cuando el puente y todo el casco viejo quedan bajo el embrujo de unas luces anaranjadas que recuerdan vagamente a la de las viejas antorchas y transportan al viajero al siglo XVIII.
Fuente:
https://elpais.com/elpais/2014/01/27/paco_nadal/1390820563_139082.html