Al ser del estado Aragua, uno de los estados costeros de Venezuela, tuve una relación muy cercana con la playa, una conexión muy profunda con el mar y el sol particular que te da estas zonas. Sin embargo, por distintas razones, durante mi niñez y adolescencia no visité tanto las playas de mi estado (los pueblos de Ocumare y Choroní) como por ejemplo las de los estados Falcón o Carabobo. No sería sino hasta mis primeras aventuras en solitario a la playa, que exploraría las hermosas playas de Choroní.

VIAJES a ser mi espacio para publicar mis fotografías de viajes con la idea más bien de un espacio blog para contar mi experiencia y mostrarte los alrededores, pero siempre teniendo en cuenta que estos son ejercicios perfectos para mi fotografía y para aprender en el campo a documentar.

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Estas fotografías que les presento hoy son más una pequeña recopilación de una breve visita al pueblo de Choroní, estrenando cámara y emocionada de hacer fotografías. Ya había realizado un viaje a Choroní algunos meses antes con amigos pero en ese momento no tenía cámara, así que podrán imaginarse la emoción ahora.

Choroní es un sitio extraño, toda la dinámica del puerto lanchero, Puerto Colombia, es demasiado veloz, muchas cosas suceden a la vez y hay que tener cierta precisión y destreza con la cámara para poder captar la verdadera dinámica del pueblo.

Básicamente los hombres y mujeres de Choroní se distribuyen entre lancheros o pescadores, siempre comerciantes. Ir a Choroní es sinónimo de gastar dinero en grandes cantidades, de eso no hay duda. Así que eso resulta lo más atractivo del pueblo, los pescadores en su rutina y una que otra sorpresa que te puedas llevar, cómo un altar a la virgen atrás de un bar con personas que bailan tambor y beben cerveza. O el hombre con la botella de ron sentadito al frente. La verdad que es mucha locura para un sólo cuadro.

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Sin embargo, de esta experiencia aprendí, ahora que veo las fotografías tiempo después y con varios cambios en mi forma de ver la fotografía documental, que por más loco que pueda parecerme un espacio o un instante, a veces vale la pena detenerse a mirar y encontrar el verdadero movimiento de las cosas, no sólo el aparente. Encontrar las verdaderas miradas y por ende intentar comprender la realidad de las personas que retrato.

De este ejercicio sólo rescato esta fotografía porque siento, que entre todo, tiene algo de verdad, y no se dejó llevar sólo por el instinto fotográfico de documentar algo que no conozco, aquí hay otras intenciones.

Pero bueno, tampoco me doy tanta mala vida porque mientras intentaba hacer fotos había que preocuparse por pagar la lancha, comprar algunas cosas, dónde y cómo se iba a pagar y todas esas cosas, así que no todo podía ser puro disfrute.

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Luego de pagar la lancha, llegamos a Cepe, y aunque ya conocía la playa, realmente no hice fotos que me gustaran demasiado, así que les dejo a este hombre solo, sin rumbo, con un traje de baño tricolor.

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Gracias por leer

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