Reseña cinematográfica: Disobedience, la libertad de elección

El discurso

“Libertad de elección” es el discurso inicial de Rav Krushka al inicio del film justo antes de morir. Su sermón, disfrazado bajo una metáfora de las tres criaturas creadas por Dios, los ángeles, las bestias y los seres humanos, refuerza la idea de que estos últimos creen y actúan por elección; lo que en el catolicismo se conoce como libre albedrío. Esta apertura nos da a conocer el hecho de que presenciaremos imágenes de una religión practicante ortodoxa y conservadora en sus principios, por lo cual, nos incorporamos lentamente a las tradiciones que se presentan conforme transcurren las escenas de la película; el velorio del famoso rabino de la comunidad, las cenas, los rezos, incluso las clases dictadas en los colegios. Todo ello nos permite crear una atmósfera que, gracias a la estupenda dirección de arte, nos hace sentir en un ambiente gélido, distante y medianamente conformista con lo preestablecido.

Los personajes

Ronit, la hija del rabino, descubre a través de una llamada telefónica que su padre ha fallecido. Residía como una exitosa fotógrafa en la ciudad de Nueva York, mientras que la comunidad judía en la que había crecido se situaba en un poblado cerca de Londres. Una vez que llega, es recibida por sorpresa por Dovid, quien había sido un amigo de la infancia y, adicionalmente, el sucesor de Rav. Pronto conocemos que Ronit es prácticamente una desconocida en su familia, y que su entorno no parece aprobar su estilo de vida fuera de la comunidad. Es el uso de los detalles, las miradas, los gestos y la forma en la que su personaje se muestra apenas entra a la casa, que nos demuestran la incomodidad que para ella significa regresar a un espacio que nunca se le hizo acogedor.

En una conversación con Dovid en la cocina, ingresa Esti, también una vieja amiga. Ronit no tarda mucho en percatarse de que ella y Dovid están casados y ahora viven una cotidianidad doméstica propia de la religión judía ortodoxa. A pesar de no sentirse del todo cómoda, accede a la invitación de Dovid a quedarse en su hogar mientras transcurren los días de duelo, y que asimismo pueda asistir a los eventos que le corresponden.

La diferencia entre Ronit y el resto de las mujeres judías es evidente. No toma demasiado en distanciarse intelectualmente del modo de pensar de las demás, y solo de vez en cuando encuentra comprensión en su tía Fruma.

Tal y como habíamos mencionado anteriormente, Ronit ejerce como fotógrafa en Nueva York, lo cual es el tema de conversación en la sobremesa tras la cena de la noche siguiente a su llegada. Había cambiado su nombre por “Ronnie Curtis”, que, a pesar de ser su seudónimo profesional, es mal visto por sus familiares. En un intento de romper el hielo, Esti dice que eso mismo ocurre con las mujeres casadas, que toman el apellido del esposo como suyo y toda identidad previa desaparece. Es la primera vez que vemos cierta simpatía entre ambos personajes.

El renacer de los afectos

A través de una sucesión de hechos que conciernen a los trámites legales de la casa del rabino, Ronit y Esti entran en la ya deshabitada morada. Ronit se deja llevar por sus recuerdos, dedica su atención a objetos que la trasladan a otro momento de su vida. Enciende el radio y comienza a sonar “Lovesong” de The Cure, un tema que surge como recordatorio de que entre ellas también existió algo más que un nexo entre amigas.

Un beso parece ser suficiente para hacer renacer los afectos no perdidos a través de los años.

La canción más épica en la historia de canciones épicas para este momento:

Si bien Ronit nunca tuvo inconveniente en aceptar lo que era, más allá de encasillarse en un estigma que la delataría de por vida, Esti no siempre corrió con la misma suerte.

Esti, ahora no solo se percata de lo importante que es para ella preservar los valores con los que ha crecido y en los que cree firmemente, sino concibe la idea de que puede haber algo más allá de lo que se le ha impuesto toda su vida, algo que trasciende y ni siquiera los años pueden arrebatarle: su poder de elegir.

Anhelos cubiertos con el polvo forman parte de la frustración de Esti al reconocer que sigue enamorada de su mejor amiga de la infancia, y por un momento, parecen no importarle las consecuencias de sus decisiones. Sin embargo, este redescubrimiento y la introspección, no solo de Ronit y Esti, sino también de Dovid, conforman esta impecable narrativa.

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Ronit busca reencontrarse consigo misma, a través de la memoria de su padre y su cultura, sin dejar de ser ella misma. Esti se permite explorar una verdad que siempre supo, pero que no estaba segura a afrontar hasta ahora, y Dovid, aferrado a sus creencias, no deja de lado su raciocinio y comprende que el amor puede provenir y manifestarse en miles de formas.

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