ABISMOS TRAZADOS

  Las incertidumbres que cuenta Fránmar   La biografía de Francisco José Marval Blanco (Cumaná, 1983) dice que es Licenciado en Educación Mención Castellano y Literatura (UDO), poeta, ensayista, educador, artista plástico autodidacta y ajedrecista. También dice que en 1999 obtuvo, por la Fundación Jueves 5, el Primer Premio, Mención Honorífica, en la exposición de pintura Bolívar Conservacionista. Sin duda, es una buena síntesis de roles. Sin embargo, la forma en que todo ello se combina en esta persona sensible es determinante para entender la visión que nos regala a través de la presente muestra de su trabajo plástico: Francisco Marval (de pseudónimo Fránmar) es un artista que habla de múltiples formas el idioma del arte a través de sus símbolos, sus quehaceres  y sus pasiones.  El pez arrogante, la serie Espantapájaros, Ajedrez 2, Atardecer, Ciudad Z, Cisne blanco, tanto como los cuadros Sin título, incluidos en la muestra, y otros que componen una ya larga lista, retratan un universo con la fuerza y gracia de una geometría muy pura atravesada por pasiones incendiadas. Muestran la figura y el espacio humano o natural como contrapunto de los planos, que son a veces portales o grietas o corrientes (racionales, mecánicas, lógicas) que fluyen hacia el espacio donde el misterio esencial nos trasciende. Pero es un fluir tormentoso, infernal. Una flor de serena belleza flota sobre un tablero de ajedrez sostenido en el vacío, en la nada del sentido que la soporta... Los cuadros de Fránmar avizoran el infierno de las incertidumbres de la existencia y el tránsito del ser que la interroga.  Quizá una mejor semblanza de esta obra se logre por analogía.  En 1932, Jorge Luis Borges incluyó en su ensayo “La duración del infierno” el relato de un sueño que tuvo. Cuenta:  Soñé (…) que me despertaba en una pieza irreconocible.  (…) Pensé con miedo ¿dónde estoy? y comprendí que no lo sabía.  Pensé ¿quién soy? y no me pude reconocer.  El miedo creció en mí.  Pensé: Esta vigilia desconsolada ya es el Infierno, esta vigilia sin destino será mi eternidad.  El ejercicio artístico de Fránmar quizá sea, a un mismo tiempo, la forma de esa martirizante incomprensión  y la única posibilidad de su redención.   Adriana Cabrera