Cuando se habla de colores, la calidez o la frialdad son los primeros atributos que vienen a la mente. Están presentes durante toda nuestra vida y es imposible ser indiferentes a ellos porque influyen sobre el ánimo y el ambiente. También la personalidad esta relacionada con el color de la ropa que usamos. se los clasifica en cálidos o fríos. Asociados con el calor, el fuego, el sol y la sangre, los cálidos son el rojo, el anaranjado y el amarillo, junto con todas sus gamas y combinaciones intermedias. Los fríos son los que transmiten quietud y están vinculados con climas y objetos gélidos. Arrancan en el celeste, pasado por el turquesa, el azul, el índigo y el violeta con sus respectivas gamas y matices. El verde se halla a mitad de camino entre los cálidos y los fríos, pero se acercara hacia uno u otro efecto según su tonalidad. Si es verde amarillento se clasificara entre los cálidos y si es verde esmeralda en los fríos.

Los colores proceden de la luz y cada uno de ellos ejerce un impacto sobre nuestro organismo. Mediante el uso de los colores se puede conseguir armonía y equilibrio en la psiquis y en el cuerpo, porque sus vibraciones imperceptibles pueden relajarnos o estimularnos. La cromoterapia estudió estos efectos con el objetivo de conservar o restablecer el buen funcionamiento del cuerpo, permitiendo que la vibración de los colores este en resonancia con la vibración del campo bioenergico de las personas. Y hasta las personas no videntes pueden percibir la sensación del color al permitir que sus dedos capten la energía que trasmiten esas vibraciones. Los tratamientos de cromoterapia van desde la simple corrección de un estado de animo (ayudar a la persona a calmarse o a aumentar su energía) a la regulación de problemas orgánicos como la presión sanguínea.