El sentido de la escritura. Una reflexión a partir de Al-Saai, artista plástico y calígrafo
Al-Saai, quien ya desde los 18 años se había formado cierta reputación por su extenso dominio de los estilos caligráficos, obtuvo la Licenciatura en Bellas Artes en la Universidad de Damasco en el año 1995. En 1998, un año después de culminar un postgrado en pintura en la misma universidad, obtuvo el Certificado de la caligrafía del IRCICA, en el Centro de Investigación de las Artes Historia y Cultura Islámica de Estambul (Turquía) bajo la tutela de los maestros de caligrafía turcos Ali Alb Arsalan y Hasa Celebi. Desde 1996 realiza exposiciones individuales y ha participado en muestras colectivas alrededor del mundo, desde su Siria natal, pasando por los Emiratos Árabes, España, Francia, Alemania, Estados Unidos y México.
Al- Saai es considerado uno de los más importantes representantes actuales de la caligrafía pictórica árabe. En ella, mediante una técnica y arte compositivo refinados, explora la dimensión de la experiencia que conecta el lenguaje con las formas abstractas de la sensibilidad anímica. Su mirada se desliza a través de los signos para encontrar, más allá de su función representativa, sentidos que conecten el ejercicio estético del trazo con la corriente vital del espíritu. De este modo el artista aborda la realidad desde una mirada interior y maneja sus referencias como áncoras de un sentido que las trasciende.
A contemplar la magnificencia de la obra de Al- Saai, me detengo sobre la certeza de que el acto físico y artístico de la escritura ha sido muy pocas veces considerado en occidente. Siempre nos ha ganado el sentido práctico de su condición de medio de comunicación, y mucho más en cuanto consideramos superadas las épocas de la carta postal y los medios electrónicos se imponen inevitablemente (como debe ser).
Para mí, mujer de edad mediana, crecida entre las generaciones del predominio del ciberespacio y la escritura manual, la lectura en físico, el acto de escribir (y leer) la letra manuscrita es un acto cercano, y también sensual. Es decir, un acto donde la sensibilidad y la sensorialidad se involucran.
No es una declaración nostálgica, amo un teclado.
Cuando se escribe tanto como lo hago yo, se aprecia y se agradece un poco de tecnología. Tanto más, cuando la tecnología siempre ha sido para mí objeto de una divertida curiosidad. Sin embargo, reconozco que en la letra manuscrita entregamos algo de nosotros que es imposible de traducir sino como arte.
Mi vida ha estado ligada a la letra manuscrita tanto como mi ojo ha estado fijo sobre las formas plásticas del mundo.
Trazar.
Construir el símbolo arbitrario que representa el sonido, y se desliza dibujando la materia semántica. El acto tiene algo de magia.
Con mi mano dibujo al otro mi rostro más íntimo y mi máscara más interior: mi pensamiento.
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