Recuperar los valores perdidos

Bienvenidos a todas las personas de buena fe. Hoy en día, basta con ver las noticias, leer los periódicos de la prensa clásica o sencillamente escuchar los comentarios de nuestros compañeros de oficina, para darnos cuenta de cómo los valores humanos se han ido degradando con el paso de los años.
¿A qué me estoy refiriendo exactamente? Pues son múltiples los ejemplos que os podría dar. Sin ir más lejos empecemos por los niños, la base de toda sociedad y sobre los que (en teoría) deberíamos dar lo mejor de nosotros mismos. Estos pequeños seres que acaban de venir a nuestras vidas se ven rodeados de multitud de ataques a la dignidad humana, al respeto hacia los mayores, al odio entre sociedades, países o simples vecinos de un mismo bloque de viviendas.
¿Os habéis parado a pensar porqué la publicidad usa en cada vez más ocasiones caras con expresiones extremas de excitación o furia una amplia gama de productos cuyos destinatarios son los propios padres que consumen esos productos y lo hacen en muchas de las ocasiones acompañados por sus hijos?
¿Por qué se ha de vender, por poner un ejemplo, un canal de televisión de pago con imágenes de caras excitadas con furia? ¿Qué pueden generar en una mente de un recién nacido toda esa clase de imágenes?
No tienen ninguna lógica, pero parece que en esta sociedad se ha de alterar cada vez más al consumidor para que compre un producto, como si la publicidad inteligente hubiera sido relegada a un segundo o tercer plano. Efectos especiales y excitación es la "moda" televisiva y periodística.
Ante este mar de ataques a nuestros sentidos, y ataques mismos a nuestro corazón físico y sentimental ¿qué podemos hacer? Aunque no sea fácil debemos ser fuertes y no caer en la trampa que el maligno nos pone en el camino. Este cambio de valores, de sociabilidad, de humanismo que estamos viviendo y somos protagonistas, tiene su origen en las vísceras retorcidas y malolientas del maligno. El diablo, en su esfuerzo con extender sus brazos e infectarnos de su propia enfermedad nos seduce, nos embauca, nos engaña con falsas apariencias para que nos acerquemos a sus pensamientos, para hacernos cambiar y perdamos los valores humanos basados en el AMOR AL PRÓJIMO, el respeto a nuestros padres, a nuestra pareja, a nuestros educadores, la ayuda al prójimo, entender las necesidades de los demás.
Abramos los ojos para despertar del ruido gris y áspero que nos rodea y saquemos la cabeza para respirar una bocanada de aire fresco y permanecer siempre alejados de la fría y oscura profundidad del océano del mal.
Enseñemos a nuestros hijos los verdaderos valores que llevamos todos en nuestros corazones en cada gesto, en cada palabra, en cada acto que salga de nosotros.
Que Dios os bendiga.