AGRADECER LO MALO NO ES DEJAR DE VER, SINO VER MÁS ALLÁ

in #agradeceadios6 years ago

Acordarse de agradecer las cosas buenas que Dios nos da es ya en sí mismo un reto. ¿Qué decir de las cosas menos agradables? «Porque te han despreciado»: porque te han tratado con frialdad, con indiferencia; porque te han humillado; porque no han valorado tus esfuerzos... «Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes». Es cuando menos sorprendente la tranquilidad con la que tener y no tener aparecen aquí bajo el mismo signo. ¿Realmente es posible agradecer a Dios la falta de salud, trabajo, tranquilidad? Dar gracias porque te falta tiempo ―cuántas veces eso nos hace sufrir―; porque te faltan los ánimos, las fuerzas, las ideas; porque esto o aquello te ha salido mal… Pues sí: también entonces, nos dice san Josemaría, dale gracias a Dios

Agradecer lo malo no es, desde luego, algo que surja espontáneamente. De hecho, al principio puede parecer incluso algo teatral o incluso ingenuo: como si negáramos la realidad, como si buscáramos consolación en… un cuento para niños. Sin embargo, agradecer en esas situaciones no es dejar de ver, sino ver más allá. Nos resistimos a agradecer porque percibimos la pérdida, la contrariedad, el desgarro. Nuestra mirada está todavía muy pegada a la tierra, como sucede al niño a quien le parece que se hunde el mundo porque se le ha roto un juguete, porque se ha tropezado, o porque querría seguir jugando. En el momento es un pequeño drama, pero al rato seguramente se le pasa. «En la vida interior, nos conviene a todos ser (…) como esos pequeñines, que parecen de goma, que disfrutan hasta con sus trastazos porque enseguida se ponen de pie y continúan sus correteos; y porque tampoco les falta ―cuando resulta preciso― el consuelo de sus padres»

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