RETO: Terminar el Relato Corto, del texto dado; "MARIEL COMO LA ABUELA"

El rojo intenso aún brillaba en el engarce desgastado, de un baño ya diluido. Mariel lo observó una vez más. Su regalo de 15 años, 30 primaveras atrás: unos zarcillos colgantes, con piedras rojas. La abuela se los había dado, con sus ojitos aguados de viejita sensibilera. Porque así era la abuela. Y ella, Mariel (Mariel como la abuela), odiaba esa sensibilería barata. Casi repelía sus besos. ¡Cómo los habría de extrañar después!

Independiente y odiosa, según su hermana Maritza, Mariel abandonó el hogar materno a los 16 años. Se llevó sus zarcillos, sus ahorros, un morral con una muda adicional, su maquillaje, su rabia y las ganas de comerse el mundo entero. ¡Ah! y un bebé en desarrollo, en un vientre aún plano que no delataba su preñez prematura. ¿El celular? Lo dejó.
Dejó todo atrás para aventurarse a un mundo incierto. Un mundo de constante lucha y dolor.

Mariel llegó a casa de una amiga, pero en la primera noche se dio cuenta que era lugar pervertido donde en las noches entraban y salían personas de mal vivir. Acurrucada en la cama acariciaba su vientre y le decía a su bebé que no se preocupara que ese no iba ser el futuro de él.

A la mañana siguiente recogió sus cosas, dio las gracias a la amiga y a la familia por permitirle dormir esa noche allí. Así que siguió su rumbo. Los días transcurrieron rápidamente. Dormía donde le agarraba la noche. En el día trabajaba haciendo cualquier cosa para subsistir. Lavaba, planchaba, barría, en fin lo importante era tener algo que llevarse a la boca y alimentar a ese ser que llevaba en sus entrañas y dependía completamente de ella.

Abuela Mariel

Algo que veía diariamente eran los zarcillos de su abuela. Estos le recordaban a ella y era como si ella estuviera todos los días a su lado. Pero el orgullo no la dejaba recapacitar y pedir perdón por sus malas decisiones. Añoraba cuando la abuelita la peinaba, le contaba las historias de su vida y el amor que le había dado toda la vida.
¡Mi abuela, mi amada abuela!. Esta frase la repetía una y otra vez.

Los meses pasaban y con el también el bebé crecía. Como al sexto mes de gestación consiguió un trabajo y con eso pudo pagar una habitación. Ya no tendría que deambular por todas partes. Pero debido a su mala alimentación y problemas de salud un día se levantó en la mañana ensangrentada. Asustada y como pudo se dirigió al hospital donde fue atendida de emergencia. A penas llegó la atendieron pero la dejaron hospitalizada porque estaba delicada de salud y podía perder al bebé.

Ahora se encontraba en un hospital , sola y con la angustia si perdería a su hijo. Fue allí donde comprendió lo valiosa que era la familia y fue allí donde cobraron más valor los consejos de su abuela. Cuanto la extrañaba. Cuanto añoraba volver a su hogar materno. Ese lugar de donde nunca debió haber salido de la manera que lo hizo.

Al pasar los días su salud fue mejorando y como consecuencia el bebé ya no estaba en peligro.

¡Qué alegría sentía Mariel!.

Mariel Esperanza

Terminaron de pasar los meses y dio a luz una hermosa niña, la cual le puso por nombre MARIEL ESPERANZA. Mariel por su abuelita y Esperanza porque le trajo luz a su vida.

Al llegar del hospital la dueña de la vecindad le dijo que tenía visita y que ella les abrió la puerta para que descansarán.

Mariel extrañada se dirigió a su cuarto y al abrir la puerta vio a su madre, su hermana y a su querida abuela MARIEL. Las lágrimas le saltaron de los ojos. Fue un momento mágico. Entre lágrimas y no poder hablar de la emoción le pidió perdón a su familia por despreciarlas de la manera que lo hizo. Que estaba arrepentida y que necesitaba que la perdonaran. Ellas le dijeron que todo había quedado atrás y que ahorita querían verla a ella y a la niña felices y que volviera al lugar donde todos la esperaban.

Todas se abrazaron y cargaban a MARIEL ESPERANZA que trajo la alegría a la familia.

En un rinconcito Mariel le dice a su abuela:

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