La chica del McCafé.

Lo extraño fue que no los vi nunca más, se veían muy felices, creo que tal vez cambiaron de centro comercial, o el sitio en donde verse, pero estén donde estén espero que estén bien y juntos. ¿No saben de que hablo? Pues esta es una pequeña historia que sucedió hace poco, fuese más larga, pero lamentablemente hace un tiempo ya no los veo. Mi nombre es Elizabeth Clase, trabajo en una cafetería muy famosa llamada “McCafé” en un centro comercial de mi ciudad, y he visto muchos enamorados con este trabajo, pero no fue hasta entonces que unos me llamaron tanto la atención como aquella pareja. La chica, una joven de estatura pequeña, ojos color marrón que se iluminaban y se ponían casi de color miel cuando miraba al chico, era muy alegre, al menos eso parecía con la sonrisa tan dulce que tenia cuando estaban juntos, tenía como unos 15 o 16, o eso aparentaba al menos. La primera vez que los vi ella le pedía a él con cara de tragedia y casi enfadada que no le comprase nada, pero él insistió, no recuerdo su orden ya que no los atendí, pero sólo sé que al final la chica se contentó. El chico, un joven alto, entre 17, 18 o tal vez 16, parecía joven pero a la vez no, cabello largo lacio, alto, mirada profunda concentrada en su pequeña, era muy guapo, parecía serio pero a la vez se le notaba su felicidad en la cara con un toque de rojo en sus mejillas, era blanco como la chica, aunque mucho más. Siempre que entraban al lugar notaba algo, las manos, entrelazadas una con la otra, en una promesa de amor que parecía que duraría para siempre. Siempre se sentaban o en unos taburetes altos rojos que estaban pegados a una mesita o en un mueble muy cómodo que estaba cerca de la caja donde trabajaba. El lugar era pequeño y por eso era inevitable verlos y como soy una persona muy sentimental me tocaban el corazón como si fuera mi relación y la estuviera observando en tercera persona. Me fascinaba la ternura, el amor, y la dedicación que se tenían. Sus ojos juraban amor eterno, sus manos muchas promesas y sus caricias mucha ternura. No parecía una de esas relaciones hoy en día donde simplemente piensan en relaciones sexuales, no, era tierna, era especial, y eso fue lo que me llamó la atención. Una vez de esas tantas veces que fueron a la cafetería pude escuchar parte de su conversación, les llevé su pedido a la mesa que está junto al mueble, hablaban de como sería su cumple-mes número dos, fue tan tierno, ¡Llevaban tan poco tiempo y parecía una eternidad!. La última vez que los vi los noté más unidos que nunca, en verdad se amaban mucho, jamás los vi propasarse, jamás los vi con impurezas, sólo eran ellos dos y su único amor. Hoy en día espero pacientemente a que vuelvan a iluminar el sitio con todo su esplendor, con esa felicidad que admiraba de ellos, con todo los que los convirtió en una de mis historias de amor preferidas.

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