Ella se sentía su reina,
él era todo un galán...
¿Sus encantos durarán?
Sólo el tiempo lo sabrá.

Él abría su puerta,
de halagos la colmaba,
la abrazaba y besaba.
Ella se creía afortunada.

Y así vivió muchas lunas,
en su mundo de fantasía,
pensando que no acabaría,
toda esa maravilla.

Un día la maestra vida,
de un golpe la despertó:
¡Nunca la respetó!
ese hombre que tanto amó.

Ella guardaba la ilusión,
de que todo cambiaría,
y por el amor que sentía,
aceptó promesas vacías.

Siguieron pasando los años,
pero todo fue empeorando,
ya no estaba esperando,
a aquél que fue su encanto.

Él ya no abría su puerta,
ni a sus ojos la miraba,
Ella ya ni siquiera hablaba,
para evitar ser silenciada.

Y le costó tanto dolor,
soledad y desolación,
la difícil decisión,
de liberar a su corazón.

Él no quiso dejarla,
a su lado permaneció,
cada vez más hundió,
la estaca en su corazón.

Ella ya no pronunció más un te amo,
ni le dedicó una mirada de amor,
tampoco un abrazo que trasmitiera calor,
y él ni siquiera lo notó.

Ella moría de tristeza,
acompañada de diálogos vacíos;
debía evitar hacer líos
y fingir que todo estaba tranquilo.

Un día dijo: ¡Ya no más!
de todo decidió escapar;
tratando de su alma aliviar,
a Dios se fue a buscar.

A ustedes, gracias por su compañía, les deseo vidas llenas de dicha y plenitud.

_{Los separadores de rosas los diseñé con una fotografía propia en PowerPoint. Las imágenes son de la aplicación bitmoji, que permite personalizar emoticones.}