La historia de un inmigrante.

Por supuesto que había soñado en conocer otros países, hablar otros idiomas y explorar cada rincón del mundo. ¿Quién no ha hecho esto al menos alguna vez en su vida? Solo de pensar que, cuando fuera adulto, tendría la posibilidad de conocer otras culturas, otros paisajes y otros parajes, de los tantos que existen en esta nave espacial llamada Tierra. Era un sueño y al mismo tiempo una motivación.

Estudia, saca buenas notas, obtén un buen empleo y vive la vida lo mejor que puedas con el dinero que ganarás en tu empleo; Cuando seas viejo, disfrutarás de la vida, de tus hijos ya crecidos y tus nietos. ¿Qué mejor final que una vida llena de satisfacciones conociendo países diferentes al que te vio nacer?

A pesar de los consejos de mis padres, la vida siempre estará frente a nosotros para lanzarnos su mejor golpe y ponernos de rodillas ante ella, pues, solo admite a quienes se oponen y luchan para tener un destino diferente al que se vislumbra, sea por escasos recursos económicos o por gobiernos que, con hambre de poder y de dinero, carcomen como un gran cáncer la economía de un país sumamente rico, llevándolo a la decadencia más miserable que haya podido conocer.

Un 16 de marzo, después de haber probado suerte en otro país diferente, emprendí mi rumbo hacia Chile; Un país del que jamás había pensado como una opción, nunca había estudiado acerca de su cultura, y que solamente tenía como referencia a Don Francisco, por su programa de entretenimiento.

¡Yo no fui el primero! No quería alejarme de mi ciudad, de mis amigos, de mi propia familia, pero tenía algo que hacer para surfear las olas de la crisis, del deterioro de los valores de las fuerzas públicas y de seguridad del Estado, y de mi propia empresa que estaba en plena expansión y de la noche a la mañana, estaba quebrada.

¿Un viaje por avión? Podría ser, sin embargo, mi media hermana no tenía los recursos para un vuelo, tampoco, al igual que yo, los 500 dólares estadounidenses que en ocasiones piden al ingresar a un país por vía aérea; Ya habíamos planificado un mes antes, que sería un viaje por tierra, y que probablemente, conoceríamos a otros compatriotas que, en la búsqueda de un mejor futuro, estarían sentados en el mismo autobús.

Colombia, Ecuador y Perú, fueron los tres países que teníamos que atravesar; Con una maleta llena de comida y productos enlatados, salimos a las 5 de la mañana de mi casa, dejando atrás recuerdos y teniendo delante un futuro que no sabíamos a qué nos teníamos que enfrentar. Dormir mal, comer poquito y marearse en el trayecto, fueron nuestros acompañantes durante los 9 días de viaje hasta pisar la primera ciudad chilena: Arica.

Al pasar el puesto migratorio chileno, y esperar el expreso que nos llevaría a la capital de este hermoso país, recordamos a los amigos que se fueron quedando en el camino; Unos en Colombia, otros en Ecuador, algunos en el Perú y otros en las regiones del Norte de Chile. Cada vez que alguien se quedaba, la comida que tenía la dejaba en aquel grupo de 20 personas que hicimos amistad en tan solo unos minutos. Ser venezolano, mis queridos amigos invisibles, es otro nivel de conciencia.

Nadie, absolutamente nadie, quedó sin probar un bocado de comida. La experiencia de migrar, era toda una aventura, hasta que, pensar en todo lo que dejamos en nuestro país, regresaba a nuestra mente, inundando los ojos con lágrimas que, después de 6 años, siguen apareciendo cuando recibimos la noticia de que alguien que nos esperaba, ha muerto.

Adaptarse a una cultura diferente, y los nombres de las cosas fue todo un reto; No obstante, el deseo de superación era tan grande que pasé por alto muchas cosas. Frases como ¿Por qué no te devuelves a tu país? Eran bastante comunes, buscando menospreciar la nacionalidad de alguien cuyo país, fue el receptor más grande de migrantes, y todos cabíamos sin problemas.

Oficios que jamás habría conocido, fueron mi primer reto. Aprender de carpintería relacionada con la construcción de viviendas, gasfitería, entre otros oficios, era mi prioridad. Desarrollar los oficios que ya conocía, era mi plan B.

Durante unos meses estuve solo; El trabajo me hacía olvidar la distancia, pero al llegar a la habitación donde dormía, era símbolo de estar acompañado con depresiones constantes. Depresiones que solo yo conocía, pues la familia tenía que estar confiada en que todo estaba bien.

Poco a poco fui reuniendo el dinero para que la familia comenzara a llegar: Un hijo, luego el otro, mi esposa, mis hermanos, sobrinos, primos, todos necesitaban una mano para ayudar con el pasaje, y nadie quedó sin apoyo; Los que no están en Chile, están en otro país haciendo lo mismo: Surgir y ayudar a los menos afortunados.

Tengo casi 6 años en Chile... aún no he ido a Venezuela. Mi madre, de 76 años, también está conmigo aquí. Ella quiere devolverse, pero le he dicho que aún no es el momento adecuado, pues este país también cayó en las garras del socialismo del siglo 21 y su economía va en picada. Tal vez no sea otra Venezuela, pero no esperaré a comprobarlo.

¿Emigrar de nuevo? Es un tema que he estado estudiando, unos a favor y otros en contra; Los que están en contra es por miedo al cambio, los que están a favor es con la esperanza de que, al llegar el primero, este ayude a que los demás lleguen también.

Sigo extrañando a mucha familia que quiso quedarse, el clima, la ciudad y su gente; No me siento chileno, no hablo como uno de ellos, pero he hecho buenos amigos quienes comparten de sus cosas conmigo y ayudan a otros migrantes sin importar su nacionalidad; Aunque no todos son así... los buenos somos más.

He tenido la dicha de ayudar a muchas personas a llegar a Chile, a estar en Venezuela y a otro grupo que decidió migrar a otros países, y esta satisfacción no la compra el dinero, a pesar de que fue con esta herramienta que pude hacerlo.

¿Volvería a emigrar y a comenzar de cero? ¡Por supuesto que sí! Pero jamás comenzaría de cero porque la experiencia adquirida en este país me ha fortalecido y me ha hecho crecer como persona, como ser humano.

¿Volveré de nuevo a mi país? De eso no tengo dudas, sin embargo, no tengo una fecha porque tengo muchas metas que alcanzar y otros proyectos que desarrollar para que a mi regreso, sea un aporte que ayude a reconstruir aquello que está deteriorado, principalmente los valores y todo aquello que ponga de nuevo el nombre de Venezuela en alto.

¿Saben? Muchos creen que los venezolanos somos personas ignorantes y de bajos recursos, pero cuando ven nuestra forma de hablar y de tratar a los demás, desean conocer más de nuestro país y de nuestra historia; Desean entender por qué Venezuela fue llamada un paraíso terrenal, y la razón por la cual nuestras mujeres son de las más hermosas en el mundo.

Esta es mi propia historia... una historia que no está escrita con palabras tristes, sino desde un corazón que procura aprovechar cada oportunidad que nos da la vida y lucha por conquistarla.

Si deseas participar en este concurso, puedes ir a la siguiente publicación: Concurso | La historia de un inmigrante.
También invito a @jessfrendcor, @alessgsl y a @cive40.

Mi agradecimiento a @yonaikerurso por crear este concurso donde podemos hablar de nuestras experiencias.

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Contenido original y totalmente escrito para #steemit por un venezolano en Chile.

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¿Quieres saber más de mí? Puedes leer Mi Presentación, Logro 1

Tal vez no todos somos grandes escritores, pero estoy seguro de que a menudo tenemos algo que contar. _Oneray

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