La estrella viajera / literatura-sc
Imagen de Pixabay editada en Medibang Paint Pro
Hubo un tiempo complicado, en que llegaron plagas a los cultivos, casi no se lograba rescatar nada, la hambruna se hacía presente y con ella, la enfermedad y los saqueadores. Cada noche, el papá de Susana vigilaba que no robaran nada de su cosecha, pero al alcanzarlo la peste, su hija se hizo cargo. Él murió y por la tristeza, su esposa se fue con él. Susana quedó sola, con su pena, su pequeño cultivo y dos perros que la ayudaban a hacer guardia.
Los perros ladraban como locos, la noche era espesa y no se alcanzaba a ver muy lejos, los canes salieron corriendo en dirección a su objetivo, se oyó un quejido y luego silencio. Susana miraba desde la ventana lo que acontecía, atenta… El crujir de una rama hizo que la joven pegara un salto, cogiera la escopeta de su padre y saliera de la casa a defender su herencia.
Siguiendo el sonido de sus perros (entre un gruñido y una queja), llegó al medio del sembradío, allí encontró a un hombre alto, con una herida de mordida en su pierna. Nunca lo había visto antes y era un pueblo pequeño.
-¿Quién eres y qué haces aquí? Y más te vale que la respuesta sea buena- dijo Susana apuntándole con la escopeta cargada.
-Soy un viajero, solo voy de paso- respondió el hombre con voz gruesa y pausada –baja tu arma, no te haré daño- continuó.
-Jajajaja ¿te parece que tú eres quien puede hacerme daño? El arma en mi mano me indica otra cosa.
-Me llamo…
-¡No pregunté tu nombre, no quiero saberlo! Sal de mi propiedad, no vuelvas y olvidemos este incidente.
-Mi pierna está herida, tengo hambre y estoy perdido, por favor ¿podrías ayudarme?
Susana se repetía a sí misma para sus adentros “esta es una idea estúpida”, pero sintió lástima del hombre, trató su herida y le dio de comer, le indicó que podía dormir en un pequeño cuarto independiente de la casa, que solía funcionar más bien como un almacén. El hombre agradeció las atenciones. Susana se extrañó de Jiban y Dana (sus perros), estos se echaron a la puerta del almacén, como si protegieran al viajero.
Ya rayaba el alba, cuando Susana se despertó por un familiar sonido de su infancia, corrió a la ventana y vio las luces inundar sus cultivos, a lo lejos, la silueta del hombre se perdía en un destello hacia el cielo.
Al cabo de unos días, la plaga se fue y el pueblo pudo reponerse de la crisis. Susana aun ve las luces.
-Fin-
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Me encantó tu cuento, una historia que a pesar de iniciar de una manera trágica y dolorosa, gracias a la bondad y la solidaridad, se revierte y soluciona una situación que no mostraba sino desgracia.
Excelente relato amiga @mavilan.
Saludos.
Hola amigo @fjjrg!
Me contenta mucho leer tus palabras y saber que te ha gustado mi relato. Siempre me es agradable escribir historias que tengan un final feliz, dan esperanza para la vida real también jeje
Muchas gracias por tu visita y tu buen comentario! Que tengas feliz tarde!