A pesar que el papa de mi hija y yo tenemos mucho tiempo separados, llevamos una relación armónica, de respeto y solidaridad por ese tesoro en común que tenemos y siempre procuramos su bienestar. Está pendiente de ella y su manutención sin que yo tenga que andar detrás de el, recordándole sus responsabilidades y eso es algo que mucho le gradezco porque aunque se que es su obligación, no todos los padres son responsables y menos en estos tiempos. Incluso, lo del deterioro físico de la vivienda es algo que a el no le toca, pues ya no somos pareja, ni vive con nosotras; pero el piensa en el bienestar de su hija y bienvenida sea su ayuda desinteresada por modesta que sea.

Llego María Milagros del colegio, le conté lo que hable con su papa y ya sabía porque paso a verla al colegio. Me alegro mucho que me mostro un examen de matemáticas con 18 puntos, más dos puntos de rasgo que le dieron obteniendo nota perfecta; le di gracias nuevamente a Dios con todo el corazón porque matemáticas es la materia que más le cuesta a mi hija y esta nota le da un buen comienzo de lapso y confianza para continuar.