LA CANASTA DE EMOCIONES -2da parte-

in #spanish6 years ago (edited)

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La gente le decía que el dolor difícilmente se puede remediar. Sin embargo ella tenía esperanzas, no era una chica rencorosa por lo que no iba a odiarlo.

Pero necesitaba saber la razón. Ni el más grande de los dolores que él le pudiera provocar iba a detener su corazón latente cada vez que lo ve.

Se sentía mal. Sí. Pero no se quedaría de brazos cruzados, esa chica era fuerte. Aunque nadie se diese cuenta.

¿Podía ella volver a ser quién era? Con sus más grandes sonrisas sobre el rostro, lleno de vida y alegría. Cada cosa hermosa que la definía. Cada cosa hermosa que él amaba de ella.

¿Podría volver a ser lo que fue?

¿O está a solo un paso de lograrlo?

O simplemente no ha cambiado...

Se propuso a lo que ninguna mujer hubiese hecho antes. Encararlo y saber la razón de aquel sufrimiento, el misterio sobre aquella canasta de emociones que él le había obsequiado. Necesitaba saberlo...

Porque a pesar de todo. Ella lo seguía amando. ¿Cómo se sentiría el luego de haberle roto el corazón a esta chica?

Eso pensaba ella constantemente.

¿Estaría triste y miserable?

¿O triunfante luego de haber logrado lo que quería?

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Sin embargo nada era como ella lo creía.

Triunfante y alegre. Nada de eso, aquel príncipe miserable había caído perdidamente enamorado de ella, eso era algo que el apenas podía entender. No estaba seguro de sus sentimientos, sin embargo ya se había sentido antes de esta manera.

El sentimiento era el mismo, aunque notó que esto era aún más fuerte y poderoso que cualquier cosa que haya podido sentir antes. Nunca se había encontrado con una chica como aquella. A sus ojos ella resultaba ser la perfección.

La amaba y de eso no había dudas.

No podía dejar de pensar en una forma para remediarlo, arreglarlo y solucionarlo. Necesitaba estar junto a ella, y sentía que en él estaba ese poder de hacer cualquier cosa que ella le pidiera, que podía hacer lo que fuera a cambio de volver a encontrar la felicidad pero junto a ella, por supuesto.

Porque el sentía que de lo contrario, al no estar con ella no creía poder encontrar nunca la felicidad que deseaba.

Ella llevaba su canasta y en esta se encerraban todas aquellas emociones que él quiso enterrar desde un principio. Pero ella la había dejado caer y junto con las terribles emociones que a ella le desbordaban ahora, se encontraba, el anhelo y la pasión que llegaron a él a pesar de la distancia.

Se habían citado, ella quería hablar con él. Él estaba nervioso. Verla a la cara una vez más, resultaba doloroso. Como aquella frase "Tan cerca, pero tan lejos" así se sentía. Y se propuso esta vez decir la verdad a todo aquello que ella le preguntara.

Que se diera cuenta que aquel ser que le hizo daño no es el mismo que justo ahora se encuentra frente a ella.

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No paso mucho. Sin embargo hablaron, sin parar ni un solo segundo. El la vio sonreír, sintió alivio. Ella lo había entendido, lo había perdonado después de todo. Pero no terminó como él quería.

Ella simplemente no podía volver a estar junto a él. Sus palabras fueron claras, lo había perdonado pero una cicatriz había quedado en ella. Y no quería que sane, aun.

Él no podía creer que su vida diera un giro tan inesperado, lo había rechazado y él se había quedado en su asiento aun viendo la silla vacía que ella había dejado, con su leve esencia y presencia.

Él estaba enamorado. Aquel príncipe oscuro, que según ella era.

Pero él la amaba. Y valoraba su vida lo suficiente como para no rendirse. No iba a rendirse de estar algún día con ella. Porque a pesar que la había herido y se había arrepentido. Una leve esperanza le quedaba...sentía que ella simplemente no pudo haberle dejado de amar tan deprisa.

Eso era lo que constantemente se decía, obligándose a creerlo. Y eso fue, se prometió no rendirse jamás.

Ir detrás de aquella chica que había dejado sus huellas en su corazón.

Aquella canasta de emociones que cargaba como si fueran una sola. Su dulce compañera, la única cosa que por el momento los unía, que compartían.

Aquella canasta que le fue obsequiada por él.

Era su única esperanza.

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Valía la pena el esfuerzo, eso creía él.

Pero ella no veía la hora, ni el momento para que aquello acabara, no podía soportar más el tener que verlo. Le dolía más de lo que pensaba. Se obligaba a olvidarlo, y sin embargo no funcionaba. Estaba cansada, quería escapar. Y tal vez fuera cobarde pero en ese momento ella no podía si quiera pensar en eso.

Tenía miedo.

Con cada día que pasaba se sentía más ansiosa y preocupada por cualquier y pequeña cosa. No podía dejarlo pasar por más que quisiese. Y lo odiaba. Odiaba sentirse de esa manera.

A veces pensaba que lo más sensato sería corresponder a sus sentimientos y olvidarse de los malos momentos. Darse una oportunidad de poder ser feliz de nuevo, si es que alguna vez lo había sido. Y entonces esos pensamientos se arruinaban, nunca fue feliz, todo fue un espejismo, una mentira de parte de la persona que amaba. No sentía que podía volver a amarlo como solía hacerlo, con tantas ganas y pasión.

Se sentía vacía y sola. Pero ‘’mejor sola que mal acompañada’’. Por más que lo haya perdonado, su corazón ardía. Y no veía solución buena para aquella situación. No la encontraba.

Las únicas opciones que tenía le daban miedo.

El seguía buscándola, llevándole el más mínimo detalle para ponerla contenta. Cualquier cosa que pudiera hacerla recordar su amor por él.

Y eso lo hacía más difícil. Tal vez para otros sería fácil. Pero para ella aquella situación era más que complicada. Su mente y corazón respondían de diferente forma. Y no podía responder a ambos.

¿Qué hacer? Ya simplemente no lo sabía.

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Desde su perspectiva, comenzó a notarlo. Ella comenzaba a fastidiarse de su presencia. Y ahora sentía miedo, sentía miedo de que ella de verdad lo aborreciera y sus esperanzas cada vez disminuían más.

No encontraba modo ni motivos para hacerle ver cuánto la amaba. Ella simplemente ya no le creía y él lo entendía. Pero se dio cuenta que tal vez ella nunca lo volvería a amar como lo había hecho en un principio. Que por culpa de sus mentiras y engaños había transformado a una dulce y hermosa persona a una rencorosa, llena de odio y dolor.

Y ella no hacía más que rechazarlo. Y tal vez él tenía que dejar de ser tan egoísta porque tan sólo pensó en su felicidad, en que sin ella seria miserable. Pero tal vez, junto a su amor, ella sería la miserable. Y eso jamás lo permitiría.

Se rindió. No tuvo opciones, insistir no le hacía bien a ninguno de los dos. Cumpliría sus deseos, se alejaría y la dejaría ser feliz.

Con su corazón en su mano hecho pedazos no pudo más que resistir el dolor y al fin despedirse para siempre.

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Se amaban, lo hacían. Pero, ¿que era tan difícil? ¿Qué tantos obstáculos obstruían el amor que sentían para que no pudieran estar juntos?

A ella se le rompió el corazón al ver su despedida. El simplemente se paró allí frente a ella, expresándole todos sus sentimientos, con lágrimas en los ojos para después tomar su mano y darle un delicado beso.

Todo es tan difícil y tan fácil al mismo tiempo.

Pero todo acabaría de esa forma si ella no daba un paso.

Sin embargo su instinto la hizo reaccionar. Lo tomo de los hombros y le dijo las palabras que él deseaba escuchar. "No te vayas" y después de decirle esto. Él no lo dudó.

Él pasó la noche reflexionando aquellas palabras, y más aun las que le vinieron después. Entendía, ella le dijo que le diera tiempo para pensar, pero que no se alejara, que no podría soportarlo. Él sonrió, ella no podía soportar vivir sin el en su vida. De cualquier forma, sentían lo mismo.

Él podía verlo, como ella podía amarlo como antes. Su esperanza floreció, y permaneció alerta hasta que llegase el momento en que ella tomase su decisión.

Podría esperarla para siempre, si de ser así podrían llegar a estar juntos algún día.

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¿Porque tenía que ser tan complicada? Su corazón gritaba con agonía y sin embargo algo la detenía. No podía evitar dejar de hablarse a sí misma preguntándose miles de veces lo mismo: ¿Qué te pasa?

El veía los segundos, los minutos y las horas pasar tan lento que llegó a un punto de desesperación. A pesar de que le había dicho que esperaría cuanto lo necesitará, no podía soportarlo. Porque no sabía que estaba esperando, un rechazo o una bienvenida a su nuevo mundo junto a la mujer que ama.

No podía adivinarlo. Pero una leve esperanza permaneció desde que ella se apiadó de él impidiendo que se fuera desde aquellas dulce e inolvidables palabras que ella le dijo.

Jamás podría olvidarla. Que tan difícil se le hacia la idea, jamás había sufrido tanto como en aquel primer amor. Pero esta vez era diferente. Sufría por no tenerla junto a él. Y aquella vez creyó pensar que se le había roto el corazón pero ahora pensó que tal vez simplemente dejo un vacío en su corazón que alguien le dejara. Alguien que él quería y que de repente se había ido. No la había amado con locura. No como ahora.

Ella era especial y era tan difícil de explicar. Y lo amaba. Sus complicaciones, sus enojos, su sonrisa, que extrañaba dulcemente.

Ella no podía dejar de pensar en la solución. En el que hacer para quitarse ese peso que le decía que no. Y guiar tan solo a su corazón.

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Pudo insultarse a sí misma tantas veces que dejó de doler. Como su corazón noble había oscurecido con esos malos pensamientos. Su corazón ahora negro poco a poco iba recuperando su color. Porque dejó de pensar, decidió ir sobre su orgullo y seguir a su corazón en vez de a su mente.

Sin embargo aún no se atrevía a hacerlo.

El príncipe aun con la espera recuperó su alegría, y cada vez más a sus ojos le parecía más apuesto. No podía ignorar esos sentimientos y era difícil no expresarlos en público.

Solía pensar que el destino estaba en contra de su amor, que nunca podrían estar juntos como tanto deseaban, porque su mente no dejaba de sacar excusas para rechazar cualquier petición que su corazón pidiera. Era como si la lógica de aquel destino se propusiera a alejarlos y separarlos.

Pero se propuso ir en contra de esa lógica y de ese destino, y su mente fue cayendo lentamente bajo el poder del amor.

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‘’No sirve de nada seguir negando lo evidente. Me estoy engañando a mí misma, lo amo y eso no va a cambiar’’.

No pasó mucho tiempo cuando ya estaba en sus brazos llorando arrepentida, pidiendo perdón por haber dejado pasar tanto tiempo.

El aun no podía creer que la tuviera tan cerca y que no fuera por solo unos minutos. Sino para siempre. Porque él la amaba y su amor era como una constelación de estrellas en el cielo todas tan cerca pero a la vez tan lejos. Era algo que duraba para siempre, aún más allá de la vida y la muerte.

Hacia la eternidad.

Ella estaba feliz. Él estaba feliz. Ambos lo estaban a pesar de todo. Al fin habían logrado lo que querían que fuera estar juntos. Algo que creían imposible. Con un solo cambio en sus pensamientos en menos de un día pudo ser posible.

Ella pudo seguir a su corazón sin escuchar a su mente. Y él pudo olvidar su pasado amando su presente. Amándola como nunca lo hizo antes.

El amor fluye entre ellos, y las palabras que sobraban, que dejaban huecos vacíos los reemplazaban dulces besos.

Un tonto amor, que en un principio fue una venganza, un capricho, odio e ira reflejada en una persona. Ahora es más felicidad.

20

Había una vez, una chica que llevaba una canasta de temores y de alegrías, esa chica que tan solo pronunciaba un nombre con anhelo y pasión.

La primera vez que su canasta se cayó, la alegría broto sobre ella, haciendo de la felicidad una gran amiga y para ella que ahora siempre reía, todo era felicidad.

No solo las cosas más hermosas podían satisfacerla, literalmente todo la hacía feliz.

La segunda vez, fue obra de aquel hombre quien ella creía un príncipe, al caerse la canasta, la miseria broto sobre ella, haciendo de la tristeza una gran enemiga y para ella que ahora siempre lloraba, todo era sufrimiento.

No solo las cosas más terribles como las mentiras de aquel príncipe la hacían sufrir, literalmente todo la hacía sufrir.

Pero el hombre cambio, su amor floreció, el arrepentimiento emanó su ser, y dejo la venganza detrás. Y su amor por ella crecía más y más.

Y ella no lo perdonaba. Pero lo seguía amando a pesar de todo, y siguió su corazón sin escuchar su mente.

Y junto al de nuevo, pudo ser feliz.

Esta vez de verdad. Porque lo que sentían era una gran realidad.

Y por supuesto, nunca dejó de pronunciar su nombre.

El nombre de aquel hombre que le obsequió esa pequeña pero potente canasta de emociones y que al final, la hizo la mujer más feliz de todas.

FIN

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Imagen de dominio público

Escrito por Luna

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