El jardín de los luceros [Cuento psicodélico / relato original]
Saludos querida comunidad Steemit, estuve ausente por diversos motivos, el más relevante es que en estos momentos padezco de una infección en el tracto respiratorio, espero que mediante los pocos medicamentos que he podido conseguir logre mejorar mi estado de ánimo y de salud. Sin embargo, no fue ningún impedimento para dejar de escribir y plasmar las ideas que se vienen a mi cabeza siempre, ahora sí, vayamos al grano y subamos el telón con lo que a continuación les presentaré, ya que es la primera vez que escribo un cuento.
El jardín de los luceros
Una vez que hube caminado toda la avenida Carabobo, llegué a la guarida de Sam, allí estaba, ¡ah! Esta maravillosa casa, hasta aquí podía percibir el aroma de las flores que con tanto amor cuida la señora Nahid, con ese delicado roce de sus manos, delineadas por el duro trabajo de tantos años, es como si cada flor que se desvanece en un instante, es una arruga que le regalan estos bellos capullos a su guardiana. Me acerqué y con mi dedo índice todo sucio, corchado por el aderezo de mi cena, ya que a fin de cuentas el hambre me estaba matando y en una pequeña parada que hice, de un santiamén devoré esa delicia, toqué el timbre ¡ding! ¡dong! ¡ding! ¡dong! ¡ding! ¡dong! ¡ding! ¡dong! ¡Ya basta! intenso de mierda, vas a despertar a mi abuela, ya te abro la jodida puerta –se escuchó desde la ventana– Hice molestar al pequeño Sam con mi estúpido jugueteo para que moviera ese culo en abrirme. Por fin se acercó hasta la puerta del frente, vi como en su mano izquierda llevaba una simpática bolsa Ziploc y en su interior algo que llamó mi atención, con la otra que le quedaba libre me estrechó un abrazo. ¡Feliz cumpleaños perro! ¿Ya cuántos? ¿veintinueve? –Me preguntó– Jajaja ¡qué va!, veintiséis apenas hermanito –contesté– Con un gesto amable me invitó a pasar, atravesamos el jardín y nos acomodamos en el sofá que se encontraba en el pórtico, sin que Sam se diese cuenta, me limpié las manos sobre esta tela única, terciopelada, purpurea que cubría el diván, esa que parece como si emanase un perfume a uvas –estos árabes sí que tienen un buen gusto con todo lo que adquieren, y yo aquí, cagándoles esta hermosa obra de tapicería exótica con mi inmundicia–. Sin alardear más, ni darle vueltas al asunto, Sam sacó de su curiosa bolsa una especie de hongos y los esparció por encima de una mesita de vidrio que allí al frente teníamos. Mi sorpresa no fue nada normal, ya que solo los había visto en imágenes de internet o descritos en los textos de los psiconautas que visitaron a María Sabina, estos son “Los niños santos” –me dije– tomé uno con curiosidad y lo observé, era de un tono grisáceo, tallo alargado, cabeza acampanada y por debajo un suave tinte negro que manchaba. ¿Cuántos crees ser capaz de comer y con ello soportar el peso de tu conciencia? –Me consultó– Esta pregunta me dejó anonadado, tanto así que volví a poner al pequeñín encima de la mesa. ¿Crees que con unos quince iría bien? –Lo interpelé– Súmale a esa cantidad unos cinco y tomaremos la dosis “heroica” –me respondió el muy bastardo– Vale, hagámoslo entonces, porque si lo sigo pensando me echaré para atrás y bastante tuve que pasar para poder llegar hasta aquí, además nunca hago nada en particular en este día, así que… ¡Hagámoslo!
Repartimos el botín equitativamente, veinte por aquí y veinte por allá, los demás los dejamos encima de la mesa, tampoco es que eran los hongos más grandes del mundo, su tamaño variaba, unos chicos, unos grandes, al igual que su forma, también era muy diversa, tanto así que parecían por su aspecto al de los fósforos de la cocina. Ahora sí es donde comienza lo mejor mi pequeño saltamontes, toma esta taza de miel de abeja y sumérgelos uno a uno para engañar un poco al paladar, además, esta mezcla ayudará a que la psilocibina entre directamente en tu torrente sanguíneo, luego de unos instantes ya deberías empezar a sentir los primeros síntomas del viaje –acotó mi gurú– o bueno, así lo contemplé en ese momento. Cogí por separado cada uno de estos especímenes, los separé por grupos y comencé a comerlos, uno, dos, tres, seis, doce, diecisiete… ¡agh! ¡qué asco! Veinte, ¡Listo! ¡ya pasaron! Tomé un vaso con agua y me lo bebí a fondo, quería pasar ese trago amargo y olvidarme de lo que había hecho, pero… ya era demasiado tarde, dentro de mis entrañas algo empezaba a estremecerse y no eran ganas de ir al baño. Mientras tanto observaba a Sameer degustarlos, como si de caviar se tratase. Al cabo de unos minutos comencé a experimentar un inexplicable hormigueo en la espalda, escalofríos en mis brazos, y el corazón agitándose, sentí cómo un choque repentino de adrenalina recorría cada una de mis venas, los nervios estaban a flor de piel, no podía esconderlo –¡Qué fuerte es esto! ¡Dios, Alá, Jesús, Mahoma, María, José, agarren mi cordura porque ya se me fue!– Respiré profundo, me recosté, cerré los ojos y dejé llevarme. Pequeñas figuras con una tenue luz fluorescente empezaron a vislumbrarse bajo el telón de mis párpados, no quise abrirlos, era muy curioso todo lo que me estaba sucediendo, animales iban y venían, solo sus siluetas podían ser detalladas por instantes, algo similar a los petroglifos que dibujaron nuestros ancestros, con esto ya sabía qué clase de drogas se metían para inspirarse de tal manera sobre las rocas, los fractales iban armándose infinitamente, no paraban de hacerse locas figuras en mi mente. Podía escuchar el susurro del viento cada vez más y más agudo, inclusive la intensidad del mismo lo podía cambiar a mi antojo, abrí los ojos y mi realidad estaba totalmente distorsionada, Sam estaba en su mejor momento, no quise molestarlo, así que decidí caminar hacía el jardín, me senté allí y vi cómo varias luces bajaban lentamente, se posaban encima de los pétalos de las consentidas de doña Nahid, sus jazmines, claveles, violetas… ¡Qué delicia para mis ojos y olfato! Estos luceros ¿qué son? Yo los denominé como hadas que vinieron a hacerme compañía en este evento único e irrepetible. Me tendí de pies a cabeza, me quité los zapatos y empecé a jugar con la grama, también jugué con los luceros, los tocaba y ellos rodaban por mi cara, mi cuello y mis brazos. Daba vueltas, y seguía revolcándome con toda la gracia del universo. Hundí mis dedos en la tierra y con un movimiento continuo la frotaba, escuchaba carcajadas a mi alrededor, ¿será que le estoy haciendo cosquillas al jardín? –me preguntaba– de todas formas, nadie podría contestar estas preguntas. Bastó con que la intensidad de la alucinación comenzase a subir, como una montaña rusa sin fin, subía, subía y no paraba de hacerlo, ya no tenía control sobre lo que me sucedía. Vi mi cuerpo encorvado, inerte en el suelo, ¡mierda! ¿será que estoy muerto? ¡no puede ser! ¡no puede ser! Fijé mi mirada hacia donde estaba Sam, intenté gritarle en búsqueda de su ayuda, pero no podía escucharme, era inútil. Palpé mis bolsillos, he intenté sacar los audífonos para ver si en aquel plano algo de música podía devolverme paz y tranquilidad, pero no, todo fue en vano, salían metros y metros de cable, se me enredaban en mis dedos con ritmo nervioso, intenté romperlos, morderlos, destrozarlos, pero nada servía, toqué mi barriga y lo que estaba tocando realmente eran mis tripas las que se estremecían en mis manos ¡estaban afuera! ¿cómo pudo suceder? ¿cómo puedo seguir estando vivo? Ya no sabía distinguir lo real de lo irreal, ¡oh! Aquella imagen visceral tornó todo el ambiente de un tono rojizo, simplemente entre sollozos y lamentos clamaba piedad por mi error cometido ¿en qué peo me metí? Desesperadamente me quité toda la ropa, la acomodé en el centro del jardín y la encendí en llamas con el único mechero que traía, vomité encima de ella, me cagué encima, saqué el artista abstracto que todos llevamos dentro, me unté la cara y el pecho, dibujando mi obra maestra, líneas discontinuas, figuras asimétricas, todas se iban juntando hasta que la mirada de las personas que devoraban basura empezaron a aparecerse, a vigilarme, esa maldita imagen volvió a mi mente, pensé que ya la había eliminado por un momento, pero había sucedido tan reciente que no lo pude evitar ¿por qué no les di lo que llevaba para cenar? ¿esta es su manera de atormentarme? ¡mátenme si es lo que desean! La zanja que una vez hubo en mi barriga, comenzó a gruñir, se transformó en una bestia de dientes afilados, lengua bífida, y ese aliento de cebolla que expedía de su interior comenzó a persuadirme. ¡Mátalo!, ¡Mátalo!, ¡Mátalo! –gruñía– ¿será esta la única forma de salir de esta pesadilla? Sin poner en duda sus órdenes y en medio de mi desespero, salvajemente tomé la tijera podadora del jardín y me balanceé encima de Sam, éste no comprendía nada de lo que sucedía, pero ya era demasiado tarde, enterré firmemente el doble filo en sus ojos, fue un cálculo perfecto, cerré la tijera y ¡bualá! Más pintura, más arte… seguí podándolo, su lengua cayó de un tirón, sus orejas, el cuero cabelludo, ¡qué difícil es de arrancar esta parte! La tomé con mis dedos y lo desollé como un conejo… éste se retorcía de un lado a otro, lo sostuve fuertemente hasta que el forcejeo comenzó a cesar. Puse mi oído junto al lado izquierdo de su pecho, quise escuchar cómo se iban haciendo cada vez más lentos sus latidos. Perdóname amigo por todo lo que he hecho –le dije– De pronto escuché su voz ronca que me decía –tranquilo, todo estará bien pequeño saltamontes, tranquilízate, ya todo pasó, pronto la montaña rusa hará su última parada, en todo tu maltrip te estuve cuidando, no parabas de gritar y de llorar, ya amaneció y mi abuela nos tiene listos unos exquisitos falafeles para el desayuno. Ahora dime… ¿qué tal te pareció el viaje?
Fuente: https://i.pinimg.com
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Absolutely agree!
O_O mi madre!!!! quede sin palabras jajajaja aunq yo lo mato si me ensucia mis muebles jajaja que locura de historia
Señorita nagiss, jaja qué cuchi verle por acá en mi segundo relato. Una historia un tato subida de tono también, pero basada, en algunos detalles, en hechos reales. ¡Un gran abrazo!
ñ_ñ que te puedo decir me gusta leer, y tu me has gustado ... me refiero a como escribe xD
"...y tu me has gustado ... me refiero a como escribe xD" Jajajajajaja y ésto a mí me causó risa también jajajajaja.
jajajajaa son vainas!! xD
Jajajaja que loco tu relato y lo de: "Qué fuerte es esto! ¡Dios, Alá, Jesús, Mahoma, María, José, agarren mi cordura porque ya se me fue!" Me dio mucha risa. Me gustó, sigue así.
Bueno, hay que mantener el sentido del humor allí presente siempre. Saludos Nini
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Hermano ¡Esto está fantástico!
Me gusta mucho cómo lo redactaste, el gran toque humorístico y alegre que logras transmitir.
Te sigo desde ahora.
Sigue así.