El Liverpool, la final inglesa de la Champions y lo que significa ser un "merecido" campeón

Ayer Tottenham y Liverpool disputaron la final de la UEFA Champions League, y nos dejaron a todos con una sensación de incredulidad y decepción ante lo que ha sido sin duda, una de las finales más aburridas y desabridas que jamás hayamos visto en la competencia de clubes por excelencia.

Quizás si estos dos equipos hubiesen llegado a esta final en otras circunstancias, si el torneo hubiese sido aburrido y el nivel exhibido hasta esta etapa por los finalistas y sus respectivos rivales fuese bajo, habríamos aceptado que simplemente no había nivel para más. Pero todo lo contrario.

Hemos disfrutado de las semifinales más emocionantes que puedo yo recordar, no solo en la Champions, sino posiblemente en cualquier torneo de eliminación directa a doble partido.

Un Liverpool goleado de forma un poco inexplicable en el Camp Nou, se rehizo en la vuelta a pesar de varias ausencias importantes y en una segunda mitad memorable superó ampliamente a un FC Barcelona para dar vuelta a un 0-3 y ganarse un cupo en la final de Madrid.

Lo del Tottenham fue incluso más épico si cabe, con una buena plantilla que sin embargo no aparecía en los pronósticos de nadie como uno de los finalistas de esta edición, logró superar dos eliminatorias de infarto ante el City en 4tos, y ante el Ajax en semis, remontando ante estos últimos una desventaja de dos goles en condición de visitante.

Podemos sumar a estos antecedentes, el fantástico trabajo que han hecho tanto Jurgen Klopp como Mauricio Pochettino al frente de sus respectivas escuadras. Dos técnicos que tomaron estos trabajos años atrás, con escuadras que rendían a un nivel muy inferior al que demuestran hoy por hoy.

Han construido a dos equipos atrevidos con la convicción de ser protagonistas y de ir a buscar la victoria en cada partido, uno con un estilo más intenso y vertiginoso, el otro con una apuesta más orientada hacia la ocupación de los espacios y el trato del balón (aunque no olvido que en algunos momentos de apremio, los balones largos de Eriksen para Llorente se convirtieron en su principal arma).

Entonces, ¿cómo puede ser posible un partido como el de ayer? Creo que varios factores afectaron el rendimiento de ambos:

• La presión a la que se han visto sometidos dos equipos sin títulos (y calificados injustamente por muchos como perdedores) en años recientes
• El largo receso sin partidos previo a este juego, que pareció frenar en seco la inercia que traían ambos
• El tempranero gol, que significó un golpe anímico para un Tottenham que quizás tenía pensado un planteamiento más reactivo, y a su vez fue la excusa perfecta para que el Liverpool decidiera ejecutar un plan mucho más conservador de lo esperado

¿Fué el Liverpool un justo campeón de esta edición de la Champions?

Entiendo que la insatisfacción por el pobre espectáculo de ayer pueda llevar a más de uno a plantear que no fue merecido que el Liverpool levantara la copa y que de hecho, aún sin haber hecho un gran partido, el Tottenham hizo algo más que su rival para tratar de llevarse el partido.

La verdad es que a lo largo de todo el torneo fue el Liverpool quien demostró un nivel más competitivo más alto.

Es cierto que ambos equipos tuvieron sus altos y bajos en la primera fase, superándola como segundos de sus respectivos grupos. Pero fue el Liverpool quien superó con claridad a dos de los favoritos (por historia y presente) en las rondas previas, venciendo al Bayern en su casa y remontando al Barcelona con una goleada imponente.

Y en la final, por muy aburrida que nos resultase, fue también el Liverpool quien logró imponer las condiciones de principio a fin. Con una ventaja desde muy temprano era a los reds a quienes les convenía que NO se jugara, que todo permaneciera igual. De hecho a pesar de no contar con la posesión del balón, las únicas jugadas de peligro para el arco contrario en todo el primer tiempo, las tuvo el Liverpool. La primera ocasión en los primeros 25 minutos de la segunda mitad, también.

Recién superados los 70 minutos de juego, el Tottenham logró su primer tiro al arco, un flojo remate bombeado de Dele Alli.

Y si bien a partir de allí, y por unos 15 minutos el Tottenham fue quien tuvo el balón, la iniciativa y algunas buenas ocasiones de gol, todo esto se dió como producto de la necesidad más que por expresión de superioridad futbolística.

Por todas estas razones, creo que si bien el partido no fue bueno y el 2-0 es un tanto excesivo, el Liverpool ha demostrado a lo largo del año con claridad que hoy por hoy se trata de la máquinaria futbolística más potente de todo el fútbol europeo (incluso por encima del City, que aunque posee un nivel técnico y táctico igual de alto, sigue siendo un equipo con cosas por trabajar en su fortaleza emocional).

¡Felicidades a un justo campeón!