¡Llegó el jueves!

   Espero que estén todos bien. Hoy les traigo contenido nuevo con un poco más de mi arte y literatura. Pero como esto es largo, espero sea de su agrado y los dejo desde ya con el contenido

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   Cuando hice éste dibujo tuve siempre en mente que sería la portada para un cuento de amor, ya que como hoy es el día del amor y la amistad, pues no quería dejar pasar el tema. Sin embargo, al final terminé agregando caballeros y dragones; y aunque en la ilustración que verán a continuación sólo ilustro a la pareja del centro porque no me dio tiempo de hacer toda la portada, el que vean desde ya dragones y espadas es en parte un pequeño spoiler de lo que se viene en la ficción.

   Pero bueno, aunque hay mucho que me gustaría contar sobre éste dibujo y el proceso, no cuento con demasiado tiempo para alargarme. De hecho por estar atareado es que publico a esta hora, cuando en realidad me gusta hacerlo en la mañana. Y ya para pasar al paso a paso de la ilustración, sólo diré que el dibujo a mano no lo sombreé porque preferí dejarlo así y hacer el trabajo digital nada más. Pero sin más alargue, a continuación el paso a paso. ^^

Ilustrando paso a paso

1. Abro el dibujo hecho a mano con Paint Tool Sai y creo una capa nueva encima para empezar a hacer trazos sobre éste.

2. Una vez siento que no falta trazar nada más, quito la capa del dibujo hecho a mano y me quedan los trazos digitalizados sobre los que voy a pintar en los siguientes pasos.

3. Coloco los colores base de cada parte del dibujo: piel, ojos, cabello, etc. Cada base en su capa particular.

4. Coloco las sombras a cada color base, empezando por las menos oscuras y luego las más oscuras.

5. Difumino las sombras.

6. Agrego las luces.

7. Difumino las luces y doy unos últimos toques.

8. ¡Listo! Ahora sólo pongo una imagen de fondo (cuya fuente pueden encontrar haciendo clic aquí) y coloco la firma personal.

Ficción: Einar y Aila

(Advertencia: la historia a continuación cuenta con más de 2.200 palabras)

Tiempo atrás, cuando la magia y los monstruos solían andar por estas tierras que hoy pisamos, existió una pareja de amantes que, durante un tiempo de su vida, experimentaron el más profundo y puro amor romántico que el ser humano puede experimentar. Esto, por supuesto, era sinónimo de complicación, como en aquel entonces y probablemente como también en estos tiempos.

   El nombre del caballero era Einar; el de su dama, Aila. Juntos crecieron desde la edad en que todavía se tiene dientes de leche; y aunque su amor de adultos fue el más apasionado, de niños la relación era otra: parecían más bien de esos hermanos que siempre se están pelando y aun así viven uno cerca del otro en todo momento.

   De niños Aila estaba enamorada del hijo único del rey: el apuesto príncipe, quien era contemporáneo con nuestros protagonistas. Y es que, el padre de Aila era la mano derecha del rey, y la mano derecha del padre de Aila era el padre de Einar, así que tiene lógica que de vez en cuando Einar, Aila y el príncipe jugaran juntos. Y aunque Aila sentía mariposas en el estómago por el príncipe, éste era un engreído, y no correspondía a su amor. Einar, por su parte, era muy niño para estar pensando en cosas del amor, y prefería practicar a las luchas y peleas con palos como espadas con los demás niños de por allí.

   El tiempo pasó; las primaveras pasaron; Einar se convirtió en un joven hábil guerrero y Aila una hermosa señorita: ambos tenían mucha confianza entre sí a esas alturas, y mutuamente se apoyaban en momentos difíciles; como cuando la muerte decidió buscar al padre de Aila mediante una enfermedad, dejándola sola con una madre sorda. O como cuando el padre de Einar salió con un batallón de treinta hombres a escoltar un cargamento de oro pero sólo regresaron cuatro hombres contando la historia de cómo los emboscaron y asaltaron, matando a la mayoría… incluyendo al padre de Einar; dejándolo solo y sin siquiera una madre sorda, pues ésta hace más de una década que había abandonado la familia.

   Primaveras y más primaveras pasaron: Einar se volvió uno de los más fuertes, hábiles y ágiles guerreros en todo el reino; Aila en una indudablemente hermosa mujer, quien rechazaba y rechazaba propuestas amorosas candidato tras candidato, pues su atención sólo estaba en cuidar a su ya anciana madre. Incluso el príncipe se veía ahora interesado en Aila.

   La amistad de Einar y Aila continuaba en ese entonces, por supuesto.

   Einar era muy conocido en el reino por lo mucho que había demostrado ser un verdadero valiente. Tanta era su reputación, que el mismo rey lo quería como a un hijo más, y hasta en una ocasión quiso adoptarlo como tal; pero Einar no era un príncipe, él era un guerrero, y rechazó la oferta.

   Cuando la madre de Aila inevitablemente murió, la vida de Aila perdió sentido, pues su madre era su día a día y ahora no tenía a nadie… excepto a Einar.

   Ambos personajes no tenían a nadie si se daban cuenta, sólo se tenían entre sí, y fue entonces cuando se abrió la ventana ante sus ojos que dejó ver más allá del cariño y la amistad, dando paso al amor.

   Siempre habían estado el uno para el otro: ambos conocían todo de ambos, y también ambos hace años que habían aceptado los matices de ambos; así que su amor era real, era puro: era el resultado de una perfecta mezcla de sentimientos y pasiones.

   Einar y Aila habían conseguido una vez más un sentido a sus días: se habían conseguido.

   Los días se iban volando y las horas parecían ser más cortas cuando estaban juntos; no había algo que disfrutaran más que estar juntos y jugar a pintar el futuro con fantasías que desearían fuesen realidad. Ellos se tenían, y parecían no necesitar nada más. Einar y Aila no necesitaban al reino; ellos querían irse lejos: un lugar para ellos solos; un campo pastizal tan sólo para los dos; un mundo entero para ambos nada más.

   Pero la realidad los acosaba: Einar cada vez era más solicitado por el rey, y Aila empezaba a ser solicitada por el príncipe, aun cuando éste sabía que Einar era a quien Aila había elegido.

   El reino era un estorbo para Einar y Aila; ellos sólo querían desaparecer juntos.

   Un día, Einar fue enviado a traer un prisionero solicitado por el rey desde otra ciudad. En el viaje de camino al palacio del rey, el prisionero entre cadenas contó algo a Einar: él había intentado robar una joya mágica que se encuentra en una cueva oculta entre las montañas, y por ello se le había aprisionado, pues el rey tenía guardias cerca de la entrada de dicha cueva, ya que contaba la leyenda que si alguien removía la joya de la cueva, un gran dragón despertaría para buscarla, incinerando todo a su paso, y los guardias estaban para impedir que la joya fuese robada.

   Qué interesado quedó Einar con todo aquello de la joya…

   Luego de entregar al prisionero, Einar se dirigió hasta donde se hallaba el rey, y haciendo uso de la confianza que éste le tenía, le preguntó a su majestad por aquella joya que había intentado robar el prisionero; le preguntó que por qué alguien querría robar una joya sabiendo que esto sólo despertaría a un dragón.

   La razón por la que intentaban robar la joya, aclaró el rey a Einar, era que quien poseyera tal joya tendría la oportunidad de pedir un deseo: fuere lo que fuere, el deseo se cumpliría.

   Qué interesado quedó Einar con todo aquello de la joya, una vez más…

   Pasaron semanas y Einar no podía sacarse de la mente la posibilidad de pedir un deseo y que éste se le cumpliera. Ya le había hablado a Aila de la joya, y ésta también estaba interesada en el artefacto. Era la oportunidad perfecta: Einar y Aila podrían tener un mundo aparte para ellos solos con sólo pedirlo…

   Un día simplemente lo decidieron: robarían la joya.

   Einar y Aila partieron una madrugada a las montañas en busca de la cueva de la joya: Aila tomaría la joya; Einar enfrentaría al dragón: por ello llevaba puesta su armadura y su espada. Los dos querían irse de ese mundo a uno aparte para ellos dos, pero aun así se preocupaban por las demás personas, así que alguien debía encargarse del dragón, y ese alguien era el más apto: Einar.

   Al llegar a la entrada de la cueva, Einar dijo a los guardias que había sido enviado por el rey a verificar que la joya estuviera a salvo, y que la dama a su lado haría una pintura de la joya para el rey pedida por él mismo (Aila llevaba consigo herramientas de pintura).

   Dada la reputación y la confianza que todos tenían en Einar, los guardias le creyeron, y dejaron que ambos entraran a la cueva.

   Al entrar, caminaron por un túnel natural iluminado por antorchas, y al haber recorrido unos cincuenta metros de distancia, llegaron al corazón de la cueva: donde se hallaba la joya; ésta era verde y deslumbrante, parecía tener luz propia.

   Aila miró a Einar a los ojos, como si su mundo de ensueño estuviera al atravesar de una puerta. Einar se dirigió hacia el otro lado del corazón de la cueva, donde había otro túnel que no habían recorrido. Estando allí, sacó su espada y se puso en guardia: él creía que de allí saldría el dragón, y al estar listo, le dijo a Aila que tomara la joya.

   Aila tomó la joya con cuidado, y al ver que no pasó nada extraño, miró a Einar con una sonrisa y se emocionó al pensar que lo del dragón era sólo una manera de ahuyentar ladrones. Sin embargo, pronto los ojos de Aila se cubrieron de negro, y ésta empezó a hablar con una voz muy grave, como quien es poseído por un espíritu.

   «Einar, guerrero sin padres; Aila, dama sin padres: ¿qué motivos los traen a éstas estancias?» dijo la voz proveniente de Aila.

   Einar, con un rostro envuelto en sorpresa y preocupación por Aila oculto detrás de la visera, respondió: «Venimos a pedir un deseo». «¿Cuál es el deseo?» dijo la voz. «Queremos vivir en un mundo aparte de este; queremos un lugar para nosotros dos solamente» respondió Einar. «Mmmh…» dijo la voz en suspenso. «Puedo cumplir ese deseo» agregó. «Pero antes deben superar al dragón».

   «¿Dónde está el dragón?» preguntó Einar. Y entonces Aila se desmayó y la joya se desvaneció.

   Einar corrió hacia Aila para ver qué le pasaba, y al llegar a ésta, vio cómo empezaba a deformarse con rapidez. Einar se alejó con impresión, y segundos después Aila se convirtió en un dragón de cuatro metros de altura.

   Inmediatamente empezó la pelea.

   El dragón perseguía a Einar por toda el área; Einar sólo se dedicaba a esquivar las garras y las llamas para no atacar al dragón, pues tenía miedo de herir de alguna manera a Aila.

   Pocos minutos después, los dos guardias llegaron al lugar con prisas, y el dragón los mató a ambos.

   Exhausto, Einar empezó a volverse lento. En una oportunidad, el dragón lo derribó, y antes de que pudiera desmembrarlo con sus garras, se detuvo involuntariamente. «¡Tienes que matar al dragón, Einar!» dijo la voz de Aila a través del dragón. Einar se levantó con rapidez, y el escuchar la voz de Aila le dio más adrenalina.

   Desesperado, empezó a luchar con el dragón, y al hacerle una cortada en una de las patas, escuchó que éste rugió de dolor, y no Aila. Entonces decidió matarlo.

   Después de unos largos e intensos veinte minutos de pelea, Einar había debilitado al dragón; pero éste también lo había alcanzado a él en un par de ocasiones.

   Aparentemente sin más fuego, el dragón se lanzó contra Einar con todo su cuerpo, y Einar como pudo lo esquivó y clavó su espada por un costado del tórax del dragón, atravesando su corazón.

   El dragón dio un último rugido de dolor y se desplomó. Luego, lentamente fue volviendo a la forma humana, hasta que al final se convirtió nuevamente en Aila. Einar corrió a donde ésta, y al llegar pudo ver que en su ropa había sangre.

   «Superamos al dragón» susurró Aila desde el suelo mirando a Einar a los ojos. Einar se retiró el yelmo y con lágrimas en los ojos pidió a Aila que no se fuera, pero ésta lentamente cerró los ojos… y murió.

   La joya volvió a aparecer en el sitio de donde Aila la había tomado; resultó que era el alma del dragón, y que quien la tomara y pidiera un deseo, sería poseído por éste. Parecía que todo aquello de que los sueños se harían realidad con el deseo de la joya no era más que un engaño, como pedir deseos a un genio: hay que tener cuidado porque éstos son tramposos y los deseos siempre se cumplen de una manera muy distinta a como se desean.

   Einar volvió al reino con el cuerpo de su amada, y al llegar todos se asombraron al verlo. Confesó al rey todo lo que había pasado, y éste se sintió decepcionado de él y mandó a que fuera aprisionado. En prisión, Einar acabó sus días de gloria: muriendo de dolor y arrepentimiento.

   Pero que sus días de gloria hubiesen terminado no significaba que su historia también.

   El príncipe, lleno de odio hacia Einar por haber llevado a Aila a la muerte, ordenó a espaldas del rey que sacaran a Einar de prisión y lo llevaran ante él con una espada, pues quería tener un duelo con el hombre que había asesinado a su amada.

   En el duelo, Einar estuvo a punto de morir, pues peleaba con desánimo; sin corazón. Sin embargo, en un arranque de ira y descontrol, usó toda su fuerza y habilidad contra el príncipe, y terminó matándolo…

   Qué desdicha y tristeza para el rey el cómo terminó la historia para su hijo y su casi otro hijo…

   Einar fue condenado a la horca, y antes de que el suelo se abriera y éste fuera suspendido en el aire con una soga en el cuello, cerró sus ojos y pensó en Aila por última vez…

   Por fin había llegado el final de Einar…

   Sus ojos se abrieron una vez más, y lo que vieron fue un campo hermoso: lleno de flores y pasto; el cielo era tan azul como nunca; la brisa era tan fresca como jamás lo había sido; el aire se sentía dulce al respirar; el sol era visible y deslumbrante, pero no cegador ni demasiado fuerte. En el fondo, estaba Aila sentada viendo la puesta de sol: su cabello bailaba con el viento; bailaba con las flores; bailaba con el pasto…

   Einar corrió hacia donde estaba Aila, y al llegar a ésta se lanzó al suelo de rodillas a su izquierda y la miró con asombro mientras ésta seguía viendo la puesta de sol. «Aila…» dijo. Aila volteó la mirada hacia él. «Superamos al dragón, amado Einar» dijo Aila. Los ojos de Einar se aguaron, y limpiándose las lágrimas empezó a sonreír; miró a Aila a los ojos con seriedad y le dijo: «Lo siento…», refiriéndose a todo: a la joya; al dragón; al haberla matado; a todo lo que pasó por su culpa. Aila los abrazó fuerte y luego se levantó de rodillas y le dio un beso en la frente y dijo: «Nunca me has hecho daño; tú cumples mis sueños».

Fin.

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¡Eso ha sido todo!

Agradezco muchísimo que dedicaran tiempo de su día a leer mi artículo. Ojalá les haya servido de alguna manera.

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Les deseo a todos lo mejor en éste día y,

¡nos vemos pronto!

Elieser Urbano.