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Cuando yo era un niño, era muy difícil que me compararan papas fritas, ya que se trataba de una chuchería más costosa que las demás y no había suficiente dinero para complacer los antojos de nueve hermanos. Decidí entonces reunir, poco a poco, el valor de aquella bolsita que tanto me atraía hasta que por fin pude adquirirla un día que me encontraba en el colegio.

Y la verdad fue que valió la pena probar aquel sabor cautivante y sentir en la boca esa crujiente sensación que no se parecía a nada de lo que antes había probado. Desde ese instante juré que, siempre que fuese posible, comería papas fritas y que cuando estuviese grande y trabajara jamás faltarían en mi despensa.

Antes de que esta crisis económica se apoderara del país, en mi casa no faltaba una gran bolsa de papas, de esas que venían listas para freír, y en la noche, más que todo, las comía con frecuencia, como acompañante de cualquier cosa, podía ser huevo, salchichas o nuggets. En la actualidad, compro las papas naturales para pelarlas, picarlas y freírlas. La verdad es que eso lo hago por lo menos una vez a la semana. Las ganas de realizarlo más a menudo no me faltan, pero resulta que el aceite debe ser racionado, porque así lo exige nuestro presupuesto.

Yo aprendí a comerlas con salsa de tomate para estar en consonancia con mis hijos y mi esposa, que les encantan de ese modo. Cuando íbamos a cualquiera de esos sitios emblemáticos dedicados a la comida rápida, sobre todo, los imitaba a ellos regando mis patatas con cátchup. Sin embargo, a mí solo me gusta ponerles sal, más nada. Siento que agregándoles otro aderezo pierden su inigualable sabor y su crujiente textura. Últimamente les he agregado salsa de ajo y saben muy bien, pero considero siempre que solo con sal quedan perfectas.

Mi respuesta es: Todas las anteriores… Esa decisión depende de las circunstancias. Años atrás, cuando íbamos de vacaciones a Margarita, por ejemplo, compraba unas cuantas de aquellas importadas (Pringles) y las comía a toda hora. En cuanto destapaba uno de aquellos paquetes cilíndricos no podía parar hasta que se acabaran todas las papas; mi esposa, muchas veces, las ponía fuera de mi alcance para que no comiera tantas.

Por otra parte, hay comidas que exigen inevitablemente las patatas fritas. El pollo a la broaster, los nuggets, las salchichas y otros alimentos de este tipo requieren por supuesto de este incomparable acompañante. Degustarlos con algo distinto parece un pecado, una cosa sin sentido.

Papas fritas, papas fritas,
que despiertan mi pasión,
viven en el corazón
de mis ansias infinitas.
Oh, mi Dios, nunca permitas
que me falte este manjar,
siempre quiero saborear
sus excelencias tan gratas...
y darles a mis patatas
la ternura de un cantar.

_{Invito a los amigos: @analp, @kolkamkwan y @cive40 a participar en este exquisito concurso, moderado por, @dasudi. Por aquí es dejo el enlace.}