Reflexión corta: ¿Qué hago con mi libertad?

Los años y sucesos de la vida me han permitido ver que la libertad llega y las personas no saben que hacer con ella, ¿insólito cierto?, literalmente es como quedarse preso en una jaula mental con la llave puesta en el cerrojo, incluso con la puerta de la jaula semi abierta.

Imagen hecha en Canva

Lo veo hoy día en el caso de mi madre, quien hace muchos años atrás se sentía limitada por querer hacer tantas cosas y estar a merced de complacer a mi padre quien después de 25 años de trabajo sólo quería descansar, estar en casa, ver muchas películas y cocinar lo que le provocara.

Muchas eran las quejas que escuchaba:

Tu papá no quiere ir al evento tal, no quiere participar en el evento cual, es el 1ero que quiere venirse, no le gusta compartir, no le gusta, no le gusta y no le gusta

Y en esas quejas veía a una mujer que quería aprovechar cada segundo de su vida porque simplemente ya tenía tiempo de hacerlo, ya se había jubilado, ya había criado, ya no tenía compromisos y podía compartir con gente de su edad que estaba enfocada en servir a los demás, bien sea con obras benéficas de su divertida distracción "el Club de leones".

Por otro lado, escuchaba a mi padre:

Tu mamá ya no quiere estar en casa, lo que quiere es salir y andar detrás de todas esas personas que no buscan ocupación en su casa.

Pero como la vida es incierta, teniendo mi papá 69 años, le llegó una enfermedad que en 3 meses lo sacó de este plano: simplemente se fue y mamá se había quedado sin él.

Agua y aceite ya no tendrían que estar en un mismo frasco, ya no vería las diferencias de cada uno y sus ganas de combinarse o mezclarse y hacerse uno. La primera semana después que papá se fue recuerdo hablé con mi mamá, allá debajo de la mata de Ucaro negro que en algún momento sembramos con emoción porque era la planta que estaba de moda en Puerto Ordaz, en casi todas las calles que se veían verdecitas y bien podadas.

Mamá, ya papá no está, aproveche de vivir todo lo que no pudo vivir, hoy estamos y mañana no sabemos, así que aprovecha el tiempo, le dije.

Pero... ¿ a que no saben?, la vida se paralizó para ella, sencillamente era libre y no sabía que hacer con esa libertad, no había ganas, ya nada la motivaba, la casa se hizo inmensa y lo que algún día fue un hogar ahora parecía un cascarón vacío, carente de vibra y energía.

Lo único común que brindada algo de seguridad eran las caras conocidas de los vecinos, todo lo demás se hizo extraño para ella y la felicidad salió de su cuerpo y su boca ya no mostró una sonrisa sincera.

6 años después, mi mamá se encuentra en una jaula mental, presa de creencias que no la dejan avanzar hacia adelante, muchas de ellas nacieron a raíz de apegos que ya no tienen sentido, otras tantas se condimentan con convencionalismos sociales estúpidos: ¿Qué van a decir?, ¿Qué van a pensar? , y para completar la ecuación otros han surgido como parte de la involución a la que se arriesga el ser humano cuando no se cultiva en sabiduría, esa involución que va convirtiendo al adulto en niño, irresponsable de sus acciones y sus emociones, en ese lugar está mi mamá.

Atrapada en una jaula auto impuesta que no le permite liberarse de ella misma y de todo lo que no la deja ser feliz y aunque ella no lo vea, a los que estamos del otro lado de las gradas, viendo correr los años que le quedan se nos desarrolla una frustración que crece al unísono con la decepción de ver quien desperdicia el tiempo que queda.

Todos vamos para viejos, en el mejor de los casos y si Dios nos permite vivir una tercera y cuarta edad, hoy me pregunto cuál será mi jaula si llega ese momento, espero que ninguna, más allá de las limitaciones de un cuerpo anciano.

Mientras tanto, puedo decirle que por ahora odio dos cosas, el cáncer que se llevó a mi papá y la depresión que tiene presa a mi mamá.

Confío en Dios y sólo en él que de la fortaleza espiritual suficiente para que mi mamá decida salir de su jaula y disfrutar los días que la vida pueda regalarle.

Nota: Esta reflexión ha sido escrita por mi y me pertenece, está basada en hechos reales y bien puede ser usado como momento reflexivo y de auto-conocimiento.