Rescate en la Montaña Click 349 10-02-2021

Adentrarse en las montañas sin senderos señalizados requiere de experiencia, logística y estrategia; para las personas irresponsables, sin la preparación apropiada y sin un guía experto y conocedor de la zona puede convertirse en una experiencia traumática y hasta mortal.

Cuando voy a formar un grupo para subir o hacer senderismo siempre les indico: "Dos litros de agua por personas, salgan de sus casas desayunados o medio desayunados, traigan una merienda extra y zapatos deportivos, todo en un pequeño morral, nada en las manos.

Las recomendaciones no siempre se cumplen, siempre hay un pretexto para crear un historial no contemplado en la excursión, pero por experiencia siempre tengo un plan b y hasta plan c, por supuesto no significa contar con un celular satelital listo para llamar al piloto de un helicóptero, siempre es necesario que el participante aprenda de sus propios errores sin poner en riego al grupo.

En el caso de Los Altos de Sucre, me he enterado de personas que han estado perdidas durante dos y tres días, las causas es por confiar en una persona que apenas ha ido a la zona dos o tres veces y ya se ha creído conocer todo el territorio, además de no contar con la experiencia necesaria para casos de emergencia.

Ir de excursión a las montañas sin señalizacion en los senderos no es como ir a medio día de playa. En una oportunidad un grupo conformados por dos chicos y una chica se perdieron intentando llegar a La Silleta, llevaron agua para medio día, la intención era regresar el mismo día, dejaron que se hiciera de noche y al intentar regresar perdieron el camino.

En estos casos cuando no se sabe cual es el camino de regreso lo recomendable es que el más experto y conocedor se quite el morral y camine por cada sendero solo unos siete metros aproximados observando y haciendo un reconocimiento a paso rápido y gritando a su grupo: "¡Todo bien, todo bien!" para regresar inmediatamente, al no encontrar ningún sendero parecido al que usaron entonces deben todos sentarse para tranquilizarse, serenarse y evaluar la situación.

Si siguen caminando se van a perder más, posiblemente alejándose de cualquier zona donde existan humanos dispuestos a socorrerles. Esta es la primera razón por la cual los grupos que se pierden se les hace más difícil ser rescatados, al adentrarse a una zona que desconocen pueden caminar toda la noche en círculo, agotando las reservas de energías, alimentos y agua.

Lo segundo que deben hacer luego de estar algo serenos y aceptar que deben de pasar la noche en plenas montañas, ver cuantas provisiones les queda, hacer lo posible por no comer nada en toda la noche, solo tomar agua para lubricar la boca, garganta y vía digestiva, con esta estrategia se le estará mandando información al cerebro para que el cuerpo empiece a usar las reservas de energías contentivas en las grasas.

Si en la zona tienen un espacio apropiado se recomienda apartarse unos cinco metros del sendero, limpiar el suelo de toda hoja o ramas que puedan existir para evitar los animales rastreros nocturnos y prender una pequeña fogata.

La noche será larga, por lo cual se recomienda dormir lo suficiente ya que al amanecer deberán de estar bien descansados, al no regresar a sus casas en el día anterior, ya al amanecer se deberán de estar desplegando los grupos de rescates, para este segundo día con algo de agua, con algo de comida y algo descansados todo intento de rescate puede tener éxito.

Cuando el sol indique que la noche ya ha pasado deberán de prepararse para levantar el campamento, antes de marcharse del lugar es necesario dejar constancias de haber acampado allí recientemente, las piedras cerca de la fogata ya apagada, una buena señalización en el suelo con ramas indicando el sendero que van a recorrer es suficiente para el grupo de rescate.

El sendero que deben de escoger tiene que ser aquel por el cual llegaron al lugar donde pasaron la noche, la idea es lograr reconocer el punto de donde se perdieron, cuando lleguen a una encrusijada no meterse por un camino para aventurar para ver a donde llegan, deben es de caminar el mismo camino ya andado cuando se perdieron y en el mismo momento en que dejen de reconocer los caminos, que se den cuenta que dicho camino no lo han andado, detenerse y no seguirlo andando, regresarse hasta el camino ya andado para campar nuevamente y esperar si es posible todo el día por el rescate.

Para muchos parecerá algo descabellado tener que quedarse en un mismo lugar, pero en este caso de Los Altos de Sucre, en que el sendero que conduce a La Silleta (por colocar un ejemplo) es de aproximadamente 40 minutos a paso lento, cuando una persona lo recorre y a los 5 minutos se da cuenta que anda en un sendero desconocido, esto indica que no anda muy lejos del sendero principal, entonces si no tiene experiencia en el trato con los misterios de la selva, caminar y caminar es complicarlo más, lo mejor es detenerse para ahorrar energías, agua, provisiones y dejar que el grupo de rescate haga satisfactoriamente su trabajo.

Una persona al subir a estas zonas con dos litros de agua, al subir lo más que podrá tomar son medio litro, a partir del medio día otro medio litro, así que un litro es suficiente para una persona pasar dos días en un solo lugar sin sudar. Para estas actividades es recomendable llevar papelón, chocolate o turrones de dulces solo para las horas de regreso, asumiéndolo así, estas golosinas serán las pequeñas raciones de emergencias que el cerebro necesitará para mantener los niveles de calorías en la sangre.

La fotografía que les muestro es la de un pequeño perrito que nos encontramos algo desmayado, somnoliento y casi desnutrido que nos encontramos en pleno sol en el peladero que queda en la Silleta, cuando lo vimos lo primero que hicimos fue darle cariño y luego agua, ya cuando estábamos de regreso le dimos algo de comida y en el pueblo lo dejamos cerca de una casa, le comentamos a varias personas sobre las condiciones en que lo encontramos, supuestamente fue algún humano falto de corazón quien lo abandonó en plenas montañas.

Luego de esta experiencia con este inocente ser vivo, cada vez que subía a las montañas de La Silleta me encontraba con un perro negro muy simpático al cual le llamábamos "Firulay", era como si nos esperara en pleno camino para acompañarnos durante todo el sendero de ida y de regreso, pero el secreto estaba en los panes que le dábamos en señal de agradecimiento.