Jhon soltó una sonrisa sin querer, apagó el carro, las luces y nos asomamos con cuidado al borde del risco. Estaba haciendo lo que siempre quise hacer: encarar mi propia victoria.

El ambiente era pesado, erizaba mi piel, la brisa soplaba con fuerza susurrando palabras húmedas y extrañas.

• Jhon: ¿Sabías que este lugar las reglas de la naturaleza cambian?

• Minerva: ¿Por qué?- Le pregunté en voz baja-

• Jhon: En esta zona cayó un meteorito. La mayoría de las personas que se atrevieron a llegar hasta allá no regresaron nunca.

Esa respuesta me dio mucho más curiosidad, así que preparare mi cámara para fotografiar, mientras Jhon seguía explicándome sobre el asunto, pues según hubo personas que regresaron y no recordaban nada.

• Minerva: ¿Crees que se trate de una civilización extraterrestre?

De pronto la luz de la noche se tornó violeta, por el lente de la cámara pude enfocar dos peces grandes, como unas Orcas que daban vueltas en círculo. Jhon se puso nervioso, y me bajo hasta el suelo con nuestros pechos fijos en la tierra; eso limitaba mis movimientos, pero también evitaba la detección.

Nos quedamos en silencio observando lo que surgía, no sabía si mirar por el ojo del lente de la cámara o ver desde afuera.

• Jhon: ¡Dios, mío! Es cierto lo que dicen, no estamos solos - Susurró con un tono escalofriante-

Un aire frío entraba por mi cuerpo, sentí miedo, pero no estaba dispuesta a irme hasta no ver lo inexplicable que estaba frente a mis ojos. Mi dedo casi congelado apretaba el botón de la imagen tan seguido como me lo permitía. Jhon repetía continuamente que nos moviéramos, que regresáramos, no sé cuántas veces lo dijo, cuando vimos naves sobrevolando encima de una cápsula que emergía de las profundidades. Era como un fantasma surgiendo de la bruma.

Tres naves pequeñas daban vueltas como vigilando mientras la cápsula en forma de huevo tenía unos 18 metros de diámetro, cambiaba de colores hasta que se detuvo.

En el cielo empezaron extraños destellos morados azules y verdes, sonidos como de una onda corta llegaban por el aire, Jhon y yo, nos deslizamos por la tierra, rampando suave con el corazón latiendo más de lo debido.

• Minerva: ¡Prende el carro, Jhon! – Le dije desesperada-

Yo me subí, Jhon puso en marcha el carro a toda velocidad y en una zanja nos volcamos.

Cuando desperté, estaba en una camilla y vi a Jhon vestido de militar.

• Minerva: Jhon, ¿Qué paso?

• Jhon: Te caíste y quedaste inconsciente.

• Minerva: ¿Y las naves?

• Jhon: No existe tal cosa. Debe haber sido el golpe. Descansa.

FIN