Era verano. Una semana Santa de 1999, todos ajetreados, preparaban bolsos, hamacas,chinchorros y todo equipaje. Vamos a Aguardo Guariquito, quería ir pero temia llegar; había escuchado sobre el lugar, sabía que era un parque nacional y que era tan distante de la urbe... Me animé con el afán que contagiaba a todo. No dejaba de imaginarme cómo sería llegar, era como si algo me dijera que alguien me esperaba.

El atardecer, la llanura y el silencio de esta empezaban a asustarme. Pero debía ser fuerte, a alguien debía protección, su mano apretaba la mía emocionada, mientras yo no dejaba de pensar en aquello que no entendía.

fuente

Nuestra llegada sería de noche y sorpresivamente escuché su voz diciéndome: mírala, allí está... Era noche de luna llena y ella (mi amada) conocía de mi Selenofilia desde chico.

Ingenuamente me dijo; es el momento que esperabas, para ver la luna en la llanura, no sabía que sin querer yo la había llevado a un encuentro crucial de rivales.

Mi amada real, mi novia, mi mujer, frente a mi amor platónico la Luna. No quise verle, trate en lo posible de ignorarle, pero era inevitable, aquel encuentro nunca debió ocurrir.

Colgar el chinchorro era sentirme vulnerable, la oscura noche, el firmamento despejado, aquella luna, se veía dichosa y a gusto en su hogar, el universo.

No quería mirarla pues mis ojos me delatarian y temia el mensaje de ella (la luna) tenía para mi. Por momentos quise en lugar de un chinchorro, un búnker para proteger a mi amada de su rival.

Se recostó en mi pecho y cayó rendida. Entre los árboles la Celosa luna intentaba mirarnos, no podíamos ocultarnos de ella. El sueño me venció y al rato de dormir, me despertó no tenerla junto a mi, sentí su ausencia y sobresaltado corrí en medio de la oscuridad a buscarla, la luz de la Luna se había ocultado, como si atentara contra mi desesperación.

fuente

La busqué por todos lados sin poder hallarla, en una llanura tan inmensa, no podría encontrarla.

En instante volvió a brillar la luna, como si fuera aparecido de la nada, con coraje la encare gritándole: QUE LE HAZ HECHO, Devuelvemela! La luna silenciosa, respondió a mi mensaje, trasladándose lentamente a posarse sobre el gran Rio, corrí hacia ella, pues entendí la señal y al acercarme al río, escuché el llanto, reconocí que era de mi amada.

La luz de la luna iluminó el agua cual espejo y al acercarme, en mi reflejo vi la cara de mi amada que emergía pálida y solloza; sus manos frías tocaron mi rostro dándome un Beso de Ultratumba, fundiéndome con ella hasta la muerte. No quise voltear mientras me sumergía, solo lograba escuchar la estruendosa risa de la luna al verme hundir junto a mi amada.

Gracias por tu visita.