¿Conflicto o alianza intergeneracional?
Buenos días, mis amigos lectores. Hoy he traído algunas ideas para reflexionar sobre este complejo e interesante tema.
Igual que los conceptos de ‘nación’ o de ‘clase’, el término ‘generación’ es performativo —expresiones que crean una entidad con sólo nombrarla—, una llamada o un grito de guerra para llamar a filas a una comunidad imaginada o más precisamente convocada (Bauman, 2007:370).
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Ha sido un tema muy discutido lo referente a la generación “de oro”; es decir, los que hoy tenemos entre 50 y 60 años. Llamados también la generación única. Personas que nos hemos formado a base de esfuerzos sostenidos, que asumió y asume responsabilidades, trabajadora, de valores sólidos, compromisos éticos y morales con la familia, los hijos y el matrimonio.
Los estudiosos sobre los fenómenos culturales, antropólogos, sociólogos y demás interesados en las dinámicas sociales aseguran que es una generación que no volverá a “nacer”, en términos netamente ¿figurativos?
En este sentido, hay un estudio que llama la atención sobre El concepto de generación en las teorías sobre la juventud, de Carmen Leccardi y Carles Feixa, donde las autoras enfocan en forma muy sucinta pero perspicaz el concepto de generación desde un enfoque histórico, haciendo énfasis en los debates contemporáneos sobre la juventud.
¿Por qué?
Si comparamos nuestra generación con la generación emergente, los jóvenes que ya conforman parte importante del futuro del país, en referencia tanto a su formación profesional como a sus actitudes y aptitudes personales, fortalezas estas que abundan alrededor de las nuevas tecnologías, bien llamados nativos digitales, generación de los 80 y 90, según Marc Prensky , podemos darnos cuenta que no siempre ser joven trae el correlato de “ser competente” y mucho menos contar con la capacidad de hacer frente en forma asertiva a los retos que plantea cada sociedad generacional.
Recordemos que en 1923, Ortega y Gasset (1883-1955) hicieron público un trabajo sobre La idea de las generaciones, donde argumentan que las personas nacidas en la misma época, como caracterización, comparten la misma sensibilidad vital, opuesta a la generación previa y a la posterior.
La llamada generación de oro comparte una visión muy diferente sobre la vida y lo que es vivir, que la diferencia sustancialmente de sus contiguas.
Pero por otra parte, existen formas de solidaridad y alianza que emergen, según Bengston y Achenbaum (1993) entre generaciones y es importante subrayarlo.
En la escena social convivimos inter generacionalmente, en este sentido el contrato social nos interroga a establecer una relación, sino justa (voy a evitar juicios de valor de esta índole), equilibrada.
A mi parecer somos protagonistas de un contrato social emergente, nuevo, único, sin precedentes, que el país reclama, “entre las generaciones mayores y las más jóvenes“ (Bengston y Achenbaum, 1993) ...
orientadas a reequilibrar las disparidades intergeneracionales mediante intercambios privados de bienes materiales (herencias, dotes, pequeñas contribuciones monetarias) o inmateriales (relacionadas, por ejemplo, con el intercambio de tiempo). Este complejo entretejido de prácticas, caracterizado por un alto grado de reciprocidad, va tanto de las generaciones mayores a las más jóvenes como en la dirección opuesta (Attias-Donfut y Renaut, 1994).
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Sería mucho más inteligente hablar de pacto intergeneracional, reconciliación, que en términos de conflictos intergeneracionales.
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