Como es sabido, hace poco se llevó a cabo en la empobrecida Venezuela un evento político internacional que el gobierno de Nicolás Maduro y el resto de los organizadores denominaron "Foro de Sao Paulo". Fue algo así como un pousse-café (o forzado extra inning) de una fiesta triunfalista que Lula da Silva echó a andar en tiempos (ya viejos) en los cuales América Latina buscaba con frenesí un modelo de desarrollo social el cual superara significativamente el desastre neo-liberal al estilo Carlos Andrés Pérez (Venezuela) o Menen (Argentina).
A punta de dólares y petros, esos izquierdistas de América Latina y otros continentes soltaron en Caracas los potros de sus emociones contando con la presencia en el colorido escenario, del comando mayor del chavismo y del gobierno cubano.

En el fondo (y en la forma) fue una fiesta de nostálgicos.
Muchas lágrimas ante el recordatorio de los fallecidos Hugo Chávez y Fidel Castro; ante el presidio que vive Lula actualmente; ante las caídas que han registrado progresiva. diversa y sostenidamente los gobiernos del llamado "socialismo del siglo XXI".
Muchas arengas tradicionales de la vieja cultura izquierdista, se oyeron... Reapareció incluso la de "¡Cuba sí, yanquis no!".
Por allí en alguna butaca, se dejaron ver las profusas canas del viejo guerrillero venezolano Julio Escalona; el turbante de la frenética, elegante y remozada Piedad Córdoba; los gestos expectantes de los perennes aprovechadores internacionales de cuanto show político montan los chavistas (sobre todo chilenos, argentinos y españoles); en fin.
No hubo en ese encuentro caraqueño del Foro de Sao Paulo, una sonrisa que no estuviera acompañada de una lágrima. Y ese contraste tiene un inmenso sentido.
En el fondo estos izquierdistas saben que el modelo que ellos han venido defendiendo, si bien contó -y cuenta- con el beneficio de enfrentar la injusticia compenetrada con el modelo capitalista, en la práctica fracasó. Fracasó en el siglo XX y en lo poquísimo que ha ocupado en el siglo XXI. En el fondo ellos saben que el modelo socialista estado-céntrico fracasó y fracasa dado fundamentalmente a que no solo deja a un lado la aspiración de producir más riqueza que la que genera el capitalismo, sino que el escasísimo beneficio que logra va aparejado a renovados sistemas culturales de inequidad, corrupción, negación de libertades civiles, empobrecimiento generalizado, en fin.
Esos izquierdistas saben que cayó la Unión Soviética y la serie de países europeos que abrazaban el socialismo estado-céntrico. Conocen que la enorme China abandonó ese tal socialismo y abrazó sin pudor (y con éxito) el capitalismo. Esos izquierdistas tienen información que hasta el mismísimo Vietnam transita por la senda del mercado.
¡Tienen, pues, razón para llorar (aunque en ocasiones sonrían)!
Como quiera que ellos no conocen el precepto marxista de la crítica revolucionaria, pues las lágrimas corren por donde las sonrisas estallan (y al revés).
Alguien dijo hace un par de décadas (creo que fue el teórico y político venezolano Teodoro Petkoff) que esa izquierda no medita, no rectifica ni en nada conoce sobre el principio endógeno y exógeno del perdón.
¡Pobres "muchachos"!
¡Perdónalos, historia, ellos no saben lo que hacen!
Ah... Me faltaba traer a colación que gente como el viejo uruguayo Pepe Mujica y el brasileño Fernando Henrique Cardoso, no asistieron a ese concierto de plañideros, todo lo cual los hace abrazar sin tardanza adicional, la fértil y excepcional institución ideológica de la crítica.