Fantasma

Te confieso que no me complace dirigirme a ti como si te conociera. No tengo idea de quién eres. No sé qué te gusta, qué no te gusta, qué te divierte, qué te asusta, ni qué te entretiene. No sé cuál es tu color favorito y no tengo idea de tus palabras preferidas. Pero algo sí conozco: lo que has hecho.

Tienes en tu historial una de las cosas que voy a considerar horribles el resto de mi vida. Le partiste el corazón en mil pedazos a la única persona que merece tenerlo completo. De todas formas, está sanando, pero como en todos nosotros, hay huecos que son imposibles de llenar.

Yo le amo. Yo sí te puedo asegurar que le amo. Yo le podría poner el mundo en las manos si lo quiere, y no te atrevas a pensar que no puedo, porque créeme que sí.

Te amó. Te entregó todo lo que era en el momento y tú lo dejaste de lado como si no fuese suficiente. Como si no te estuviese dando el maldito tesoro de Atlantis en las manos. Como si fuese más de lo mismo.

Dejaste un montón de huellas que obviamente yo no puedo borrar, y sinceramente no quiero. Pero justo ahora, no puedo evitar odiarte por hacerlo. No puedo saber que fuiste tú quien le hirió y evitar las ganas increíbles que me dan de hacerte desaparecer de su memoria. Eres un maldito fantasma.

Sé que siempre vas a estar y no me molesta porque yo también tengo fantasmas, pero justo como sé eso, también sé que vas a dejar de espantarle. En algún punto, ya no le vas a doler. Ya no tendrás el maldito poder de hacerle llorar.

Te haré un favor. Le haré sanar. Todo lo que quedará de ti será eso que le hace pensar que aún mereces algo bueno en el mundo porque no eres una mala persona. No me voy a disculpar por ti. Pero te aseguro que voy a borrar las cosas malas que hiciste, por lo menos de este lado del mundo.