El pasado se lee, el presente se escribe y el futuro será leído.

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Página en blanco… Mente en blanco… El constante titileo del puntero marcando cada segundo que transcurre como un reloj… Ideas han sido pensadas anteriormente, y por alguna razón nuestra mente las oculta justo en esos momentos. La gran cantidad de propuestas improvisadas por la imaginación parecen incoherentes. Nada tiene sentido, lógica o simpatía por nuestros criterios.

Sigue titilando… Las paredes tornan sus colores pálidos, como desgastadas por el tiempo. Por suerte es pasada la medianoche, la ciudad descansa y el ambiente también. El silencio es disfrutable, pero al mismo tiempo atormentante. Pareciera que al callar las calles, los habitantes de la mente (los pensamientos) despiertan para sustituir la atareada y sonora realidad.

Sabemos que están ahí, que se ocultan en algún lado de lugares conocidos y desconocidos de nuestra cabeza. Querer explicar todo lo que hemos sentido, sentimos y sentiremos. El don, el arte del relato, el poder codificar con letras y palabras frases que viven perpetuamente en los bloques de párrafos a lo largo de las cortas o largas historias que se crean y han sido creadas.

Muchas veces, la ansiedad por no procrastinar nos lleva a redactar ideas vacías que carecen de credibilidad, que más allá de que en su fundo exista una buena investigación o coherencia con la idea misma, el lector, fácilmente detecta la simplicidad del texto.

Deseamos siempre, dar lo mejor de nuestra “pluma” (virtual en estos tiempos). Pero no siempre, y de hecho casi nunca, sentimos que sucede, que lo logramos… ¡Ah! Entonces viene aquel inesperado crítico y nos dice que lo que ha leído a llegado al punto de su reflexión y que nuestro pequeño trabajo merece más de lo que él humildemente puede ofrecer con sus palabras aduladoras a nosotros.

Es aquí donde decidimos cuidarnos, ya que al igual que en la inentendible ciencia del amor, su primera apariencia es utópica, y creemos todo lo que nos dicen, (si no han experimentado estos ridículos sentimientos, por favor saltar este párrafo), luego el golpe en seco con los sentimientos fallidos y no correspondidos. Sucede igual con un elogio a nuestro trabajo, por un breve momento, sentimos una clase de éxito alcanzado, que otro lector insatisfecho por la lectura, puede quebrar sin cuidado alguno nuestro orgullo y autoestima.

No es algo malo o algo bueno, son las leyes, partes de las muchas otras leyes de la vida social, de la interacción entre seres humanos inteligentes, pensantes, creadores y destructores de las cosas por expresión o experimentación. Venerar, disgustar, concordar y refutar, elementos del ciclo, inevitables.

Inteligencia emocional, no es fácil de desarrollar… Inteligencia creativa, esa es la clave para los de nuestra clase, me refiero al que escribe, el que escribe por querer dejar prueba de su experiencia e interacción como ser viviente del planeta tierra.

El pasado se lee, el presente se escribe y el futuro será leído. No decidimos el efecto mariposa que generarán. Aceptación, sería un sinónimo y otra forma de decir “inteligencia creativa”, el hecho de aceptar que a veces no hay ideas, no hay palabras, que a veces hay obras inseguras con lectores generosos, que a veces las hay con lectores desafiantes u honestos. Debemos aceptar que las páginas estén en blanco o llenas de prosas desorganizadas, que por insisto, pueden ser traducidas por un secundario o tercero que comprende lo que nosotros no pudimos pero que aún así expusimos.

Mientras el titileo del puntero sigue contándome el tiempo, las palabras se escriben solas, fluyen como el agua, y las siento tan volátiles y vivas como el océano. Inesperadas letras que vienen y van sin avisar cuándo o porqué.

Casi siento el calor del sol que se avecina en algún horizonte. Las paredes vuelven a su color natural. Las páginas siguen en blanco mientras el sonido de la ciudad se va haciendo sentir. Me levanto del escritorio soñoliento, mi sobrepoblada mente se acomoda para dormir. El silencio me acaricia, entre tanto voy apagando mi ordenador, sin darme cuenta, he detenido por un momento el titilante reloj, aceptando en paz, que no pude escribir el día de hoy.

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Crea, para probar que estuviste aquí.

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