Cuentos de Vianka Kyteler | Secuelas de un terror paralizante

El abuelo sabía decir que mientras más experiencia se tenía al transitar los caminos de la vida más valiente uno se volvía. Lamento saber que alguien tan sabio se había equivocado.

Todo comenzó en mi adolescencia. Yo era una chica que no solía tener miedo por el simple hecho de que todo tiene una explicación racional. Los fantasmas no existen y los demonios solamente son nuestros temores, nuestras creaciones. Eso pensé por un tiempo hasta que choqué con la realidad.

Mi nombre es Janna y soy una mujer que se dedica a dar clases en una universidad. Básicamente las matemáticas han ayudado a que mi mente esté inmersa en resolver problemas y olvidar los distintos tormentos que he sufrido a lo largo de estos años. Aún tengo secuelas de ver la presencia de los seres de las tinieblas frente a mí.

En los principios de mi adolescencia acostumbraba a ir con mi padre a visitar a mi abuelo en una vieja casa en las cercanías a un lago donde solíamos pescar. No se pescaba mucho pero cuando se hacía era todo un logro. La felicidad de estar los tres unidos son una de las cosas más bonitas que viví. Al menos es algo que me motiva a decir que mi vida no ha sido un total calvario.

La casa no estaba en las mejores condiciones, sin embargo, era nuestro lugar de descanso y el hogar de mi abuelo. Se veía un salón donde había una gran mesa de reunión con sus sillas que denotaban antigüedad. Sentía una presencia que me incomodaba. Las luces tenues que de vez en cuando titilaban y los muebles de una madera similar a un ataúd me helaban la sangre. Siempre trataba de estar junto a ellos, me transmitían el bien.

Entre los momentos en que presentía algo creía ver sombras pasar de un lado a otro y un escalofrío recorriendo mi cuerpo azotaba mi mente. Me provocaba un miedo tal que salía corriendo a buscar a mi padre para llorar sobre él buscando contención.

"¿Se trataba de algo real o simplemente era el resultado de ver una serie de películas que mi madre me había dicho que no vea por ser un contenido perturbador?"

En una de las noches, faltando cuatro días para volvernos, sucedió un acontecimiento extraño. Al acostarme podía ver la luna a través de la ventana que originaba todo tipo de sombras. El viento hacía que esas sombras cobren vida haciendo mover las ramas del árbol cercano a la habitación. Pero sabía de donde provenían y no tuve problemas para conciliar el sueño. En un momento por alguna razón despierto sin poder moverme y atiné a abrir los ojos. Cuando lo hice vi una sombra retirarse rápidamente por la puerta entre-abierta que le había pedido a mi padre que deje así al menos me podría escuchar si algo sucedía. Pero no sirvió de nada. Por un lapso de tiempo no podía emitir voces ni movimientos hasta que finalmente logré mover todo el cuerpo y así despertar.

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Traté de quedarme despierta hasta que amaneciera para ir a desayunar. No quería volver a dormir luego de lo que había sucedido. Cuando nos encontramos en la mesa para desayunar no quise contar nada por miedo a reproches. Me era confuso diferenciar entre si era un sueño o la realidad así que lo dejé pasar.

Al siguiente día decidí dormir y pude. Tuve un sueño reparador en el que si no fuera porque mi abuelo me despertó para desayunar e ir a visitar una de las montañas de fácil acceso donde podíamos ver una pequeña ciudad desde allí arriba seguiría durmiendo. El día siguiente no sería tan placentero.

Creyendo que fue tan solo un mal sueño producto del agotamiento o de tantas películas no aptas para mi edad en ese entonces decidí acostarme a dormir. Todas las noches me acostaba a la hora que mi padre pero ese día me quedé hasta más tarde. La medianoche me transmitía un nuevo temor del que sería parte. Ese sentimiento frío y de ser observada comenzaba a inquietarme nuevamente. Pero pude conciliar el sueño, al menos por un momento.

A la madrugada algo me despertó o hizo que cobre consciencia. Aún era de noche y la luz de la luna continuaba acechándome con sus sombras en movimiento. Parpadeé un par de veces y vi sobre mí una sombra muy oscura en el que su rostro era una calavera mirando fijamente mis ojos que destilaban terror. Sabía que estaba despierta pero aún así no lograba moverme. Mis brazos estaban completamente muertos como si no corriera sangre por mis venas. No podía defenderme y solo esperaba la muerte, que a suponer para eso había venido a buscarme. Mi respiración se hacía más agitada, sentía su peso sobre mí y sin más aliento perdí la consciencia.

Al abrir los ojos veo la claridad del sol entrando por la ventana y de un lado a mi padre y abuelo conteniéndome y tomándome de la mano. También había un doctor que se estaba retirando. Cuando pregunté solo mi padre fue el que respondió con una pizca de mentira que se la reconocía por su voz temblorosa. "Sólo te has desmayado. El médico dice que pudo haber sido el pescado en mal estado, no te preocupes mi vida. Todo está bien, ya pasó". Yo sabía que no me había desmayado.

En el pasillo que estaba afuera de la habitación el médico, mi padre y mi abuelo dialogaban. Por la incapacidad de mi abuelo de escuchar bien tuvieron que hablarle más fuerte y lo que escuché me hizo entrar en pánico.

"Hagan lo que sea necesario para que siga pensando que fue un desmayo.
Estuvo muerta unos cuantos minutos que si no fuera porque la puerta se cerró fuertemente no hubieran ido a ver que sucedía y hoy lamentaríamos su pérdida."

Aún quedaba un día para volvernos pero convencí a mi padre de conseguir los pasajes a tiempo con lo que solo hicimos el equipaje y nos volvimos a nuestro hogar. Nunca más pude volver a ese lugar y de hecho ahora de más grande tengo mis secuelas como la claustrofobia tratada por especialistas. Dicen que algo me imposibilitó el respirar estando despierta y que a causa de ello pude desarrollar tal fobia en la cuál siento que me falta el aire.

Hoy en día subo las escaleras para evitar los ascensores porque siento que pierdo el aliento al punto de sentir la muerte nuevamente frente a mis ojos. Aún no puedo vencer el temor de que el mal se apodere de mi cuerpo y terminar siendo su alimento.

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