Diario de una maestra sustituta (VIII)
Bitácora del día Mie7, en algún punto de M.
Debo admitir que la docencia es una odisea: A cada rato tienes que estar llamando la atención a gente que literalmente se comportan como niños en un kínder. Quizás estoy agradecida de que no me haya tocado los jóvenes de los otros dos grupos de primer año; lidiar con esos dos sería como lidiar con los delincuentes de la prisión.
Se preguntarán por qué digo eso. Mi respuesta es evidente: Una compañera y nueva amiga estaba al punto del estrés (y eso que es su segundo día de clase) por un estudiante grosero, mal hablado y contestón. A los padres de ese mandó a llamar para la junta de padres de la próxima semana.
Sinceramente comprendo su postura; yo también he estado empezando a mostrar preferencia hacia los de tercer año, ya que ellos son más o menos más maduros que los de primer año en cuanto a sentido de responsabilidad se trate. Quizás sea por eso que prefiera dar clases a personas ya adultas (universitarios), con una mentalidad y una conducta más responsable, y sin estar sujeta a que cumplamos con las exigencias de asumir un papel que no nos corresponde hasta cierto punto, tal y como sucede en este caso por petición expresa (y literal) de los padres, quienes quieren que nosotros los exigentes les exijamos más a los hijos y, de manera implícita, que cualquier mal comportamiento tenga que corregirse de inmediato.
Lo último es con lo que estoy en desacuerdo.
No quiero ofender a nadie que sea padre de un adolescente, pero el docente no tiene porqué estar lidiando con el mal comportamiento de la persona. La corrección del comportamiento es tarea del padre; todo lo que el/la muchacho/a haga dentro del salón de clase en ese ámbito es tomado en cuenta por el docente al momento de asentar calificaciones y redactar reportes. El docente tiene la función de enseñar lo que sabe, de traspasar su conocimiento a la siguiente generación, de evaluar ese conocimiento. Sí, ciertamente debe haber disciplina, pero si el alumno no hace caso, si el alumno por equis o por ye está distraído, el docente lo puede poner de inmediato a trabajar en algo que realmente lo mantenga ocupado o, en un caso extremo, sacarlo de la clase.
Si el o la joven no quiere estudiar, no hay problema; es asunto de él / ella, es su futuro y lo que decida sólo le va a afectar al joven. Pero por favor, ¡POR FAVOR!, papá, mamá, no pidas al docente que esté detrás de tu hijo/a cada cinco minutos; mantén una comunicación amplia y abierta con él/ella, apóyale... Haz lo que se tenga que hacer para formar a un buen ciudadano. No le endilgues al docente parte de tus funciones como padre. Y ante todo, si te mandan a llamar por el mal comportamiento de tu hijo, confróntale llegando a casa.
Por ahora, a armar bien el plan malévolo de mañana.
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¡Ay estos chamacos! Aunque debo admitir que también los universitarios a veces solemos ser un poco inmaduros y lo digo porque ayer, un profesor (que por cierto es muy exigente y muy poco tolerante) nos llevo a conocer el estudio multicanal de la universidad que se encuentra en un terrerno grande y con bastante espacio. Pues resulta, que como somos bastantes alumnos (según) salimos la mitad del salon para que la otra mitad escuchará mejor los sonidos y cuando salimos la mitad nos pusimos a jugar a "las atrapadas" como niños chiquitos, corriendo en todo el terreno y riendo, después de unos minutos el profesor salio para ver que estaba pasando, y nos pidio que no hicieramos mucho ruido, pero al final seguimos jugando hahaha fue muy divertido x) y pues nada, suerte con la docencia @vickaboleyn.
Saludos. :)
Jajajajajaja, ¡eso es cierto! A veces los universitarios también son desmadrosos, pero creo que conforme van avanzando la carrera maduran hasta el punto de ser ya más responsables por sí mismos.
¡Saludos, @frida.kahlo!