Diario de una maestra sustituta (IV)

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Hoy fue el último día de clase de la materia, uno de esos en donde los alumnos hasta de distintos grupos te interrumpen a diestra y siniestra, y en donde notas que ya quieren salir de vacaciones para jamás regresar.

Podía comprenderlos en cierto modo; ¿quién en sus épocas de estudiante no se sentía ansioso por salir del salón y grita "¡ya estoy de vacaciones!"? De hecho, eso era palpable hasta entre los mismos profesores y personal administrativo, tanto que he llegado a pensar si esta cadena de interrupciones era la clara e inequívoca señal de que nadie quiere trabajar ya y en su lugar están pensando en irse a, no sé, Hawaii, Abu Dabi, Acapulco o en donde sea.

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Ahora bien, la clase inició con una discusión entre dos alumnas sobre por qué una defendía a otra que ya tuvo la costumbre de faltar a clases. De esa discusión salió que:

• Ambas eran parientes por afinidad (ignoro si la hermana de una está casada con el hermano de la otra o son novios).
• Que más de la mitad del grupo ya faltaba a clases desde hace dos semanas por decisión colectiva sin ningún tipo de consecuencia por parte de las autoridades.

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Y ni qué decir de las innumerables interrupciones por parte de los alumnos de primer año que cada rato tocaban o abrían la puerta. La verdad que sí era un tormento chino retener las ganas de salir gritando al grupo que le bajara el humo de la emoción. Por lo tanto, lo tuve que reducir a esto en mi interior:

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En cuanto a la clase, decidí omitir el material audiovisual ante las miradas de los alumnos que, como el propio personal administrativo, ya denotaban desde primeras horas:

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Ya al terminar la clase, les dije qué saldría en el examen y les deseé unas felices vacaciones... Y añadí mentalmente esto:

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Ahora, si hay algo que me dejó esta experiencia es que definitivamente debería elegir con mayor cuidado el nuevo centro de trabajo. Y no lo digo por la paga; solamente tenía esa materia y era mi inicio en la docencia, así que no debo quejarme de ella.

Lo digo por la falta de organización a nivel administrativo, especialmente al momento de asignar las aulas. Me sorprendió en estos días que la encargada del área de la preparatoria no supiera si estaba ocupado o no un salón con equipo audiovisual, pero que aún así lo asigna tal cual. En cuanto a las faltas del alumnado, pues ni hablar; al final quizás terminan perdiendo y se reflejaría en sus calificaciones. Eso ya es muy asunto y decisión de ellos, misma que espero no tomen cuando estén en la universidad (si es que quieren seguir estudiando).

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