Renaciendo sin ti... dejándote atrás

Ya no te veo tan nítido como antes en mi poderosa imaginación. Cuando reapareces lo haces como un fantasma al acecho, solo que ahora eres un simple vestigio de algo que fue.

Tu silueta es lo único que alcanzo a ver en un rincón: aparece por momentos, oscura, borrosa. No distingo tu rostro, ni esos ojos que en algún momento me hipnotizaron. Poco a poco te vas convirtiendo en pasado.

Ya no hay dolor en el recuerdo.
Ya no hay anhelo en el deseo.

En tu habitación solo quedan papeles viejos, desorden y varias botellas rotas. Te veo intentando entrar, pero yo no te dejo. Aún tengo que terminar de limpiar. ¡No arañes la puerta!

Cada vez siento que respiro más. No me asfixio, ni muero en el intento. También comienzo a caminar más erguida, consciente de todo el mundo que me había perdido mientras estuve encerrada contigo.

Ya empiezas a desaparecer.
Yo empiezo a renacer.

A veces un recuerdo inoportuno me nubla el presente, pero como viene, se va. La habitación está cada vez más limpia, pronto estará vacía. Ya me veo a mí misma llenando el espacio de experiencias nuevas. Jamás debí darte tanto lugar en mi cabeza.

Tú lloras, yo río.
Me buscas, me alejo.
Me suplicas, te ignoro.
Me persigues, te dejo.