Las Tierras Benditas - Una novela quizá. (Prefacio)

Muros. Desde que desperté solo vi muros. No se donde rayos estaba y no se que pasó, sentía como si estuviera en alguna parte de la muralla China pero mil veces más alta, parecía no tener fin. Estaba en conmoción y el sonido de mi corazón bombeando sangre agitadamente no me dejaba pensar bien. El sol estaba sobre mi brillando con fuerza, por la posición calculé que eran las 9:00hrs, mi garganta estaba seca y no tenía nada con que hidratarme, no recordaba como llegue a ese punto hasta que vi el paracaídas rojo tendido debajo de mi. El accidente, susurre para mis adentros y en ese instante destellos de recuerdos rápidos volvieron a mi. La guerra ¡claro! Estaba escapando de la ciudad con los soldados revelados. Dolor, mi cabeza sintió las consecuencias de la falta de oxigeno y la deshidratación, no sabía cuanto tiempo estuve inconsciente y necesitaba encontrar agua. Desde hace cuatro años la vida del mundo había cambiado por completo, mi vida había cambiado por completo y todo lo que sabía de ella se fue al más profundo abismo de recuerdos de ensueño. La guerra llegó a destruirnos, a quitarnos la felicidad, los sueños, la familia y todo lo que conocíamos como vida. Hace cuatro años, las cuatro potencias mundiales más grandes entraron en el conflicto bélico más terrible de los tiempos, se atacaron entre ellas por un año entero hasta que una de ellas decidió no solo atacar a sus enemigas sino también a sus países aliados, en ese mismo instante la vida como la conocíamos se rompió. Todos odiaban a todos, todos luchaban contra todos, todos querían conquistarse entre sí desatando la guerra mas nefasta de la historia de la humanidad, una verdadera guerra mundial donde ningún país estuvo a salvo. Luego de dos años las cosas llegaron al punto máximo, llegó la bomba nuclear que acabo con la mitad del ecosistema del planeta, dejando a la tierra gris y quitando de su cielo el azul. No tengo idea de cuantas personas murieron, desde ahí se acabó la comunicación accesible, solo quedaron algunas señales de radio en las que los soldados notificaban ciertas cosas. Según las escasas noticias la mitad de la población mundial murió, los que quedamos por ende estuvimos expuestos a la radiación y seguimos en esa circunstancia. Muchos de los seres humanos comenzaron a tener mutaciones por los efectos de la radiación, no eran tan fuertes pero si eran significativas, ojos color rubí, cabello colo purpura, piel extremadamente pálida luego de ser personas de color y viceversa, era un caos en el que la gente tenía miedo de morir, sin dejar de mencionar los grupos armados que querían crear sus pequeños reinos personales. Las cosas se salieron de control en extremo en solo tres años.

Mi vida cambió por completo, todo cambió por completo. Ya yo no existía siendo una universitaria, ni teniendo un padre, ni siendo a chica que estudiaba canto y soñaba con algún día ser una artista plástico conocida; solo estaba esta nueva realidad que apestaba, solo existía yo siendo miembro de una familia rota que estaba en una comunidad post guerra que estaba siendo sometida por grupos armados sin corazón. Aunque mi realidad era deprimente, no podía sucumbir al dolor, tenía a Josh y debía protegerlo. Jacob es mi primo pequeño de siete años, el vino a vivir con mi madre Miriam y conmigo antes de que se desatara la guerra. Mi tía murió al igual que mi padre, así que solo quedamos los tres contra el mundo.

A comienzos de este año las cosas cambiaron para mi, enfermé y no pasaba un día sin tener alta la temperatura, se rumoreaba que esos eran los síntomas de la radiación pero se suponía que a las dos semanas se acabaría pero las cosas no estaban pasando así, tenía un mes con fiebre y mi cuerpo se estaba adaptando a la alta temperatura lo cual no era normal. Recuerdo estaba arreglando los retasos de tela que utilizábamos para dormir en nuestra pequeña "casa", un pequeño refugio de tablas y zinc , cuando mamá me tomo por el abrazo y me llevo hacia el fondo donde estaba el escondite para ocultar la poca comida que teníamos y así evitar que los guardias del gobernador se la llevaran como pago de los impuestos. Una vez allí, su cara se puso misteriosa, odiaba cuando se ponía en plan de misterio pero esta vez se veía que realmente era algo importante.

— Layla, se que tu cuerpo se esta adaptando a la fiebre y eso es signo de una evidente mutación. Estuve hablando con los rezagados al respecto.
— ¿Quienes son esos madre? Ten calma es una simple gripe mal curada.
— Los únicos del pueblo que tienen radio y están al tanto de todas las cosas. No tengo mucho tiempo para explicarte hija presta atención.
En ese momento sus ojos se llenaron de lagrimas, la voz le comenzó a temblar y me di cuenta que estaba a punto de entrar en pánico. No sabia que pensar, jamás la había visto así, ni siquiera el día en que uno de los guardias trato de llevarme con él.
— ¿Mamá que tienes? No entiendo ¿Qué es lo que está pasando?
— Layla los síntomas que tienes son de una mutación grande, tu cuerpo esta desarrollando algún don. Los guardias se han dado cuenta ya y parece que quieren llevarte con ellos.
— ¡Eso es ridículo! ¿Cómo van a decir algo así? Es una tontería y ahora los guardias vendrán buscando algo que no existe porque ¡no tengo ningún don y lo sabes bien!
Me molestó pero a la vez me sentí alarmada pues sabía que podía ser cierto. Comencé a sudar frío y a sentir calor en la punta de los dedos, la fiebre iba aumentando pero sin debilitarme, más bien sentía una fuerza que no podía explicar, lo que me llevó a pensar que mi madre tenía razón y quizá si estaba desarrollando un don pero ¿cúal?
— Layla debes huir. Uno de los rezagados tiene contacto con la resistencia y ellos están esperándote en el bosque para protegerte.
— ¿Quienes son?
— Es un equipo de personas preparadas en guerra que tratan de poner orden en el mundo y llevarnos a todos al único lugar donde el aire aún es puro y donde el agua dulce también lo es. Le llaman las tierras benditas, al parecer hay vegetación tal cual la recordamos, por eso aun seguimos con vida, la tierra tiene un pulmón. Debes ir con ellos hija aquí no puedo protegerte y tampoco puedo ayudarte a desarrollar tu don, sin embargo ellos podrán y aprenderás a defenderte. Así podrás volver por nosotros mi niña.
Sus palabras se clavaban como una espina en mi pecho, ¿que era esto? ¿A caso no era suficiente tener que perder mi vida para ahora también tener que dejar a mi familia?. Las lagrimas corrían por las mejillas de ambas como cual rió cuando desborda su caudal. Tenía miedo, ¿cómo sería la vida sin mamá y sin Jacob? ¿Como iba a irme para estar a salvo y dejarlos?
— Nos iremos todos, no te dejaré mamá. Eres todo lo que tengo, ustedes... No puedo irme así, no qu...
El estruendo de las patadas del guardia hizo que se me escapara un grito ahogado. Mamá corrió a taparle la boca a Jacob y me empezó a empujar hacia la pequeña salida de emergencia que teníamos oculta cuando la puerta principal se abrió y las luces de las linternas nos cegaron a los tres. Pude ver la silueta del general, un hombre de 1.90 de alto y corpulento, sin duda un guerrero pero de los malos. Llevaba puesto su característico traje verde militar con el sello del gobernador a la altura del corazón.
— Vaya vaya, ¿qué tenemos aquí? La familia completa reunida.
— ¿Qué es lo que quieres?
Preguntó mama sin ninguna pizca de temor en su voz.
— Nos dijeron que una de las mujeres de aquí ha estado enferma y queremos ayudar. Ya saben, el gobernador como siempre tratando de llenar de paz a su gente.
El sarcasmo y la ironía en su voz me dieron nauseas.
— Aquí nadie enfermó. Todos estamos bien, así que se equivocaron de sitio.
Mamá estaba al frente de Jacob y de mi tratando de ocultarnos de alguna manera. El general me miró con una mirada lasciva y fría mientras respondía:
— A mi me parece que tu hija necesita un paseo con los doctores del gobernador. Mejor deja que me la lleve por las buenas, no quiero manchar de sangre las botas que me acaban de lustrar.
Su boca se curvaba con la mas mortífera sonrisa. La impotencia y el enojo me bombardearon, quería tener un arma, quería poder extender mis manos y hacer que ellos se fueran para siempre. Mamá escondió su brazo detrás de ella para tomar el mío de una manera protectora y decirme en clave morse "C U A N D O V E N G A N C O R R E".
El pánico me abrazó y la impotencia creció. No quería dejarla, se la llevarían, la torturarían, a Jacob igual. No podía dejarlos, no quería hacerlo y menos por una suposición. Estaba tan sumida en mis pensamientos que lo único que me trajo de vuelta fue ver como un guardia agarró a mi mamá por el cabello y le pateó el estomago tirándola en piso mientras otro pateaba a Jacob. Mis nervios enloquecieron, estaba en shock cuando sentí la mano del general meterse por mi nuca y tirar de mi cabello diciendo:
— Tu te vienes conmigo muñeca.
No sé como pasó, la impotencia me dominó y le grité ¡suéltame! mientras mi mano iba directo a su pecho para empujarlo, entonces lo increíble sucedió. Antes de que mi mano tocara su pecho el salió disparado hacia la pared rompiéndola y cayendo unos cuantos metros lejos de la casa casi inconsciente.
— ¡CORRE LAYLA!
Grito Jacob sacándome de mi asombro, haciendo que mis piernas mecánicamente comenzaron a moverse en dirección hacia el bosque muerto de pinos.

Continuará.