Microcuentos de Amanda.

— ¿Por qué será que ya no me extraña venir a visitarte y encontrarte escribiendo?
— ¿Por qué será que no me extraña que siempre llegas justo cuando estoy escribiendo?
— La verdad tienes mucho talento Amanda. No sólo en la escritura también en las artes plásticas, la fotografía, la música. Cuando te conocí la primera vez no me imaginé el mar tan extenso que había dentro de ti.
— Uhm... ¿ Eso es bueno o malo?
— Eso es perfecto.
— Me encanta que te parezca perfecto.
— ¿Has pensado alguna vez en publicar un libro?
— La verdad sí. Aunque a una parte de mi le asusta, a la otra parte le encanta la idea de que un día alguien mientras lee el libro que escribí pueda conseguir en esas líneas respuestas, consiga esperanza, consiga amor y ¿por qué no? También pueda encontrar a Dios en los poemas en los que le describo. Ese es el fin de todo verdadero escritor ¿sabes? No tiene nada que ver con el dinero, tiene todo que ver con el hecho de provocar algo en el lector, que cuando la gente lea algo que escribiste sienta empatía, sienta algo. Eso es lo realmente valioso.
— Tu escritura logra eso y no lo digo por decirlo, cuando te leí por primera vez lo sentí. Sé que no muestras casi nunca tu trabajo por creer que no eres suficientemente buena sólo te diré que no tengas miedo al rechazo. Siempre habrá gente que nos rechaza, siempre habrá gente que nos va a criticar, a veces con razón y otras veces sin razón pero supongo que el hecho de llegar a varios lectores hace que valga la pena.
— Supongo que tienes razón. ¡Oye! ¿Desde cuándo te volviste tan sabio?
— Desde que comencé a amarte.