🎶 Arroz con leche, me quiero casar...

...Con una viudita de la capital! 🎶

Desde hace días en casa me estaban torturando para que les preparara un arroz con leche. Tanto dieron hasta que hoy ya no tuve forma de esquivarlo.

---

---

Hay aromas y sabores que tienen la facultad de transportarte en el tiempo y llevarte a momentos especiales de tu vida. Eso me ocurre con el arroz con leche. Es uno de los dulces criollos que más me gusta, y cada vez que lo hago no puedo evitar pensar en mi abuela Fernanda (mi abuela paterna).

Mi abuela Fernanda hacía el mejor arroz con leche de toda la bolita del mundo, ¡ninguno como el de ella! Los he probado en muchas partes, con coco, sin coco, endulzado con papelón, con piloncillo, los más modernos con estevia 😐, etc., etc., etc., pero ninguno como el de Doña Fernanda: cremoso, con aromas a especias sutiles y el arroz en el punto justo, que con cada cucharada invade cada una de tus papilas y procuras que aquello sea eterno.

Mi abuela Fernanda, a diferencia de mi abuela Elo, no era una mujer especialmente cariñosa. Era una de esas matronas duras, orgullosa, exigente y estricta. Aunque no era de trato distante, pues de alguna manera dentro de esa mirada fuerte que te ponía derechito cuando estabas frente a ella, había también esa manifestación de cariño sutil (como los aromas de su arroz con leche). Era regañona pero siempre tenía una manera muy particular de demostrar su cariño: su comida. Cocinaba como los dioses, su comida era sencilla, comida criollita, nada elaborado pero sencillamente exquisita. Era una señora de tradiciones inamovibles, que se cumplían como una sentencia. El primero de enero toda la familia en su casa para el sancocho de gallina, el 6 de enero tempranito en su casa para recibir el regalo de Reyes y desayunar huevito tibio con pan de maíz, el Viernes Santo el almuerzo en familia, a las 12:30 todos sentados sin excusas y ese día no podían faltar la sopa de pan, la sopa de palmito, el pisillo de chigüire y las arvejas. Tampoco faltaban en Semana Santa el dulce de zapallo y el de nuez altamireña. El 30 de mayo, día de su cumpleaños, luego de la misa, el almuerzo era su casa con cachama rellena y el 16 de diciembre, al amanecer luego de la primera misa de gallo - o misas de aguinaldos como las llamamos en mi pueblo - desayuno con mojito de res, arepas y huevitos revueltos, con café con leche. Esos desayunos eran lo máximo! el mojito con picante exquisito y los huevos revueltos, de verdad, no sé qué les hacía, la miré mil veces, sólo les ponía sal pero eran divinos, realmente muy buenos, gracias a eso estoy convencida que nadie en este mundo sabe freír huevos, sólo ella sabía...

Lo del arroz con leche era una cosa muy especial, de tanto en tanto hacía una olla y como somos un montón de nietos, ella lo racionaba para que todos comiéramos. "Poquito porque es bendito" decía. Pero, aunque ella trataba de disimularlo (cosa que no le salía muy bien, debo decir 🙄), a mi hermano mayor siempre le servía un poquito más que a los demás, era el favorito de ella y lo consentía un montón, al punto que si él le pedía un segundo tazón de arroz con leche, "a escondidas" se lo daba. Mi hermano, que sabía que a los demás no nos daría, nos hacía comer rápido a mi hermano Miguel y a mi para vaciar la mitad de su tazón en los nuestros antes de pedirle un poco más a mi abuela 😍. Nosotros creíamos que no se daba cuenta pero alguna vez, ya de grandes, sonriendo le dijo a mi hermano mayor que siempre miraba con el rabillo del ojo y le complacía ver que era un buen hermano mayor 😊.

No era una abuela de apapachos y por eso quizá mi recuerdo más preciado de ella es de una tarde, yo tendría unos ocho años, fui a llevarle algo que mi padre le había enviando. Yo tengo cabellos rizados y siempre andaba "con la cabeza como un manare" decía ella (nunca logré entender cómo es que mi cabeza parecía un manare 🙄), cuando llegué lo primero que me dijo al entrar, luego de echarme la bendición, fue eso y me dijo que fuera al corredor para hacerme una trenza. Nos sentamos allí, en el largo corredor de pisos de ladillo rústico, me hizo recostar en su regazo para desenredar mi cabello y mientras me peinaba delicadamente sonaron las campanas de la iglesia, eran las seis de la tarde y anunciaban el Angelus, volteé, la miré y le dije "bendición abuela" (como manda la costumbre) y ella, inclinándose me dio un beso en la frente y me bendijo. Imposible olvidar ese momento 💕...

No hay arroz con leche como el que hacía Doña Fernanda y aunque he hecho infinidad de intentos de recrearlo y, modestia aparte, me queda muy rico, no hay manera de igualarlo, supongo que lo seguiré intentando a ver si algún día consigo esos sabores en mi preparación, que gente para que lo pruebe es lo que sobra en esta casa!

La receta la voy cambiando, las proporciones son a "ojo por ciento" pero a manera de guía les dejo aquí algunas cantidades que suelo usar para la preparación:

• Una taza de arroz

• Dos litros de leche

• Dos tazas de agua

• Una raja de canela

• Una cucharada aprox. de clavos de olor

• Un pellizco de sal

• Azúcar al gusto (si eres de mucho dulce pues le pones mucha)

• Pones todo en una olla excepto uno de los dos litros de leche. Cocinas a fuego medio hasta que el arroz esté blando, le colocas el resto de la leche, le bajas el fuego y dejas mermar, revolviendo de tanto en tanto para que no se pegue a la olla. Cuando haya espesado lo apagas. Dejas reposar y ya de acuerdo a tu preferencia, lo comes caliente o frío. yo le rocío un poco de canela en polvo.

En casa no da chance de escoger, se lo comen caliente, luego guardan para comerlo frío y luego protestan cuando se acaba...

Buen provecho, que les quede rico y que lo disfruten!