La constelación del Gato

Si por la noche  observamos detenidamente el cielo estrellado, podremos dejar volar nuestra imaginación y buscar formas y figuras agrupando estrellas. De la misma manera que imaginamos objetos, animales o caras mirando nubes, también podemos hacer lo mismo con las estrellas. 

Desde tiempos ancestrales diferentes civilizaciones se han dedicado a crear e inventar constelaciones agrupando estrellas de una manera aleatoria en base a creencias religiosas o simplemente por capricho.  A estos grupos de estrellas se les daba el nombre de dioses, personajes mitológicos, animales o de objetos.

                                                Fuente de la imagen

Realmente estas agrupaciones no existen ya que nunca se utiliza una perspectiva tridimensional. Es decir, para hacerlo se utiliza  una óptica bidimensional cuando en realidad siempre  se combinan estrellas que pertenecen a galaxias diferentes y que distan entre ellas millones de años luz. 

Estas constelaciones en sí mismas carecen de sentido útil hoy en día, aunque en un pasado eran utilizadas como ayuda en la navegación marina o para determinar las estaciones anuales y como ayuda en la agricultura.  

El astrónomo griego Ptolomeo en el siglo II fue quien  primero estableció un catálogo del firmamento con 48 constelaciones a partir de la recopilación de datos y en base a su propia observación. En siglos posteriores se fueron añadiendo nuevas constelaciones, pero todas ellas tenían una característica en común y es que estaban catalogadas de acuerda a observaciones realizadas desde el hemisferio norte.  

                                                 Fuente de la imagen

A partir del descubrimiento de nuevos territorios a lo largo del planeta, a partir del siglo XVII se comenzaron a añadir nuevas constelaciones observadas desde el hemisferio sur de la Tierra. La perspectiva a la hora de observar el firmamento difiere de manera significativa según el observador de encuentre en una latitud o en otra, en un hemisferio o en otro. 

En el año 1798 un francés llamado Joseph Lalande, abogado de profesión y astrónomo de vocación, tuvo una curiosa ocurrencia. Entre la gran cantidad de constelaciones catalogadas existentes hasta ese momento, Lalande se dio cuenta que una gran cantidad de ellas tenían nombres de animales, desde los más comunes a nombres de animales extraños e incluso animales mitológicos. Pero ninguna constelación tenía el nombre de “constelación gato”, a pesar de ser uno de los animales más comunes y cercanos al ser humano. Lalande que era un gran amante del gato doméstico pensó en darle el nombre de “Felis” que significa gato en latín, a una nueva constelación. 

Esta constelación podía observarse solo desde el hemisferio sur pero tenía un problema, y es que Lalande utilizó estrellas que ya pertenecían a otras constelaciones catalogadas, concretamente a las constelaciones de Hidra, Máquina neumática y Brújula. 

                                                 Fuente de la imagen

La ocurrencia de Lalande no tuvo buena acogida entre la comunidad de astrónomos y aunque la constelación Felis aparece en algunos mapas y catálogos astronómicos del siglo XIX, en el año 1922 fue suprimida y desterrada por parte de la Asamblea General de Astrónomos que fue el organismo mundial que  determinó las 88 constelaciones oficiales que existen hoy en día. 

Esta lista es muy sesgada ya que recoge básicamente constelaciones creadas dentro de Europa y culturas occidentales y fundamentalmente basadas en registros realizados desde el hemisferio Norte. Sin embargo en la actualidad se considera el único catálogo oficial válido.   

A pesar de que la constelación de Lalande quedase en el olvido, su contribución a la ciencia y la astronomía fue muy importante; entre otros hallazgos fue el primer astrónomo en describir con exactitud la órbita del cometa Halley y determinó con gran precisión las posiciones de los planetas del sistema solar.  

                                                Fuente de la imagen

Como desagravio, la comunidad científica ha querido rendirle homenaje en diversas ocasiones. Para ello se le dio su nombre  a una estrella enana roja situada en la constelación de la Osa Mayor distante a 8,3 millones de años luz de la Tierra. Dicha estrella tiene un tamaño aproximadamente la mitad del Sol y es mucho menos brillante que este; esta estrella aparece catalogada con el nombre de Lalande 21185. 

También se le dio su nombre a una cráter de la Luna. El cráter Lalande es un cráter de tamaño pequeño  que se puede ver en la zona central del  lado visible del satélite.  

Sin embargo a día de hoy nuestro querido gato sigue sin darle nombre a ninguna constelación.  

Fuentes:

http://mininaxcube.blogspot.com.es/2009/07/gatos-en-el-espacio.html 

http://www.cielosur.com/archivos/archisa-jun-jul-00.php 

http://www.totastronomia.com/2012/11/el-gato-esta-triste-y-azul.html 

http://www.dilocongatoseuropa.com/blog/en-la-lluvia-de-estrellas-donde-esta-felis/ 

http://hyperphysics.phy-astr.gsu.edu/hbasees/Starlog/lalande.html 

http://www.rtve.es/noticias/20101126/feo-orgulloso-astronomo-jerome-lalande/376218.shtml