Recuerdos de Bremen (3ª parte)

Buenos días,
Continuo con el relato.

Me di cuenta de que el alemán era un idioma complicado de aprender.
Recuerdo llevarme el diccionario a todos los sitios, y aplicar cada minuto aplicar la siguiente rutina: palabra que leía que no entendía, palabra que inmediatamente buscaba en el diccionario.
El mes de Octubre se celebra en Bremen la Bremer Freimarkt, que son las fiestas más populares de la ciudad.
Recuerdo que cuando llegué a Bremen, la chica que vivía en casa del señor Densch (se llamaba Ilona) me preguntó si quería ir a conocerla. Ella había quedado con un grupo de amigos, y fue la primera vez que me integré en la sociedad alemana.
Un chica muy simpática que iba con ella, me iba explicando todo lo que podía que yo pudiera entender.
Me encontré con una feria que nada tenía que ver con la feria de Málaga. La de Bremen era una feria bastante tranquila. Podías hablar con mientras paseabas (aunque yo no hablaba demasiado...) la música no molestaba, es decir, no tenía el volumen demasiado alto, lo que permitía pasear, comer sus delicias locales, y disfrutar de la gran fiesta estatal bremeniana.

(fotos de pixabay)

Son miles los recuerdos que tengo de Bremen, pero sin duda la mejor experiencia es la cantidad de buenas amistades que hice durante los 6 años que viví aquí.
Aunque la Escuela Superior de Música tenía una cantina propia, yo todos los días iba a comer a la "Mensa" de la Escuela Superior Politécnica, que se encontraba justo al otro lado del río Wesser.
Las sobremesas a veces se prolongaban hasta altas horas de la tarde. Nos reuníamos grandes grupos de estudiantes, muchos de ellos Erasmus procedentes de Zaragoza que venían a Bremen a realizar su proyecto fin de carrera.
Después de 20 años, aun conservo aquellas amistades, y siempre que podemos, quedamos para revivir aquellos maravillosos años.

(yo a la izquierda)

En estos últimos años la cantidad de estudiantes que vienen a Alemania con la beca Erasmus ha ido creciendo progresivamente, pero en los años 90 no eran tantos, y venir a hacer estudios oficiales, éramos muy pocos.
Afortunadamente, tuve suerte de que en la primavera del 96 realicé el examen de nivel de alemán en el Instituto Goethe, y aprobé, lo que me permitió reunir todos los requisitos exigidos para ser estudiante oficial.
Tan solo faltaba conseguir la financiación.
Volví a solicitar la Beca Humboldt, esta vez con la recomendación de mi profesor, el Maestro Seibert, y adjunté una grabación que pude realizar con un buen equipo que teníamos en nuestra clase: un Preludio y Fuga de Bach, el primer movimiento de la sonata op.2 nº 3 de Beethoven, y la Rapsodia Húngara nº 5 de Liszt.
Tras terminar el curso y regresar a Málaga para pasar las vacaciones de verano, después de un año intensísimo de estudio de piano y de alemán, me llegó la carta de la Fundación Alexander von Humboldt.
La sensación que tenía era la misma que años más tarde se describió de manera absolutamente magistral en la película Billy Elliot cuando le envían la carta de admisión o no admisión en la Escuela Nacional de Danza de Londres.
Si me daban la beca, podría permanecer en Alemania al menos 1 años, quizás 2.
Si no, tendría que regresar a España y terminar allí mis estudios.
Abrí la carta, y leí , entendiendo todo, que me concedían la beca Humboldt.
¡Lo logré!
Fue la primera vez en mi vida que reconocían el esfuerzo y el trabajo que había dedicado toda mi vida al estudio de la música.
En España nunca me dieron ningún premio en ningún concurso, sin embargo en Alemania, país que me acogió durante los años siguientes, y donde realicé finalmente toda la carrera superior de piano, conseguí convertirme en pianista profesional.
Danke Bremen, Danke Deutschland!
FIN
@titin