Recuerdos de Bremen (1ª parte)

Buenos días amigos,
Ayer hice un recorrido por el centro de Bremen, y como no, hice parada obligatoria en la Escuela Superior de Música de la ciudad donde realicé mis estudios superiores de piano.

Recuerdo perfectamente el día que aterricé en la ciudad.
Octubre de 1995.
Me esperaba en el aeropuerto un profesor de piano español que daba clases aquí, con el que yo ya había hablado duante los meses previos, y me había recomendado venir a estudiar con un maestro alemán de reconocido prestigio.
Casualmente la que había sido hija del Consul General de España en Bremen, era la esposa de mi profesor de filosofía del Instituto, y conocía desde hacía años a este pianista español que llevaba ya 20 años viviendo en Bremen.
"Tito, esto es otro mundo"- me dijo Javier (así se llamaba) nada más llevarme al coche y acercarme a casa del señor Densch, que me iba a alquilar una habitación durante la temporada que permanecería allí.
Lo primero que me dio Javier fue la enhorabuena por haber obtenido la beca Humboldt, que era una de las más prestigiosas del país.
-¡Pero si no me la han dado! La he solicitado ¡pero no la tengo!- le dije
-¡Huy! Pues tenemos un problema, porque el profesor Seibert piensa que ya tienes la beca, y por eso te ha admitido como GastStudent (alumno invitado). Bueno, no te preocupes. Encontraremos una solución, al menos para que te escuche. Ya que has venido, yo creo que sí te hará un hueco para poder escucharte.

Me empecé a poner muy nervioso. Yo ya estaba convencido de que iba a permanecer tres meses en Bremen estudiando con el Maestro Seibert, y de repente, todo se empezaba a desmoronar.

Os cuento cómo fue el procedimiento:
Unos meses atrás, Javier me había dicho que escribiera una carta al Maestro Seibert explicándome los motivos por los que quería venir a estudiar a Alemania, y que le enviara alguna grabación o cassete mía tocando el piano.
En esa carta, entre otras cosas, le expliqué que iba a solicitar la beca Humboldt para poder estudiar al menos durante 1 año entero, si me la concedían. Pero al parecer, el Maestro Seibert lo entendió mal, e interpretó que ya me habían concedido la beca, y por eso, muy orgulloso, me escribió la carta de admisión como estudiante invitado. Él mismo obtendría prestigio al tener a un alumno becado por la Fundación Alexander von Humboldt.
Así es como funcionaba.

Cuando llegué a la casa del señor Densch, observé que había otras personas viviendo allí, por lo que inmediatamente caí en la cuenta de que todas las habitaciones de la casa las tenía alquiladas.
Me llamó poderosamente la atención que la casa entera era una biblioteca, y no tenía televisión.
La vivienda se hallaba en la Beethoven Strasse (Calle Beethoven, qué casualidad por cierto...), cerca del centro de Bremen.

(foto de Pixabay)

Durante el fin de semana, me sobrevino la misma sensación que tuve 10 años atrás cuando fui por primera vez a Inglaterra, pero bastante peor, porque tenía la presión de la audición con el Maestro Seibert que iba a hacer dos días más tarde, y estaba muy nervioso.
Además, no entendía ni hablaba nada de alemán, por lo que no podía comunicarme con nadie, tan sólo con los que pudieran hablar algo de inglés. El señor Densch hablaba un poquito, y al menos para las cosas más rudimentarias sobre la utilización de la casa nos pudimos entender. Pese a haber estudiado durante todo el verano algo de alemán, con unos fascículos de un curso interactivo que teníamos en casa, al llegar allí me di cuenta de mi desconocimiento total del idioma.

Ese fin de semana Javier me dejó ir a su casa a estudiar piano. Pasé toda la tarde del domingo hablando y tocando para él. Me dio algunos buenos consejos y me dijo que tocaba bien como para ser alumno de la Escuela Superior, del Maestro Seibert o de algún otro profesor. Esto me tranquilizó. El lunes en principio me recibiría el Maestro Seibert en su clase.
Pero yo tenía la sensación de que me lo jugaba todo a una carta y de que no estaba a la altura.
Quizás con cierto complejo, porque unas de las cosas que me explicó Javier es que el nivel de los que terminaban en España el último curso de piano, era más o menos el de empezar a estudiar en Alemania.
Pero mi último curso en España tampoco fue demasiado bien, por otros motivos que ahora no vienen al caso.
Y por eso me sentía inseguro.
Mi repertorio era el del último curso que había hecho en el Conservatorio en España: Piezas de Bach, Beethoven, Schumann y Debussy.

Me cité con Javier el lunes a primera hora de la mañana. Él compartía aula con el Maestro Seibert. Impartía clases a los alumnos que estudiaban el piano como instrumento no obligatorio. De manera, que pude practicar unos minutos antes de que viniera el profesor Seibert. Pero se retrasaba. Pasaron unos 45 minutos y Javier empezó a inquietarse. Entonces le llamó por teléfono.
-¿Pero entonces ha venido el chico español?
-Sí, está aquí conmigo.

Y al minuto apareció por la puerta
(continuará...)
@titin