Valorarse a Sí Mismo. Cómo Mejorar la Autoestima

Es verdad que en lo profundo de nuestro cerebro existe una primitiva programación que le interesa conservar la energía que tenemos para subsistir. Sólo le importan las cosas que puede obtener de inmediato.

Es la razón por la que si dejamos que el nivel consciente no intervenga, viviremos alejados del progreso, del aprendizaje y menos aún de las maravillosas cosas que podremos ganar si nos empeñamos en conseguir.

Pero la verdad tras todo esto, es que NACIMOS PARA TRIUNFAR.

Nada más examínate las increíbles cosas que tienes, con lo que naciste. El poder del cerebro es, para los 100 años que vivirán algunos, de capacidad infinita.

¿Sabías que hacen falta más de 1.500 años (sí, mil quinientos años!) para copar de información al cerebro?

Tenemos un súper disco duro debajo del cráneo

Y la interconexión entre las neuronas es tan enorme, que los ceros de esa cifra no tendrían sentido escribirlos.

¿Cuánto valdría la mejor computadora del mundo? Duplica, triplica, quintuplica esa cifra, y no sumaría lo mismo que si tu cerebro tuviera que ser fuera fabricado por científicos.

.¿Cuántos dólares costarían hacer una computadora que lograra hacer lo mismo que tu cerebro?
Lo que me sorprende, es que hay quienes se creen que son “brutos”, “ineptos”, “imbéciles”, torpes, y dejo a tu imaginación ampliar esa lista. Como ellos abrazaron a la desdicha, no pudieron salir a flote de sus charcos de miseria. Prefieren envidiar a tu potencial, a tu fuego interno, y se proponen apagarlo sembrando ortigas entre tus rosas.

Si quieres elevar tu autoestima de manera inmediata, aléjate de los cobardes, y se selectivo con quienes andas a partir de ahora. Sé exigente con quienes te van a acompañar de ahora en adelante, sólo permite a los que tienen alma de ganadores entrar en tu vida. Ellos van a darte el precio que mereces, que es inmenso.

Tu potencial vale mucho más que tu peso en oro.

A que por allí hay quienes dirán que estoy exagerando.
Piensa en alguien que haya triunfado con un gran liderazgo carismático. Pongamos a Steve Jobs, co-fundador de Apple Inc.

Si se hiciera un Steve Jobs en oro de 24 quilates, ni se acercaría a valer al compararlo con el legado que nos dejó.

Y si aplicaras con empeño y decisión tus mejores talentos, habilidades, pasión, entrega, enfoque; de seguro tu legado valdrá mucho más de lo que pesas en oro.

Es fácil autoengañarse. Tú vales más que cualquier máquina hecha por el ser humano. Por eso es inaceptable creer en la derrota, en que se es un inútil. Hemos aprendido a lamentarnos, a creer las falacias que oímos desde niños de “eres pequeño, tú no puedes”.

Escuchar a los fracasados que tienen el don de expresarse como si supieran lo que dicen, podría convencer a los inexpertos que piensan en que los grandes sueños son para los “elegidos”.

Tú, tu familia, la humanidad que te rodea, se perderá de tus poderes si los dejas podrir en los rincones que tienen todos los fracasados en sus depósitos de miedos.

Está bien, tenemos un potencial increíble; más si no construimos algo con él, algo que los demás necesiten y quieran, que estén dispuestos a pagar por ello, de nada servirá.

No se trata lo que “podríamos valer”; más bien, en el mundo real lo que vale es los que hacemos.

He notado que hay quienes admiran, catalogan de virtud el menospreciarse a sí mismos. Lo llaman modestia, humildad. Ellos aplauden los lamentos. Para nada, vales demasiado como para caer en el juego del fracasado.

El perdedor se reconforta entre sus lamentos, quejas, envidias. Pero yo sé que tú no eres de esos.

Tú eres altivo, valiente, veloz, dinámico.

Ves al mundo con ojos de águila; le escuchas con la sabiduría de un gurú; te le enfrentas con la gallardía de un león que desea vencer su hambre derribando al búfalo más poderoso.

Posees lo que se necesita para que logres levantar tu nombre entre la multitud. Tienes las cualidades de un emprendedor. Tú no aceptas los límites que han querido imponernos los fracasados que hemos encontrado en el camino. Tienes el don de ser hijo, hija de Dios, y ya bien lo sabes, Él no hace cosas imperfectas.

Creo que el problema es que tenemos la opción, de hacer o no hacer.

Me contenta que hayas llegado hasta aquí.

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Thomas Flores

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