Desde inicio del nuevo milenio los medios de comunicación masiva se han encargado de estereotipar a la mujer del nuevo siglo, creando un canon de belleza poco natural, que es llevado a la sociedad desde las campañas publicitarias, los programas de TV, el cine y las revistas. Convirtiendo a las mujeres en un cuerpo estéticamente alejado a lo que realmente son.

La manera superficial con que los medios venden este canon de belleza, se lleva a cabo desde distintas áreas, ya que con el pasar de las décadas y el avance de la ciencia y la tecnología, ha sido posible esa idealización de la “mujer perfecta”.

Ya es costumbre para nosotros ver a las súper modelos de 1, 80 cm, con medidas de 90-60-90, y, como si fuera poco, sin ningún tipo de manchas, estrías, celulitis, exceso de tejido adiposo, uñas y cabello desarreglado o piernas sin depilar. Estas mujeres van caminando por la pasarela con su mejor sonrisa y deslumbrante mirada, evitando caer con sus altos tacones. Todo eso para vender aquella prenda de diseñador que tanto furor ha causado, y que intenta decirte que tú también podrías lucir igual de bella que la modelo. Después del desfile millones de mujeres salen a comprar el último grito de la moda, pero se dan cuenta que no lucen igual a la modelo y comienzan a repetir lo que automáticamente les viene a la cabeza “Nada de esto me sienta bien” “Luzco obesa con este conjunto” “Me ensancha las caderas” “Mi busto se ve caído” “No puedo mostrar mis piernas llenas de estrías y celulitis”. Entonces las cirugías estéticas, el maquillaje, los consejos para mantener una vida “saludable y fitness”, pasa a ser parte de la vida de las mujeres. Entonces, sin darnos cuenta nos convertimos (o por lo menos en su mayoría) en la MODELO 2000, aquella mujer que siempre está bien arreglada, incluso hasta para posar en los artículos que hablen de enfermedades terminales, o la que se muestra trabajando arduamente en la comodidad de su casa, sin mantel de cocina ni overoles sucios. Esa mujer Barbie Girl que nos dice que podemos ser todo aquello que queremos, sin dejar de vernos “perfectamente bellas, con nuestra perfecta vida, perfecto cuerpo y perfecto novio”.

La manera en cómo la sociedad del siglo XXI, vende a esta mujer irrealmente perfecta ha ocasionado serias conductas en algunas féminas que sueñan con convertirse en súper modelos o muñecas a cómo de lugar, o como diría Judith Butler en su texto El género en disputa (el feminismo y la subversión de la identidad), donde menciona cómo estos comportamientos va generando inconscientemente un legado en las futuras generaciones de mujeres:

“(…) Aquí el cuerpo materno reprimido no es únicamente el sitio de múltiples impulsos, sino también el portador de una teología biológica que, al parecer, se manifiesta en las primeras fases de la filosofía occidental en las creencias y prácticas religiosas no occidentales, en las representaciones estéticas provocadas por estados psicóticos –o casi psicóticos- en incluso en prácticas artísticas de vanguardia."

No es para nada anormal encender el televisor y observar como las presentadoras de los programas matutinos, de entretenimiento, o hasta incluso cocina y hogar, lucen impecables de pies a cabeza y cómo nos hablan de “algunos” tips de belleza para obtener el cuerpo y el rostro que casualmente lleva la figura pública que se encuentra hablando frente a una cámara. No obstante, los programas de realidad (reality show) que nos enseña a cómo debemos vestirnos (más femenina, elegante o sensual), qué comer y cuantas horas se necesita permanecer en un gimnasio o en un quirófano para lograr ese cuerpo que desde siempre los medios nos han vendido y que, desafortunadamente, muchas deseamos tener.

El objetivo no es ir en contra de este estereotipo ni mucho menos señalar a quienes siguen este canon de belleza, pues, a pesar de vivir en una sociedad postmoderna, donde la comunidad LGTB y el movimiento feminista han logrado (aunque no completamente) una transformación en el pensamiento de algunos individuos, aún muchas mujeres continúan siendo señaladas por su apariencia física, sobre todo, si su comportamiento se torna masculino desde la manera de vestir, hasta de pensar. Sin embargo, ¿Podríamos decir que el principal culpable de estos estereotipos radica única y exclusivamente en los medios masivos? No, pero su influencia ha provocado en las mujeres un fuerte anhelo de alcanzar ese cuerpo que se encuentra alejado a lo que realmente somos.

Si bien podríamos señalar que el objetivo no es refutar este repetido e idealizado calco de belleza femenina, ni mucho menos juzgar a quienes luchan por alcanzarlo, pues, debemos acotar que, de manera inconsciente, esta tendencia por lo “perfecto” ha afectado a casi todas las mujeres desde la etapa del desarrollo, una vez que comienza a aparecer la piel naranja, el acné, las estrías, entre otras “imperfecciones” que la modelo, la actriz de cine y la presentadora de televisión se molestaron en hacerlas desaparecer. O como diría Butler en su texto, “la Integridad y la Unidad del cuerpo, con frecuencia considerados ideales positivos, se someten a los objetivos de división, restricción y dominación”.

La MODELO 2000 es una crítica hacía ese icono que de modo intensivo nos ha intentado vender los medios, hablando no sólo desde lo estético sino también desde la representación social, política y profesional que, según estos, debe caracterizar a esta mujer sometida a cirugías, tratamientos, ejercicios, dietas y, en algunos casos, a un pensamiento patriarcal que muchas veces no falta en la “vida perfecta” de la mujer del siglo XXI y que aún sigue presente, sobre todo en las sociedades latinoamericanas.

La serie fotográfica describe de forma despectiva cómo aún existe el rechazo por los cuerpos que no son “estéticamente atractivos” al público, o mejor dicho, al mundo del glamour y el entretenimiento. Se muestra el prototipo de dos cuerpos femeninos completamente diferentes, como si fuesen maniquíes de último modelo, listos para ser vendidos a las grandes industrias. Uno de ellos es la MODELO 2000 el prototipo de mujer que todos anhelan ser, perfecta de pies a cabeza. Una modelo de doscientos arquetipos de la “mujer ideal” que esperan a ser vendidos a las sociedades. Sin embargo, uno de estos modelos, la mujer autentica y común, fue desechado al ser un simple error de fábrica, pues no posee las características que “La perfecta MODELO 2000” debe poseer. Aquellas que, desde siempre, los medios nos han impuesto, pues como señala Joan Rivière en su texto "La femineidad como máscara":

“(…) La tendencia al sacrificio de sí misma, a la abnegación, a la entrega de sí, expresa el esfuerzo hecho por restituir y reparar lo que ha sido quitado” pues menciona también que es una <afirmación narcisista> del más alto valor.

No podríamos dejar de señalar que dentro de este canon, se impone (en muchas ocasiones) la imagen de la mujer que se siente extraña y desconocida en el cuerpo que habita, a la que muchos llaman "homo" o "trans". Aquella que aún se encuentra en la búsqueda de sí misma y que entre los medios de comunicación, la sociedad y lo que siente, provoca un aislamiento hacia su propio yo como individuo. Para ello, podríamos citar el texto de Tamsin Spargo, donde realiza una clara diferencia entre la transexualidad y ser transgenerizado, pues este último se refiere (Para citarlo en palabras exactas) “A quienes rechazan o infringen las normas culturales de la apariencia o el comportamiento masculino o femenino y su supuesta correspondencia con la masculinidad y feminidad biológicas preexistentes” Es decir, aquellas que ya te intentan establecer incluso desde antes de tu desarrollo.

No podríamos decir que nos encontramos completamente en contra de los cuerpos perfectos, pues todas soñamos con parecernos a la modelo de la revista, sin embargo, no podemos estar completamente a favor de ello, pues mientras que las caras que se sigan viendo en el cine y la televisión vendan una imagen de aquella “mujer perfecta”, menos tendremos el placer de aceptarnos y reconocernos a nosotros mismos. Si bien podemos mencionar a algunas figuras públicas que, sin importar su apariencia, ambas poseen exitosos programas de televisión que se han dado a conocer en todo el mundo, sin necesidad de mostrarse como algo diferente a lo que son. Sin embargo, sigue siendo minoría dentro de un mundo que mueve a las masas donde la mayoría de ellas es diferente a esa anhelada belleza que nos venden día a día.