Padre Nuestro: Introducción
Dios es el ser que más amo en la vida. Nuestro Padre trajo al mundo a su hijo pródigo, Jesús de Nazaret, encomendándole la misión de salvar a la humanidad de su propia autodestrucción con un mensaje que connota la fórmula de salvación y única salida para nuestra supervivencia: ”ama a tu prójimo como te amas a ti mismo”.
Estando reunido con sus discípulos más cercanos, los apóstoles, le preguntaron a Jesús cual era la forma correcta de orar, porque conocían la importancia y el poder de la oración cuando ésta se pronuncia empleando la terminología metafísica adecuada. Ningún mortal ha tenido el conocimiento que el más inmortal de los hijos de Dios tiene, y el uso de su retórica mística dejó una serie de enunciados cuya complejidad filosófica desafía la inteligencia de cuanto ser humano ha pisado y pisa esta tierra.
Entonces Jesús les dijo ”Vosotros, pues, orareis así” (Biblia del Diario Vivir; Versión Reina Valera 1960; extracto del versículo 6,9 del libro de Mateo; Pag. 1230).
Padre nuestro que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad aquí en la Tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dádnoslo hoy.
Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal.
El legado que Jesús de Nazaret dejó con su filosofía lo convirtió en mi mentor principal y para honrarlo le dedico todas las mañanas, al despertar, esta imperecedera oración, cuyas estrofas cuidadosamente elaboradas guardan un significado que ha despertado el interés de eruditos en teología, simbología bíblica, filosofía, metafísica y otras ramas afines del saber, y en mi caso particular, sin ser especialista en alguna de estas materias pero conociendo un poco de ellas, me he motivado a analizar e interpretar sus metáforas, las cuales expondré dedicándole un artículo a cada uno de estos siete enunciados que conforman la oración que predican todas las religiones del cristianismo.