Mi Oración (Segunda Parte)

Continuando la serie de artículos ”Mi Oración” culmino en esta entrega la parte inicial de mi oración personal y prosigo con el inicio de la segunda parte, correspondiente a las ”peticiones positivas” que conforman mi oración personal.

Fuente

No permitas que las malas influencias del ego me desvíen del camino que Tú, mi Señor, trazaste para ser recorrido por mí en este ciclo de vida ni de la misión que en éste está implícita
Cada vez que comenzamos una nueva encarnación, o sea desde el momento en que hemos sido concebidos, un nuevo camino nos abre Dios para ser recorrido por nosotros a lo largo de todo este período de vida terrenal, que comúnmente llamamos “nuestra vida”. Es muy importante saber que recorrerlo sin ninguna clase de desvío tiene como consecuencia la limpieza de todo el Karma que arrastramos y llevar una vida de pulcritud en la que no generamos más Karma; también implica llegar a obtener todo el conocimiento necesario para no tener que volver a futuras encarnaciones; en las sagradas escrituras se refieren a ”alcanzar la salvación”. Es natural llegar a pensar que sería imposible llegar a vivir, a lo largo de toda nuestra estadía terrena, la excelencia absoluta sin cometer algún error o desliz que nos saque del camino que el Creador trazó con la meticulosidad que solo en su perfección es capaz de hacer, sobre todo, sabiendo que el ego permanece siempre a nuestro lado y no deja escapar ningún descuido de nuestra atención para acometer con su mala influencia, pero en nuestro proceso de evolución nos volvemos más virtuosos y fuertes ante la arremetida de las tentaciones del ego, gracias al apoyo que nos brinda nuestro Señor. No finalizaré el análisis de este párrafo sin aludir que cada persona que viene al mundo trae consigo una misión encomendada por Dios y que está implícita en el camino que habremos de recorrer en nuestros ciclos de vida terrena; como hijos de nuestro Padre y Señor obramos como sus herramientas para el propósito divino de su creación.
A cambio de esto (desviarme del camino), ilumina ese camino con tu luz de sabiduría y llévame a través de él de tu mano, ya que Tú eres mi guía
Refiriéndome al camino que Dios nos sembró para ser recorrido por nosotros a lo largo de nuestra existencia en el mundo, le pido que éste sea iluminado por su sabiduría infinita: luz de conocimiento universal que nos ayuda a recorrerlo sin tropiezos, con la claridad de una conciencia que se ha entregado a la guía de nuestro Padre, por lo que nos lleva de su mano para recorrer nuestro camino con rectitud.

2ª Parte - Las Peticiones Positivas

Danos salud, bienestar y amor a mí y a toda mi familia
En la cultura oriental se hace referencia a “las tres fortunas de la vida”: salud, dinero y amor. En la nuestra a menudo hacemos referencia que “la salud es lo primero”. La importancia de gozar de buena salud mantiene supremacía sobre todas las cosas, ya que gracias a ella es que podemos disfrutar del Reino de Dios. Con respecto al dinero, no siempre poseerlo es garantía de bienestar, debido a que éste es una de las armas de doble filo más impredecibles que ha inventado el ser humano; si bien es el beneficio que el dinero nos pueda aportar lo que deseamos de él, prefiero cambiar este sustantivo por bienestar, como fortuna de la vida. El amor es Dios mismo hecho sustancia, que sana, embellece, perfecciona, unifica; la vida sería imposible sin este elemento vital para la convivencia y supervivencia entre los seres humanos, por lo que es tan importante como la salud y el bienestar. Al hablar de la familia, a la cual le deseo en demasía estas tres fortunas, tanto como las deseo para mí mismo, hago énfasis en el sentido holístico que ésta connota, porque no se trata solo de los miembros consanguíneos que me rodean. Cuando el maestro Jesús de Nazaret dijo: “Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre” (Marcos 3-35), nos dio una muestra de la amplitud que puede abarcar cuando hablamos de la familia; más aún, cuando representa a todos los seres humanos que poblamos la Tierra, como hijos de Dios que somos, están en conformidad a quienes dirijo mi deseo de que puedan disfrutar de buena salud, reconfortante bienestar y el más puro amor.
Ayúdame a cumplir con mis metas de corto, mediano y largo plazo
En párrafos anteriores reseñaba sobre la misión que todos tenemos en la vida, en virtud de la cual fijamos las metas que nos proponemos alcanzar a lo largo de nuestra existencia. Solo cuando avancemos espiritualmente lo suficiente sabremos a ciencia cierta si las metas que a voluntad nos fijamos cumplir corresponden a la misión que, antes de ser concebidos, aún en el plano inmaterial, Dios nos asigna para Él obrar en el mundo a través de nosotros. En el recorrido de nuestro camino nos vamos encontrando con experiencias que nos causan atracción o repulsión, que nos ayudan a señalar una directriz con un punto de partida y un hipotético punto de llegada, entre los cuales debemos dar una serie de pasos que nos pueden indicar si vamos por el camino correcto al sentir satisfacción en su transitar. Las metas que nos proponemos alcanzar a lo largo de nuestro actual ciclo de vida son numerosas y es importante clasificarlas según su duración, tanto para establecer prioridades de acción como para que no interfieran conflictivamente entre ellas; en este sentido decidí clasificarlas en metas de corto, mediano y largo plazo, siendo las primeras las de mayor inmediatez. En el momento de orar, al hacer referencia a la realización de las metas de corto plazo, procuro ordenarlas secuencialmente de tal forma que me sirva para organizar las actividades que me deparan en el día, la semana o los próximos meses.

En el siguiente artículo correspondiente a ”Mi Oración” comenzaré argumentando acerca de las metas de mediano y largo plazo, para luego exponer la obertura de esta segunda parte de mi oración personal.