Como os expliqué, aparcamos la furgoneta en la entrada del puerto de Larros porque una señal impedía el paso a vehículos no autorizados y, sin demorarnos demasiado, nos fuimos a dar un paseo para conocer el pueblo y comprar algunas provisiones.

Gujan-Mestras superó con creces nuestras expectativas y el paseo por la costa fue muy agradable. Según iba atardeciendo el paisaje se volvía más espectacular, la mezcla de colores era preciosa. El verde de su vegetación contrastaba con el azul del mar que reflejaba los tonos naranjas y rojizos del cielo a medida que el sol iba descendiendo.

Desde la costa, el puerto donde habíamos dejado nuestra furgoneta se veía tan bonito que nos empezó a entrar la curiosidad por ver que había detrás de esa señal de prohibido el paso. La verdad es que desde fuera no era gran cosa, estaba lleno de grandes almacenes de ostras rodeados por los útiles típicos de los pescadores y esto le daba un aspecto un poco desaliñado. Como la entrada del puerto no me pareció nada interesante y tengo ni una foto de esta área para mostraros.

De lo que si estábamos seguros es que era un lugar tranquilo para pasar la noche, ya que solo vimos a una mujer francesa paseando con su perro, y este es uno de los factores que más solemos valorar a la hora de elegir un parking para dormir.

Como os comenté, nuestra única preocupación era la cantidad de mosquitos que nos esperaban en las aguas estancadas del muelle donde estábamos estacionados. A esto, se le sumó nuestra curiosidad por ver el puerto más de cerca, por lo que decidimos saltarnos la señal de prohibido el paso para descubrir que había detrás.

Al llegar al final del puerto quedamos impresionados con las vistas, ¡nunca había visto nada parecido! Recuerdo que estando allí sentados, observando los últimos minutos de sol, nos dimos cuenta de lo realmente afortunados que somos al tener cada día vistas como estas. La gente ahorra durante toda su vida para comprar una casa con vistas al mar o la montaña, ya sea vacacional o como vivienda habitual pero, una vez la consiguen, siempre deben conformarse con el mismo paisaje. Nosotros, en cambio, podemos disfrutar de un amanecer y atardecer distinto cada día. ¿Se pude ser más afortunado?