2020: Año Especial. -Escritura Creativa-

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Un Nuevo año veía venir, y la verdad empezó de manera inesperada. Les contaré una anécdota que tenía bien guardada. El año 2020 para mí resultaría especial, pues no solo es mi cumpleaños número 18, sino también será uno de los acontecimientos más apoteósicos. Crecí viendo desde pequeña a mis primos estudiar en bachillerato, veía que algunas veces ni dormían en las noches o se quedaban dormidos estudiando, siempre quise llegar a vivir ese momento, y ahora… simplemente lo estoy viviendo. Soñé con graduarme de bachiller de la República Bolivariana de Venezuela, crecí pensando en cómo sería, que sería, dónde estaría, siempre soñé muchas experiencias, nada ha sido como lo pensaba, esperaba e imaginaba.

Ser adultos es todos los días un cambio, una constancia, un pensar decidida y actuar con madurez, es muchas veces mirar con melancolía el pasado y seguir con miras a un mejor futuro, es un levantarse temprano, trabajar-estudiar, compatibilizar todos los aspectos, es entender a los demás desde los zapatos, es una mezcla de emociones, sentimientos e intenciones, es un abrir y cerrar de ojos y un nunca volver atrás.

Hace unos días quizá me levanté con una sonrisa tatuada en los labios, quizá imprimí en totalidad un rostro perfecto. Muy probablemente me miré al espejo y seguidamente encontré mi cuerpo perfectamente, me maquillé los labios, ricé mi cabello y comí el desayuno con entusiasmo. Me marché esa mañana a mis actividades, e incluso hipnoticé, capté la atención con una vibra incomparable. El chico que me gusta me miró, nos sonreímos e incluso intercambiamos una amena charla sobre trivialidades; volví a casa a la hora justa, ese día no me molestó el sol, ni que la profesora de Anatomía se ausentara, tampoco presté atención a los malos comentarios de las chicas del grado superior. Al entrar en casa me di cuenta que mamá no había vuelto del trabajo, quizá se presentó alguna cita nueva con sus pacientes; decidí cocinar algo delicioso, llené la cocina de aromas exquisitos, hice un manjar, me divertí, serví tres platos justos, tomé una fotografía; almorcé con mi madre, ella me comentó lo rico que sabía el almuerzo que guardé y preparé para ella, nos abrazamos, hablamos y ese día raramente no peleamos.

Me duché sin preocupaciones, incluso canté en la ducha, capté el detalle de que el agua estaba en la temperatura perfecta, percibí el olor que tenía el champú, manzanilla pura y fresca, me envolví en una toalla y me miré nuevamente en el espejo, capté mi esencia, mi cuerpo, mi rostro, mis ilusiones, mis talentos.

Ese día sonreí, ese era mi día y me sentía perfecta, no había nadie que me detuviera. ¡Simplemente era yo! Tenía un rostro algo cansado, porque no daba tregua a lo que algunas noches hacía, leía como si no hubiera un mañana, decía mentalmente y constante -¡Un capítulo más y ya…! – Ilusa yo, que creía que pararía de leer, más con libros tan adictivos, apasionantes y majestuosos.

No habría día igual. Esa mañana cuando me levanté a verme en el espejo me sentí hermosa, pero más allá de las superficialidades, las culturas y las personalidades, ese día me sentí no común y aunque al principio era y parecía extraño, raro. Sabía de todo corazón, algo me lo decía, presentía era la intuición que yo no era alguien común, sí, pensaba que la vida se trataba de ser distinta, porque lo común aburre y lo no común resulta entretenido, adictivo, da felicidad instantánea.

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Me miré al espejo sabiendo que tenía un cuerpo algo desalineado, delgado, detallé mis facciones para nunca olvidarlas, tenía las cejas pobladas, tal vez tenía muchos meses sin sacármelas por falta de tiempo, dinero y disposición; los ojos grandes, negros y misteriosos, una nariz algo extraña, no era perfilada, mucho menos respingona, ni muy grande, ni muy pequeña, mediana para ser exacta; unos labios delgados y rosados, no eran los más besados. Dos oídos perfectos, un cuello que me hacía poder conectar mi cabeza con mi cuerpo, unos hombros que día a día recibían fuertes pesos pero me ayudaban grandemente, unos brazos delgados, nada fornidos, ni muy entrenados, no soy muy fitness que digamos, dos manos con sus respectivos dedos otorgados que a muchos han sorprendido con la facilidad para poder redactar en la computadora y escribir de manera manual, con ellas unas uñas largas y blancas; si hablamos de la pubertad, la verdad a mí no me hizo ni muy bien, ni muy mal. Mis senos no eran los más grandes, más bien estaban en el tamaño perfecto; mi espalda, esa parte de mi cuerpo por la que día a día sufro, pues me duele por malas posiciones; un abdomen normal, no tenía barriguita, ni tampoco los típicos y soñados como una película “cuadritos” marcados, solo aumentaba cuando comía mucho, típico ¿no?; mis dos ovarios completos, un sistema reproductor normal con el que esperaba dar vida en los próximos años; unas piernas largas, delgadas y con algunas estrías que no se notaban mucho pues era por sedentarismo, unos pies suaves, que había mantenido con vaselina bien bonitos. Tenía una mente siempre pensativa, una non-stop, sin límites, con algunos “pero” en situaciones, realista pero a la vez con una pizca de soñadora. Un corazón que latía en la sincronía de una escritora romántica empedernida. Unos riñones y pulmones saludables, que algunas veces solían agitarse y cansarse luego de correr mucho, llorar de la emoción o incluso por tristezas, también cuando me reía y había colapsado la respiración almacenada. Y más, tenía mucho más.

No era una joven hermosa, pero si me amaba como era. Cuando cayó la noche, me recosté en mi cama, me cubrí con una fina capa de sábana color rosa, vestida con mi pijama favorita de HyM, caí en un sueño tranquilo, pacífico, dormí tranquilamente, escuchando la melodía de la dulce voz de Shawn Mendes con la canción “Mercy”, esas melódicas notas que le daban vida a mi vida.

No había nada, ninguna situación que se interpusiera en mis planes; no había definitivamente nadie que me dañara y arruinara mis planes, no cuando creía en mí.

-Valentina Padrón. 2020. Locación: Venezuela.

¡Gracias por leerme hasta aquí!

_{Imagen creada por @sweetval en Canva.}

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