Los hijos de la lluvia de las ranas (18)

in #spanish7 years ago

"Por el momento, he de manifestar que, en su temor devoto por el estado escolástico de la Revolución jacobina, usted considera mi manera de hacer dudar a la juventud, de desposeer a las categorías de su calidad académica y de su apariencia de virtud, como un crimen contra la pedagogía. Este temor está bien justificado, pues ya se halla completamente desacreditada su humanidad, se lo aseguro. Ya no es más que una peluca vieja, un objeto clásico y pasado de moda, una cosa muy aburrida que hace bostezar, y que la nueva revolución, la nuestra, señor, se dispone a arrinconar. Cuando nosotros, los educadores, sugerimos la duda, sabemos perfectamente lo que hacemos. No es más que el escepticismo extremo, el caos moral que se desprende del absoluto, el terror sagrado de que la época tiene necesidad." (Thomas Mann, La montaña mágica)
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Ziggie estaba limpiando las mesas de su bar; aquel trabajo era lo que hubiese soñado cualquier caribeño, en un sitio tan alejado de las olas: tenía las luces apropiadas, que no hace falta verse los poros, y música de marihuana tranquila. Incluso una camarera inteligente y simpática. Era una pena que sólo se pudiese beber alcohol, a fumar había que salir a la calle, bajo las gotas que aquella noche caían en caricatura difusa de los diluvios de Jamaica. Free pensaba, mientras fumaba un liado a mano, apoyado en el muro de la antigua casona que daba cobijo al No Time, que a eso también podría llamársele acoso a fumadores, le dolía mucho ese desprecio, legítimo únicamente porque lo ordenaban las leyes.

Enfrente, la iglesia del barrio disimulaba su privilegiada situación de observadora de infieles. A esas alturas de la noche era casi invisible, a pesar de que en sus escaleras se apoyaban, tomando el fresco a deshoras, todos los gorriones yonkis de las cercanías para comunicarse que seguían vivos. Era el Tertre de Lavapiés, una montaña mágica no visible en cualquier circunstancia. La cuna del nuevo impresionismo, para quien supiera ver a la población que anidaba en sus escalones.

Estaba convencido de que, si en vez de estar en un lugar donde el arte siempre se ha considerado sospechoso de algo, si la gente del barrio no tuviera esa presión diaria por la supervivencia, aquello daría pasta incluso al Ayuntamiento, al atraer turismo de calidad, viajeros, en vez de esas hordas que destrozan lo que se les ponga por delante. Era un hijo de las ranas tirando al tipo concreto, le gustaba pensar en las soluciones, prácticas y válidas para todo el mundo, que pudieran tener los problemas que observaba.

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-¿Free?

Esa voz hizo que bajase a ras de tierra. Una mujer menuda, morena como ala de mirlo, con ojos de águila y oído de mochuelo, lo miraba con una gran sonrisa.

-¡Julia! Vaya sorpresa, hacia tiempo que no venías por aquí.

-Pues nos vamos a ver más veces, he alquilado con unos amigos un local en la calle de La Cabeza, ahora estamos terminando de ponerlo a punto.

-¿Un bar?

-Un restaurante vegano.

-Ah, pues yo me especialicé en pizza de espinacas, cuando quieras te paso la receta.

-Me has caído del cielo, Free, vas a tener que hacer algo más. La semana próxima lo inauguramos, y el local estará en exclusiva para la asociación Cambia Especies por Especias, tendremos que poner incluso las mesas de la terraza, porque vendrá mucha gente, así que necesitaremos tu ayuda, si no te viene mal.

-Estaré encantado, que no es lo mismo. Ven, que hablamos dentro.

Se sentaron en una mesa del bar de Ziggie, y mediante cerveza con chupitos de whisky, iban cayendo las horas.

-¡Sí, es verdad! Pero empezábamos a las cinco de la tarde, acuérdate -dijo Julia-, era un trabajo que se llevaba su tiempo. Dejábamos más bonitas aún las flores de “Casa Paco”...

-Que a los freakys nos dejaba más baratas. ¡Qué gran tipo, el Sr. Paco! Un poquito de paniculata para que resaltase la flor, celofán...

-Y todos a casa del Lennon, que por algo tenía la buhardi encima de la floristería y del bar de Luisito, encantado por la cantidad de litronas que nos vendía... y a maquillar flores, aunque no les hacía ninguna falta, con lo guapas que ya eran.

-Pobre Lennon, le asaltábamos el frigorífico, buscando cualquier cosa para comer, que a eso de las siete nos moríamos de hambre.

-Y salíamos a desparramar flores como quien llueve, ¿eh, Free?

-Si estaban llenos, en cuatro garitos las vendíamos todas, porque nuestras rosas decían: "Cómprame, por tu vida. Cómprame, que mis pétalos no duran para siempre", y todo se llenaba de magia para que cualquiera se hiciese con la eternidad por un precio simbólico. En ese momento, se daban cuenta de lo que dura una canción en la palma de una mano.

Durante algunos años, la venta de flores en zonas de ocio nocturno fue un medio de vida muy popular entre los hijos de las ranas y freakys en general. Del barrio de Lavapiés, por cierto, salió la flor y nata de los vendedores del ramo.

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Algunos mal pensados suponían que a los originarios de aquel barrio madrileño les costaba bastante llevar los pies aseados, y de ahí la nomenclatura. Tampoco vamos a decir que fuesen de bautizo diario, pero la razón principal de no abusar de la ducha, consistía en la conciencia de que el agua es un bien que no debe malgastarse así como así, hecho que hoy en dia cualquier ecologista sabe de sobra. No, señores y señoras, el nombre de Lavapiés hace referencia más bien a su ancestral mezcla de civilizaciones. En la famosa plaza que lleva su nombre, y hasta finales del siglo XIX, había una gran fuente alimentada por las aguas del Arroyo Abroñigal, donde se hacía el lavado ritual de los pies, antes de entrar en el templo, unos dicen que judío, haciendo patente el origen de una parte de su población. Pero si tenemos en cuenta que los que tienen esa obligación religiosa antes de entrar en la mezquita son los musulmanes, debemos pensar que cohabitaban, en amor y compañía, las dos culturas, además de los de siempre.

En cualquier caso, los testimonios más antiguos de los que se tiene noticia acerca de la existencia de los habitantes de lo que hoy es el barrio, están basados en los documentos del archivo del Ayuntamiento de Madrid, que aseguran que el origen de Lavapiés estaría en los asentamientos comerciales extramuros de finales del siglo XV, relacionados con el camino real de Toledo y el camino de Atocha, además de la existencia del antiguo matadero en lo que hoy es El Rastro, aprovechando su gran cuesta hacia abajo, que iba a dar al valle del río Manzanares, para evacuar, precisamente, los restos de la sangre y demás desechos de los animales sacrificados.

Volviendo al tema que nos ocupaba: ante el éxito de la idea, los asiáticos copiaron lo de las flores, y terminaron por convertirlo en su monopolio -que hicieron famoso como “el modo asiático de producción de venta floral”-, y lo saben; por eso los miran con respeto, y una cierta dosis de remordimiento en el fondo de su corazón, cuando van los freakys a las dos de la mañana a sus locales para ver qué tienen de beber o a pedirles cambio de 50 euros. Porque todas esas tiendas que no cierran nunca, fueron subvencionadas con la venta de flores en bares que aquellos pioneros descubrieron a los orientales, que se sepa. Cuando te quedes de madrugada sin papelillos de liar y un chino te solucione la papeleta, agradéceselo a los freaks.

lava.jpg

http://www.lacasaenlavapies.com/el-faro-de-lavapies/origen-etimologico-de-lavapies/

http://www.lacasaenlavapies.com/el-faro-de-lavapies/la-fuente-de-la-plaza-de-lavapies/

https://elpais.com/diario/2006/04/24/madrid/1145877854_850215.html

Sort:  

Muy interesante. Siempre me gustó ese barrio, no sé por qué.

Está cambiando mucho, @karmelebocos, la gentrificación se ha fijado en él y no va a parar hasta echar a los que siempre vivieron allí y le dieron su carácter. Se está llenando de pijos-progres que tienen dinero para comprar casas, casas que no les importa nada a quién y por qué se las han quitado. Pero siempre ha sido como aquella aldea gala de Astérix, espero que siga resistiendo.

Me gusta mucho el estilo como escribes Saludos :)

Me suena a mezquita lo de lavapies.

Tiene pinta de origen musulmán, es verdad, pero con los madrileños nunca se sabe, que tenemos mucha guasa.

de todo un poquito, ..

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