Micro-relato. Marbeth.
"Cada espacio tiene luz propia, por muy oscura que sea su existencia..."
En silencio, Marbeth se muestra apacible, translúcida, sentada con un perfil inmóvil allí donde los colores del lienzo le dan vida. Se observa como revisa uno apuntes que tal vez fueron creados por ella y dio motivos para que el artista concluyera la obra pictórica. Su perspicaz atuendo, rojo en su mayoría, se avista desde cualquier ángulo de la sala, más aún, puede ser percibida desde cualquiera de la habitaciones que fraccionan la pequeña casa.
Cuando irrespetan su espacio, se encarga de ejecutar el más grande de los desafíos, una batalla donde las victimas llegarían de una forma inesperada a los pipotes que constituyen un espectáculo dantesco lleno de basura. En ocasiones esas luchas se transforman en sangrientas, dejando en el suelo cuerpos de arañas extirpadas por un golpe certero. Por eso, de ningún modo, Marbeth entregaría un solo centímetro de aquel recuadro, ya que había sido creada para adornar porches, habitaciones, inclusive cocinas. Lleva tantos días enganchada en la pared que luce ante los ojos un lienzo y una escena exquisita para la decoración.
Una mañana, logró enumerar varias situaciones que la dejaron en un estado deprimente, estar sola, aislada, mortificada por los cambios de lugar, una pared, la otra. Anhelaba la llegada de la noche como si estuviese entregada a ella. Sí, a la Noche. Esa oportuna sombra donde aparece el péndulo del reloj como principal protagonista, los muebles y el comedor separados por un ceibo en el cual reposa un artículo antiguo dando un aire desmedido, casi opaco.
De vez en cuando cobra vida inmediatamente después de haber transcurrido unas horas de la madrugada, aquella aparición se llevaba a efecto con el desmoronamiento de sus colores y un latido profundo que se escucha a partir de un temblor producido a lo largo del lienzo. En ese preciso momento se transporta a esta dimensión, cuya vida ha pasado codiciando; Marbeth comprendía que por Ley del Universo era imposible dejar más tiempo del necesario al retrato, por eso se resignaba a vivir guindando en las paredes. Más de una oportunidad logró recorrer los pasillos de la casa como un espectro, ver cada rostro, bailar, encender el televisor, sentarse en el comedor y observar las posturas de los que habitan en ella.
Un día, indagó en serio la posibilidad de abandonar todo aquello, en plena noche inclinó sus rodillas sobre los cojines del mueble logrando luego acomodar su cuerpo de extremo a extremo, cuando un chirrido de repente paralizo su imagen, la llave maniobraba el cerrojo de la puerta principal, Marbeth intento regresar al lienzo, pero no lo hizo, quedó estática, sin aire. Por primera vez experimentaba un terrible temor. En aquella penumbra contemplaba a un individuo terminando de cerrar la portezuela. Guiño ambos ojos, el cuerpo se materializaba ante ella, Marbeth continuaba allí, petrificada con los ojos casi desprendidos, notó como zigzagueaba aquella balsa humana, tal vez por su estado de embriaguez, tropezó con un mueble, luego con otro. En medio de aquella danza, Roberto la tomó por los brazos estando bajo la influencia del alcohol, aunado a su instinto desenfrenado por el sexo, fué involucrándose poco a poco con la hermosa mujer. Marbeth sintió su cuerpo amortajado sobre el sofá. Roberto se limitó a ejercer algunos mimos mientras la besaba con fuerza. Ella desorientada sintió correr por su cuerpo una sensación que nunca había experimentado. Cedió ante las insistentes caricias, ambos doblaron para caer sobre las sombras de aquel pequeño cuarto. Roberto quedo dormido sobre Marbeth quien temblorosa y aterrorizada rechazo su cuerpo, se levantó, Tropezó con la opacidad de los muebles y las sillas, esos ruidos fueron escuchados, se abrieron las cortinas y encendieron la luz, Roberto dormía desnudo sobre el sofá. Desde aquel incidente, sólo quedaron comentarios, rumores sobre un posible fantasma, pero el tiempo transcurrió perdiéndose el interés sobre el tema.
Después de varias semanas, sucedieron extraños acontecimientos en el lienzo. Su forma, estabilidad, su serenidad habían desaparecido, su matiz en los parpados cambiaban, alteraba su postura, no era la misma del día anterior. En tres oportunidades, el lienzo se desprendió, deteriorándose cada vez más. La terminaron por guindar con un clavo de mayor tamaño, Su peso aumentaba. Nadie se percataba de los cambios que en ella ocurrían, por la simple indiferencia que le acreditaban a sus pasos.
Hasta que una noche, en medio de la sala, un grito espasmódico hizo levantar la cabeza de todos los que dormían, sintieron recorrer el alarido por su cuerpo, unos se mordieron los labios, otros cerraron sus puños, se levantaron dando pasos firmes en dirección a la sala, aunque sus percepciones quedaron inactivas ante el olor a carne humana, levantaron sus rostros para ver la procedencia de unos golpeteos terminados en charco de sangre. Venían de allí, donde Marbeth, con una expresión de dolor, había soltado su libro para sostener a un niño quien se veía con la boca abierta...
J.R.M.(@siondaba)
Gracias por el gran apoyo a todos los integrantes del proyecto cervantes. Un abrazo fuerte.