Simulación 34.
Mi cuerpo temblaba, se movía de forma extraña, descoordinado, debido a las palpitaciones que me provocaba. Todo era tal y como lo recordaba, todo era tal cual mi desquiciado cerebro predijo ser…
No podía parar de sonreír, cuando me miraba siempre creía que me reía de ella, de sus gestos, pero la realidad es que me reía por su presencia, ella era la que me daba esa desbordante felicidad que salía disparada de mi cuerpo, proyectada, descontrolada.
Me tropezaba con todo, parecía un muñeco desajustado o un niño alocado. La veía en la lejanía de la ciudad y mi primer impulso era salir corriendo, hacia ella. Algunas personas me miraban como si fuera un demente, lo cierto es que ella también lo pensaba, pero todo me daba igual y hacía lo que me daba la gana.
Fuente
Al llegar la besaba y abrazaba con tal intensidad que casi le rompía la espalda, producto de los desajustes a los que ella misma conseguía llevar mi cuerpo.
Me acostumbré a mis extraños movimientos, poco a poco los fui controlando hasta hacerlos elegantes, algo más sutiles, como una especie de danza levitativa.
Vivía en un feliz sueño hasta que desperté…
La simulación llegó a su fin y ella ya no estaba, en ese momento mi cuerpo recuperó su total control. Su posesión terminó y con ella mi sonrisa, comencé de nuevo a caminar como antaño, de una forma más coordinada, pero al mismo tiempo más triste, todo dejó de palpitar en mí. Me había convertido en uno más de ellos, en otro ordinario humano con miedo a correr para abrazar a quien ama.
Quería volver a encontrarla, quería volver a mi simulación, quería volver a parecer un demente. Quería volver a palpitar junto a ella.
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