Desencajo Cerebral II (Lectura interactiva).
Apenas podía ver nada en aquel oscuro lugar, todo estaba en calma, hasta que comenzaron a sonar esas misteriosas notas que parecían indicarme que algo estaba a punto de suceder, eran intensas y repetitivas, creando expectación ante algún futuro y repentino acontecimiento.
Mis ojos se habituaron a la escasa luz, traté de averiguar dónde me encontraba pero sólo veía muebles viejos apilados, formando una especie de laberinto. Una voz apareció en mitad de la melodía, parecía algo ansiosa, peligrosa, hasta tornarse algo circense y altamente demente.
Decidí andar a través de todos aquellos enormes muebles que formaban el laberinto, a veces encontraba dos opciones por las que pasar, giraba siempre en la misma dirección tratando de no perderme, pero era un caos y esa música se estaba introduciendo dentro de mí, parecía seguirme y cambiar al son de mis pensamientos, mis emociones.
Fuente
Me sentía raro, no sabía qué cojones estaba haciendo, me había convertido en una especie de muñeco autómata al que le hubiesen dado cuerda y corriera sin sentido tratando de buscar una salida. Hasta mis movimientos cambiaron, se modificaron drásticamente, comencé a moverme compulsivamente, a golpes, perdí mi capacidad para recrear movimientos sutiles y todo lo hacía espásticamente.
Finalmente, encontré lo que parecía una salida. Me hallaba en un enorme espacio cubierto, se encendieron todas las luces repentinamente. Miré a mi alrededor, estaba todo repleto de extraños seres que bailaban, moviendo sus deformes cuerpos como si estuviesen totalmente poseídos por la música.
Todo se fue volviendo cada vez más agresivo y grotesco, parecía como si tratasen de adorar a un ser que se encontraba en una especie de altar y lo hicieran con esos extraños movimientos que acompañaban a la delirante música que sonaba a todo volumen.
Pero, finalmente me di cuenta de que yo me había vuelto parte de todo aquel show sin apenas percatarme. Yo sería igual de extraño para ellos, como ellos lo eran para mí, además mi cuerpo ya no podía estarse quieto, bailaba de una forma delirante, casi psicótica, y no podía parar, seguía y seguía de forma incansable, sin importarme nada, hasta alcanzar mi muerte.
Mi posesión se había completado.
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