"Doctor falso" [relato]
—Buenos días doctor Sábato, ¿podría venir un momento?—dijo un hombre de barba blanca, ojeras pronunciadas y de voz dura como una piedra. Frank Sábato se levantó.
—Sí. ¿Qué sucede?—Preguntó Frank con cierto nerviosismo.
—Hay un paciente, doctor… Está muy grave, hay que operarlo de emergencia. Habrá que abrirle para verle el corazón—sentenció en hombre de manera sombría. Frank miró a la bata blanca y encontró su gafete. El sujeto se llamaba Charles.
—Charles, pero yo no soy médico.
—¿Entonces por qué carga la bata?
—Porque la encontré y me la quise poner—respondió dubitativo.
—Usted tiene un sentido del humor muy interesante, pero no es el momento para eso, doctor. Tiene que operar de emergencia.
—Pero ya le dije que no soy un doctor. Soy sólo un egresado en filosofía.
—No, no, no. Usted se está pasando de bromista, doctor Sábato. Quizá ser una eminencia médica le ha estado nublando el cerebro, o quizá sólo me está jugando una broma. Pero usted es tan médico como su nombre es Frank Sábato.
—Sí. Ese es mi nombre—apuntó Frank. —¡Pero insisto! No soy médico. No sé nada de medicina. Quizá usted me esté jugando una broma. Si es así, no es muy buena.
El doctor Charles hizo una mueca con las manos. A continuación, un grupo de cinco enfermeras tomaron a Frank de los brazos y lo arrastraron por el pasillo. Todo el ambiente del hospital era muy solitario y luminoso. Las enfermeras no proferían palabra alguna. Frank insistía en decirle a Charles: «no soy un médico. Detengan esta broma». Charles por su parte hablaba sobre operaciones y milagros médicos que algún sujeto también llamado Frank Sábato había logrado en los útlimos años. "¿Por qué me confunden con él?" A continuación, subieron por un ascensor durante unos largos minutos de incómodo silencio. Al abrirse las puertas, había un letrero que rezaba «quirófano». Entraron. Dentro, las enfermeras le indicaron que fuera a lavarse las manos. Lo condujeron hasta el baño. Una de ellas abrió el grifo y comenzó a salir agua con vehemencia y el sonido de esta inundó a toda la habitación. Estaba sudando. La enfermera se colocó a un lado de él justo en la pared. Lo observaba con los ojos de una estatua. Aún seguía mirando al agua del lavamanos caer haciendo ruido. Se acercó y metió las manos. Estaba muy fría. Entró otra enfermera y lo ayudó a secarse. Le colocó guantes, otra bata y todo lo necesario para efectuar la operación.
—Bueno, doctor Sábato, llegó la hora de trabajar. Ya no hay tiempo para bromas.—Dijo Charles muy serio.
Sobre la cama de operaciones, se encontraba un cuerpo inmóvil, Frank no podía ver su cara porque había mucha luz. Las enfermeras se amontonaron sobre el cuerpo. Se acercó tembloroso. Su frente y sus axilas estaban llenas de sudor. Sentía la boca seca y los ojos nublados. Todos en la sala, comenzaron a hablar en términos médicos, Frank conocía algunos de ellos pero igualmente se sentía como en otro país. Una de las enfermeras mencionó un bisturí. Él sabía qué era un bisturí. Todo el mundo sabe qué es un bisturí. Significaba que habría que cortar al paciente. Ya Charles mencionó anteriormente que habría que abrir al cuerpo. ¿Pero para qué? ¿Para extirpar algo?
—¿Ocurre algo, doctor?—Preguntó una enfermera de labios sensuales y carnosos que posó su mano en el hombro de Frank.
—No, todo está bien enfermera—respondió con la voz quebradiza.
—Sólo hay que cortar, doctor—le susurró al oído y le puso el bisturí en la mano.
—S…sí.
charles tomó a Frank por la espalda empujándolo hacia la cama de operaciones. De pronto, la intensidad de la luz comenzó a bajar hasta apenas volverse tenue. Frank miró al cuerpo y se cayó al suelo al contemplar que él estaba allí acostado.
—Levántese, doctor Frank, parece que ha visto a un muerto—dijo Charles ayudándolo a incorporarse.
—¿Que no ve que el que está en la cama de operaciones, soy yo?
—Doctor, le dije que dejara las bromas. No es el momento. Y esa en específico es de mal gusto. Ahora, tome el bisturí y corte. Debemos abrir el corazón.
—¿Sólo con un bisturí?—Preguntó con la voz cansada.
—No, por Dios. Con el otro equipo. Usted ya lo conoce. Pero se le mira cansado, doctor. A lo mejor desea que yo haga el primer corte.
Frank no era doctor pero eso no tenía sentido. Pero entre todas las cosas, ¿por qué él estaba acostado en esa cama y a la vez estaba por operarse a sí mismo? Charles lo tomó del brazo y colocó el bisturí un poco más arriba del pezón del hombre sobre la cama e hizo un corte rápido y limpio. Frank tomo una profunda bocanada de aire y se tocó la parte de su cuerpo que acababa de ver que habían cortado. No había nada. Charles lo miró con unos ojos muy profundos. Y de repente extendió hacia toda la piel del pecho. Frank se alarmó y dio un paso hacia atrás. Comenzaba a apestar a sangre todo el lugar.
—¿Por qué no mete la mano a ver si le puede tocar el corazón, doctor?—Dijo Charles.
—Prefiero no hacerlo—logró decir Frank. Entonces una mano femenina tomó la suya. Era la enfermera de labios sensuales de hace rato, pero su cara parecía derretida.
—Por favor doctor, no hay tiempo que perder; meta el dedo en el corazón del paciente—dijo la enfermera.
—¡No, no lo haré!
—¡Hágalo!—Bramó Charles, cuyo rostro también se derretía mientras que su bata blanca al igual que las ropas de las enfermeras se llenaban de sangre. Todo al rededor, el metal de las puertas, de la cama, se comenzaba a corroer.
—Hazlo, hazlo. O volverás a fracasar—dijo la misma enfermera mientras las demás se amontonaban sobre él. Y junto a Charles lo hicieron meter el dedo en el corazón del hombre parecido a Frank.
Frank comenzó a gritar y a patalear desesperado hasta que sintió que el corazón que estaba tocando comenzaba a latir, y entonces aquel hombre que estaba postrado sobre la cama se despertó mirándolo a los ojos y sujetó a Frank Sábato del cuello. Las enfermeras empezaron a clavarle los bisturís a Frank como si fueran cuchillos. Sintió uno de ellos en la espina dorsal dando una vuelta cortando su médula. Y sólo gritaba y gritaba. De pronto, alguien abrió la puerta.
—No de nuevo—dijo una voz masculina.—Enfermera, por favor, páseme la inyección que le comenté. La enfermera hizo caso y sacó las jeringas mientras aquel otro médico sujetaba a Frank junto a la ayuda de otros dos hombres. A continuación, lo inyectó en el brazo y Frank paulatinamente comenzó a calmarse.
—Lo lamento, enfermera. Recordé que usted es nueva aquí—dijo el médico.
—¿Qué sucede con este paciente?—Dijo ella.
—Padece de una esquizofrenia muy profunda producida por un trauma.
—Por Dios. Pobre hombre. ¿Qué clase de trauma fue, doctor Connal?
—Bueno… Para ser corta la historia, este sujeto, Frank Sábato era un cirujano. Un día mujer tuvo un accidente y el único que podía tratarla era él mismo. Concordamos que lo más difícil para un cirujano es tratar a un ser amado. Jamás se está preparado para tal hazaña. Él tampoco lo estaba. Su mujer no sobrevivió, y él tampoco debido a que el dolor lo consumió completamente. Sufre de una pesadilla recurrente en donde no sabe que es un médico y se opera él mismo. En ocasiones, cuenta que una de las enfermeras es su esposa, y que él mismo siempre se presenta como un cadáver que revive para asesinarlo. Estas cosas le pasan muy frecuentemente. Ojalá y esté preparada, enfermera.
—¡Vaya! Qué terrible destino el de ese pobre hombre. Ojalá Dios se apiade de él algún día.
Dicho esto, los dos se dieron la vuelta y cerraron la puerta del cuarto de Frank Sábato, quien dormía con sus demonios apacicuados.
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Este post ha sido votado por el Proyecto Witness @cervantes, en conjunto c
@steempress-io. Saludos.
Mil gracias queridos amigos. Un abrazo!!
Excelente el contenido, mis mas humildes respetos!
Gracias, amigo.
Wou, me quede atrapada en la historia, no pensé que fuera esquizofrénico, me gusta la literatura que sorprende, como este relato... Eres el mejor @seifiro ballena :O
Le puse mi obscuro corazón a esa historia. Muchas gracias por disfrutarla <3.
Yo veo tu corazón blanco... :P