Hace muchos años vivía en una aldea un niño de nombre Sebastián, era muy popular y querido por sus compañeros de clase, maestros y vecinos, esto se debía a que se crió prácticamente solo con su abuela Lourdes, la cual quedó viuda apenas él tenía 3 años.

Su madre murió durante el parto y de su padre nunca se supo nada, porque los abandonó apenas supo del embarazo, se desentendió de ellos. Sin embargo, apenas Sebastián nació, sus abuelos maternos lo recibieron como a su propio hijo. Su llegada al mundo vino acompañado de un gran dolor para Lourdes y su esposo Santiago, fue una situación muy difícil para ellos tener que aceptar la muerte de su única hija bajo esa triste circunstancia. A pesar de eso tenían un nuevo motivo para continuar luchando, se trataba de un niño indefenso que dependía de sus cuidados y amor para poder vivir, por lo cual esta pareja a pesar de estar destrozados pudieron continuar su vida enfocados en la educación del pequeño, quien fue creciendo sano y rodeado de mucho cariño.

No habían pasado más de 2 años cuando otra fatal noticia golpeó a la familia, ahora fue la muerte de Santiago quien perdió la vida en un accidente automovilístico mientras regresaba del trabajo. Aquel suceso sacudió a Lourdes ya que amaba a su esposo y era muy unida a él pero también le tocaba asimilar que se quedaba sola con Sebastián que aún era muy pequeño. El niño por su corta edad no lograba entender lo que realmente pasaba y lo que esto significaba para ellos, solo se detenía a mirar el llanto continuo de aquella mujer que en momentos lo abrazaba desesperada, buscando fuerza para reponerse nuevamente de ese golpe que por cosas de la vida le tocó enfrentar.

Pasaban los días y Lourdes seguía llorando y se sentía muy triste, mientras tanto el niño se sentía confundido sin poder comprender porque ella sufría tanto. Al cabo de 6 años más tarde ya Sebastián asistía a la escuela la cual quedaba a distancia de la aldea, por lo que su abuela tenía que acompañarlo todos los días.

Durante el recorrido por el camino los vecinos y personas con quienes se topaban quedaban muy sorprendidos, por la estrecha relación que ellos tenían, Lourdes sostenía su mano y llevaba su pesada mochila. Sebastián por otro lado sonreía deslumbrado por las largas historias que ella aprovechaba para contarle.

En la escuela Sebastián mantuvo un excelente comportamiento y rendimiento en sus actividades escolares, era considerado un niño modelo, no daba motivos de quejas a sus maestros ni compañeros, por el contrario era muy colaborador, le gustaba compartir y era un buen amigo. Todo esto lo hizo popular y sobresaliente, muchas personas que conocían de su triste historia no lograban entender cómo se había convertido en ese niño ejemplar y que se veía tan feliz a pesar de sus circunstancias. Sebastián sabía que todo su esfuerzo por ser un niño de bien y ser un buen estudiante, alegraba la vida de su abuela y la hacía sonreír.

Poco a poco fue entendiendo a medida que crecía todo lo que ella con mucho amor hizo por él, a pesar de tanto sufrimiento que se le presentaron en el camino. Sebastián solo quería cambiar sus tantas lágrimas por sonrisas y se lo propuso como meta y de esa manera empezó a ocurrir.

Lourdes pudo encontrar en Sebastián una poderosa razón para vivir y ser feliz, sabía que ella era todo para él y de alguna manera aquel niño de forma inexplicable pudo llenar su vida de buenos motivos para volver a empezar, después que logró reponerse de aquellas dos grandes pérdidas.

Para Sebastián ella se convirtió en su centro de vida, en lo más importante y amado para él, por eso la valoraba, la consideraba y estaba dispuesto a darle lo mejor de él; a pesar de ser muy joven llegó a comprender más allá de las explicaciones que su vida era posible gracias al amor de esa mujer, todo esto le permitió cierta madurez. Juntos resistieron aquel principio cruel que llegaron a tener, pero luego con el tiempo, fueron recompensados por tenerse uno al otro, aprendieron que los sueños comienzan apenas uno los quiera tener, que los momentos malos se dejan atrás cuando somos capaces de enfrentarlos y llegar también a superarlos.

Así continuó sus vidas buscando buenas razones para continuar, consciente que durante el recorrido por la vida algunas cosas nos lastimaran pero muchas otras cosas valiosas llegan a sanar esas heridas profundas que el dolor nos llega a causar, pero que sin son fuertes eternas no serán.

Fin

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