Era todo un rebelde de la vida, un joven amante de las carreras, podría sentir la adrenalina correr por mis venas al manejar una motocicleta a cientos de kilómetros, sentir el viento chocar con mi cuerpo me apasionaba. Muchas veces me metía en problemas, algunas veces exceso de velocidad eran las razones por la cual terminaba prisionero por 24 horas en una celda de la provincia, era menor de edad pero un error más e iba a pagarlo muy caro.


No era algo que mi rebeldía entendía, aun tenia moretones de aquel reciente accidente mientras escapaba de la vida y de los problemas; en ese momento que un carro se me atravesó por el frente y caí por un precipicio no muy inclinado pero que me hizo rodar por varios segundos, aun eso no fue suficiente, mi cuerpo quería más adrenalina era la única forma de sentirme vivo.


Me sentía engañado y abandonado, no podía entender como un hermano pudiera traicionar a otro, así que fui y le di golpes solo para asustarlo, seguramente él lo iba a pensar dos veces antes de mentirme nuevamente. Tome su moto, la mía estaba destrozada, y a pesar de que llovía, yo solo quería una vez más sentir la adrenalina y fumar en el camino, fue allí cuando te encontré, te cruzaste en mi camino literalmente, por lo que resbale de la moto y caí sobre ti. Estaba realmente preocupado, todo parecía ir en cámara lenta pero con la total seguridad que ambos nos íbamos a lastimar, tu mas por ser tan joven y de huesos débiles.


Te vi desmayada luego de resbalar bajo la lluvia, mi corazón empezó a latir rápidamente, estaba más asustado de haberte hecho un daño muy serio que ir a la cárcel, no me importaba pagar mis deudas, solo quería que estuvieses bien, en ese instante abriste un poco los ojos por la lluvia, me cautivo y enamoro tus ojos, mi casco estaba empapado por la lluvia así que me lo quite para pedir a gritos ayuda mientras te tuve bajo la torrente lluvia abrazada entre mis brazos.


Con el tiempo tuve que saldar cuentas con la justicia, se me acusaba de haberte atropellado sin justificación alguna y antes que dictaran sentencia fui salvado por tu inocencia y tus palabras ante el juez. Me sentía agradecido eternamente de poder estar a tu lado, tener la oportunidad de pagar mis deudas directamente a ti.


Cada día que pasaba era algo nuevo para mí, las cajas de cigarro siempre terminaban en la basura, quería tener un olor agradable cada vez que me vieras y estuvieses cerca de mí, hasta mi ropa llegue a planchar para que tu mirada se cautivara en el buen hombre que quería yo ser para ti. Sentía el deseo de ir a la escuela para convertirme en un hombre educado que pudiera amarte y darte todo lo que tu quisieras y necesitaras, empecé a agradecer todo a la vida, la comida, un nuevo día, poder estar libre pero cerca de ti para protegerte de cualquiera que pudiera hacerte daño, hasta de la misma vida que a veces jugaba a ser cruel contigo.


Era todo un joven devoto a su amor, a veces me daba vergüenza mirarte a los ojos y no poder ocultar lo que sentía por ti, éramos muy jóvenes y tú una menor de edad y huérfana. Debido a ello sentía la necesidad de protegerte, velar que comieras bien, trabajar a medio turno para obsequiarte zapatos nuevos, no toleraba que los demás niños te vieran con una cara de desaprobación, realmente no quería que nadie te viera, solo eso me daba celos.


Supe que alguien quería hacerte daño para que tú pagaras mis deudas, nadie podía meterse conmigo porque sabía defenderme, por eso te querían utilizar y hacer daño para yo sufrir. No pude perdonar eso, así que mi rebeldía volvió una vez más y los golpes me mandaron una vez más al hospital donde solo podía pensar en ti preocupado de lo que estabas haciendo o que pasaba en tu vida.


Pasaron dos semanas y cuando me dieron de alta lo primero que mi alma y cuerpo sintieron fue la necesidad de verte y saber que estabas bien, mi sorpresa es que te habías ido tal vez para siempre, dejando una nota de agradecimiento con un obsequio que me hizo llorar, nunca había llorado, pensé que era de esos hombres que no sentían nada por nadie, pero el corazón se me estaba rompiendo en mil pedazos. Ese día corrí hacia la montaña más alta, grite tu nombre entre lágrimas esperando que me pudieras oír, pero sabía que ya estabas lejos de mí, aun así jure a la vida que te iba a encontrar, porque tú y yo estábamos predestinados a estar juntos, pero que éramos jóvenes, iba a esperar todo el tiempo que fuese necesario, me convertiría en un gran hombre para ti, te encontraría una vez más y te iba a amar por siempre…eso grite al viento.